lunes 08 julio 2024

Del Zócalo Rojo al Zócalo Rosa

por Rafael Hernández Estrada

En 1982, el Zócalo Rojo rompió el monopolio que el régimen autoritario del PRI-gobierno impuso en la principal plaza pública del país, mismo que reflejaba la hegemonía autoritaria que ejerció durante décadas. El 26 de febrero de 2023, 40 años después, el Zócalo Rosa terminó con el predominio que otro grupo en el poder pretendía tener sobre la misma plaza. En ambos casos, la ciudadanía ejerció su libertad de expresarse y de movilización, el derecho a la democracia, al pluralismo, y defendió los principios de legalidad y de supremacía de la Constitución.

El régimen autoritario de partido de Estado excluyó a cualquier fuerza política distinta a la suya en el uso del Zócalo de la Ciudad de México. Lo hizo a sangre y fuego con la represión del Movimiento Estudiantil de 1968, las masacres del 2 de octubre y la del 10 de junio (1971), el encarcelamiento de centenares de disidentes, la guerra sucia contra la juventud de izquierda. Se impidió, con la policía, los granaderos y el ejército, a fuerza de macanazos, gases lacrimógenos y detenciones arbitrarias, que el sindicalismo independiente, las organizaciones populares o los partidos de oposición se manifestaran ahí. Junto a las medidas represivas, se estableció la creencia de que solo las manifestaciones organizadas por el gobierno podían llenar la enorme plaza, cosa que el régimen lograba mediante el acarreo masivo a cargo de sus organizaciones corporativas (CNC, CTM y CNOP). Por años, la disidencia quedó proscrita de la Plaza de la Constitución.

No fue sino hasta el 19 de junio de 1982 que los disidentes retornaron al lugar. Ese día cerró ahí su campaña electoral Arnoldo Martínez Verdugo (candidato presidencial del PSUM y la coalición de izquierda). El mitin pasó a la historia como el “Zócalo Rojo”, bautizado por la extraordinaria oratoria de Alejandro Gazcón Mercado, uno de los dirigentes del PSUM. Recuerdo que el nayarita dijo más o menos: “El director de la Policía del Distrito Federal dijo que no nos daba permiso de hacer nuestro mitin aquí. Semanas después, el general Durazo dijo que siempre sí nos daba permiso (se refería a Arturo “El Negro” Durazo, quien plagiaba el grado de general). Lo que se debe aclarar es que nosotros nunca pedimos permiso al general Durazo, venimos aquí al amparo de la Constitución… Este es el Zócalo Rojo”.

Cuatro décadas después, las y los mexicanos enfrentamos el intento de imponer el obradorato como un nuevo sistema de monopolio político, inspirado en las características del viejo régimen de partido de Estado del PRI-gobierno. Una de las piezas principales de esta tentativa es la supresión del INE y, como no se logró, la aprobación del “plan b” de contrarreforma electoral, con el que se pretende descuartizar al órgano que ha dado certeza y legalidad a las elecciones en México.

FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM

Como hace 40 años (ya llovió) volví a recorrer la plaza para luchar por la democracia. La periodista Beatriz Pagés y el ex ministro José Ramón Cossío expusieron en sus discursos las razones del evento del 26 de febrero. Pagés reivindicó: “Estamos aquí, en el corazón de la República, para defender la democracia, para decir una y mil veces: el INE no se toca, nuestro voto no se toca. Para decir a quien nos quiera escuchar: estamos listos para impedir un golpe a la Constitución y a nuestras libertades”. En su turno, el ex ministro Cossío expuso argumentos irrefutables de la inconstitucionalidad del “plan b”, mismos que deberán guiar las sentencias que al respecto tome la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Andrés Manuel López Obrador creía tener escriturada la plaza a su nombre, recurriendo al nuevo corporativismo que obliga a marchar a la burocracia y a los beneficiarios de los programas sociales. Lanzó insultos, denuestos, infamó y hasta amenazó para disuadir la asistencia a esta manifestación. No lo logró. A su pesar, se rompió un predominio monocromático que pretendió eternizar. El Zócalo perdió el color sangre del partido Morena, se pintó de rosa, es el Zócalo Rosa.

Como en 1982 y en aquellas décadas de esfuerzo, la ciudadanía libre da nuevas muestras de resistencia al culto a la personalidad, al monopolio político (envuelto en demagogia nacionalista) y manifiesta su rechazo a una supuesta izquierda que solo sirve de envoltura para el populismo autoritario. El Zócalo Rosa, como antes lo fue el Zócalo Rojo, será un punto de inflexión en la lucha por hacer respetar la democracia en México.

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