viernes 21 junio 2024

Derrota para la hegemonía partidista … en India

por Pedro Arturo Aguirre

Al contrario de lo sucedido en México, donde el resultado de las elecciones del 2 de julio apunta hacia el restablecimiento de un régimen de partido hegemónico, en India Narendra Modi (quien según algunas encuestas es el gobernante más popular el mundo) no pudo lograr que su partido, el Bharatiya Janata (BJP), logrará una nueva mayoría absoluta en el parlamento. Aunque sí ganó un histórico tercer mandato consecutivo, no se materializó la victoria aplastante que muchos pronosticaban. La oposición, a pesar de estar fragmentada y de ser percibida como débil a nivel nacional, logró ganar terreno en estados importantes como Tamil Nadu, Punjab y Maharastra, creando un panorama electoral más competitivo. El BJP se aseguró solo una mayoría relativa y en esta ocasión tendrá que apoyarse en alianzas parlamentarias para mantenerse en el poder. El mensaje populista de nacionalismo religioso, clave en el ascenso al poder de Modi, no resonó en esta ocasión con tanta fuerza entre el electorado en general. Quizá llegó la hora para que el BJP puede reevalúe el enfoque del “Hindutva”, como se le conoce a su plataforma religiosa y de nacionalismo radical. Los recientes resultados electorales sugieren que no siempre será suficiente para asegurar aplastantes victorias, y eso es una estupenda noticia para la que es conocida como “la democracia más grande del mundo”.

Durante la década que lleva en el poder, Modi ha logrado articular un esquema clientelar basto y electoralista y ha procurado mantener el vigoroso ritmo que ha caracterizado a la economía del país desde hace ya un par de décadas. Pero a pesar de su resiliencia y dinamismo, la economía sigue enfrentando desafíos. El estancamiento en el sector manufacturero y el pobre desempeño del gobierno en la creación de empleo han arrojado sombras sobre la narrativa de progreso imparable de Modi. Abordar estas preocupaciones económicas es crucial para mantener el crecimiento y la estabilidad a largo plazo. Por otra parte, son cada vez más los grupos sociales inconformes con las posiciones extremas del BJP en temas como la diversidad de creencias, la tolerancia a las minorías, el respeto a la disidencia y a la libertad de opinión e incluso sobre la forma como el régimen pretende reinterpretar la historia.

La revitalizada oposición debe asegurarse ahora de que el tercer mandato de Modi no conduzca a la marginación de las voces minoritarias ni a una mayor erosión de las normas democráticas.  La India, como potencia mundial emergente, debe fomentar un entorno político más inclusivo. Sin embargo, aún es muy temprano para echar las campanas al vuelo. El histórico Partido del Congreso apenas logró ganar 99 escaños en un parlamento de 543 miembros (el BJP llegó a 240). Asistió a los comicios coaligado con otras formaciones tanto de alcance nacional como regional y así logró una actuación impresionante e inesperada. Ahora vendrá lo más difícil: desarrollar una plataforma sostenida y coherente que tenga eco en los segmentos más amplios de la población. Los beneficios del crecimiento económico de la India no han llegado a las masas en general y el clientelismo del BJP no es suficiente. El desempleo juvenil es muy alto, crece la escasez de vivienda, la carestía de los alimentos es preocupante. No le bastará a los numerosos y desarticulados grupos opositores simplemente con presentarse como los “anti Modi”.

Por su parte, el primer ministro debería ajustar su estrategia de gobierno y moderar su megalomanía. Durante la campaña electoral anunció altas expectativas sobre el resultado a conseguir, repitiendo el lema “Ab ki baar, 400 para”, el cual significaba la exigencia al BJP y sus aliados de superar los 400 escaños en la cámara baja del parlamento. Se trataba de una meta alta, pero no descabellada habida cuenta la enorme popularidad de Modi y de su movimiento nacionalista hindú, tan dominantes durante la última década. Además, en el período previo a la votación el gobierno tomó medidas enérgicas contra la disidencia: aplicó una censura a los medios más severa, encarceló a los principales ministros de dos estados controlados por la oposición y congeló la cuenta bancaria del Partido del Congreso. De hecho, muchas encuestas a pie de urna sugirieron que el BJP se dirigía a una victoria aplastante. Pero los resultados dijeron otra cosa y se vislumbra un gobierno de coalición liderado por el BJP. Eso dejará a Modi en el poder, pero de manera limitada. Ha sido una severa reprimenda.

Los analistas consideran que llevará algún tiempo determinar las razones exactas del tropiezo de Modi y el resurgimiento de la oposición, pero en muchos sentidos el cambio es simplemente parte de la naturaleza autocorrectiva de las democracias, y esto es tranquilizador. Pese a los retrocesos sufridos por la democracia india durante los mandatos de Modi el desempeño de la oposición en estas elecciones sugiere que la integridad del sistema sigue siendo sólido. El BJP se vea obligado a formar un gobierno de coalición y ello supone restricciones políticas sobre Modi, sobre todo en lo concerniente a la agenda nacionalista hindú. El regreso de una oposición previamente moribunda ofrece una pluralidad de opciones sin la cual ninguna democracia puede sobrevivir. Los votantes han demostrado que el sistema político es lo suficientemente maduro y resistente como para corregir el rumbo y promover un panorama político donde se aquilaten la diversidad de perspectivas y el debate. India puede seguir construyendo una democracia dinámica e inclusiva, con el equilibrio esencial para abordar los complejos desafíos de la nación y garantizar que los principios liberales se respeten para las generaciones futuras. Todo esto porque en un entorno de populismo crecientemente autoritario el electorado supo decir basta y corregir el rumbo. Mexicanos, ¡todavía hay esperanza!

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