“Dedícate mejor a lo que sabes hacer”. “Chingatumadre”. “Te sangra la boca”. “Del club de las posaderas veloces”. “Tu mujer te pone los cuernos por ñoño e impotente”. “Shut up, vieja puta”. O sea 72 horas cualquiera en Twitter, la red social más frecuentada por el polarizado público politizado, de la que más pendientes están los políticos y los comunicadores especializados en el tema, y en la que granjas de bots –los hay humanos y automatizados– libran batallas campales. De haber sido cualesquiera 72 horas, nada habría que reportar.
Resulta, sin embargo, que las 72 horas en las que he extraído estas citas son las inmediatamente siguientes al triunfo de Joseph Biden en las elecciones estadounidenses, y las mismas en que el presidente de México ha pospuesto reconocerlo. Resulta también que todas las citas de tuits que he listado han sido dirigidas a sólo tres figuras públicas –identificaré a una de ellas porque tales tuits han sido noticia nacional: la actriz y cantante Susana Zabaleta–, y todas en respuesta a mensajes de celebración de la victoria de Biden.
El odio es moneda corriente en Twitter. Lo que asombra son las ideas de que es vehículo en estos tres casos, en estas 72 horas: “q enloquecio y ahora ya se siente o siempre a sido d la calabaza del Prian?” (sic), “Te sangra la boca por todo el racismo y clasismo que generan tu y toda la oposición al primer gobierno del pueblo” (sic), “Del círculo de la #OposicionNalgasProntas” (sic), “[Trump] logró la paz en el oriente y seguramente fue menos loco que Obama” (sic), “Pues vete a felicitarlo para que te de una buena manoseada el pederasta Biden” (sick?).
Extraigo esas ideas de entre la estridencia: 1) Biden es reprobable o, cuando menos, ilegítimo. 2) Trump es loable. 3) En México, festejar el triunfo de Biden –político más progresista que Trump– equivale a oponerse al proyecto de un gobierno federal mexicano que llegó al poder con las credenciales del progresismo. Para potenciar el asombro, citaré lo que consignan en sus perfiles algunos de los tuiteros mexicanos opuestos a Biden y defensores de Trump: “Apoyo al presidente López Obrador.”; “#Chairo #ChairoAmlover #AMLOEstamosContigo”; “Tuitero del pueblo, Obradorista. #RedObradoristaDeMéxico @ObradoristaMx” “@redproAMLO @AMLOVER 1000%CHAIRO”; “Defensor de las causas justas, con López Obrador desde 2004, #RedAMLO”; “Persiguiendo una utopía. 4T.”; “A palabras prianistas, oídos sordos”; “Más de #30MillonesCuidamosaAMLO”.
La aparente izquierda mexicana fustiga a quienes celebran el triunfo de un liberal en Estados Unidos, apoya al candidato del partido de derecha de aquel país. He hablado con un par de expertos en estrategia digital que detectan en los mensajes una estrategia orquestada desde el gobierno federal, en sintonía con su postergación del reconocimiento del triunfo de Biden. La cosa, que me parece plausible pero que no puedo probar, sería preocupante. Pero más preocupante resultaría que tales manifestaciones fueran orgánicas, que en efecto un porcentaje de los mexicanos que se identifican con la izquierda desde el obradorismo fueran más proclives a un populista de derecha que a un liberal demócrata.
Emmanuel Macron ha dicho que la división política entre izquierda y derecha es obsoleta, que la línea divisoria hoy está entre progresistas y conservadores o, en otros términos, entre demócratas y populistas. Hasta ahora la idea parecía verificarse a escala de los liderazgos –tiene más en común López Obrador con Trump que con Jacinda Ardern; más en común Trump con Alberto Fernández que con Angela Merkel– pero podíamos pensar que las sociedades se dejaban guiar por la pura retórica igualitaria, se mantenían al margen de tales coordenadas.
La constatación de un trumpismo mexicano acaso masivo espeluzna. Revela que una parte importante de la sociedad apoya el autoritarismo demagógico con independencia de su rostro y de su nacionalidad. Muestra a qué grado está rota nuestra democracia.
IG: nicolasalvaradolector