Debatir no era necesario previo a 1997, el espacio público como ahora lo conocemos estuvo medianamente vedado por años a la ciudadanía, eso no significa que el intercambio de ideas no existiera o que estuviera cancelado, a pesar de que el Partido Revolucionario Institucional mantenía la mayoría en ambas cámaras, de los diarios de debates se desprenden álgidos intercambios de ideas no solo entre compañeros de partido, también entre y con los legisladores opositores que eventualmente habían logrado una curul o escaño.
Ahora bien, derivado del cambio político en el 2000 debatir, pero sobre todo exponerse al electorado se hizo no necesario sino imperante y a la vez obligatorio, sin duda los primeros ejercicios a pesar de su rigidez despertaron el interés ciudadano, a falta de redes sociales y de la fuerte carga ciudadana de exigencia de rendición de cuentas, observar a un político interactuar con un adversario era privilegio de pocos y sin duda algo muy raro.
Los debates se convirtieron en ejercicios somníferos y francamente aburridos, la ciudadanía los consume porque no hay más, pero derivado de los últimos celebrados al interior de la contienda para gobernador en el Estado de México, clase política, autoridades electorales y ciudadanía al unísono se cuestionaron la pertinencia de un ejercicio mucho más dinámico, flexible, con pocas reglas y sin duda alguna sangriento.
Contrario a lo que se piensa, los debates presidenciales si cambian la perspectiva del votante y eventualmente ayudan a formarse un juicio respecto a quien otorgarle y a quien negarle el voto, en los pocos que se han celebrado en México ha habido de todo, ausencias, auto compasión, errores garrafales, estrategias fallidas, y ello a querer y no generan nuevas formas de ver al candidato favorito, pues entran unos y salen distintos.
Ahora el Instituto Nacional Electoral y los partidos políticos con registro nacional han aceptado la necesidad de debatir con otras reglas, se han acordado tres debates el domingo 22 de abril en la Ciudad de México, el domingo 20 de mayo en Tijuana y el martes 12 de junio en Mérida.
Sorprende la estrategia organizativa del árbitro pues el arreglo geográfico es sin duda muy parecido al de las Zonas Económicas Especiales, los candidatos presidenciales sin duda harían bien en invitar a su comitiva a los candidatos a gobernadores, senadores o diputados para asegurar un mayor interés local y curiosidad nacional.
Entre las nuevas reglas para debatir llama la atención la participación de la ciudadanía vía redes sociales, pues a pesar de la preparación que adquieran los candidatos una pregunta bien estructurada y perfectamente sembrada puede dar al traste con días de intenso entrenamiento y sobresaltos en las emociones personales de cada uno de ellos.
También se busca que los moderadores ahora adopten el carácter de actores, que puedan interrumpir, que pregunten, que rompan el orden previamente establecido y porque no hacer pasar un trago amargo al candidato que dude de sí o de los datos con los que previamente haya llegado.
Todavía genera alguna duda la forma en la que los moderadores -porque ahora será más de uno- garantizarán la equidad en los tiempos y como es que lograrán blindar sus filias y fobias, propias de cada ser humano, sin embargo, promete ser por demás interesante.
La hoja de vida, lo adquirido en las aulas académicas y en las calles, así como el carácter de cada uno de ellos serán los componentes de un explosivo coctel que muchos ya deseamos ver.
¿Ya tiene a su favorito?