Evo Morales no ganaba, tiró el sistema durante el conteo de votos en la elección y se declaró triunfador. OEA, UE, ONU, nuestros socios en el T-MEC… rechazaron el resultado. Era una lección de primaria en política exterior: abstenerse de decir nada. Pero nuestro canciller reconoció a Evo Morales.
Era imposible que Morena ganara en el Senado la elección de la candidata del presidente a la CNDH. Era una lección de primaria en procesos legislativos: pedir al Ejecutivo que enviara otra terna. Pero el jefe de la bancada de Morena forzó la maquina y Morena ganó en medio del desaseo.
Ambas fallas de origen desacreditan prematuramente a dos de las figuras más respetadas del gobierno, sus exponentes con mejor prensa y sus mejores interlocutores con la oposición: Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal. Y los dos por legitimar elecciones fraudulentas.
Sin embargo, el hado de la 4T es la excesiva rapidez, no sólo para hundir a sus políticos o a la economía: en 11 meses ya controla el Congreso, Poder Judicial, organismos autónomos, a casi todos los medios tradicionales y acaba de firmar el acta de defunción del INE con una reforma constitucional.
Quiere decir que la 4T consiguió la hegemonía del poder en muchísimo menos tiempo que el chavismo en Venezuela, el propio Morales en Bolivia, kirchnerismo en Argentina y el orteguismo en Nicaragua. Sin embargo, a igual prontitud, se registra la devaluación democrática de la 4T.
Es una ligereza que les impide detenerse a pensar siquiera un instante. Todavía ayer, cuando dos millones de bolivianos apoyados por el Ejército estaban en la calle pidiendo la renuncia de Evo Morales, nuestra cancillería salió a decir que se trataba de un “golpe de fuerza” y apoyó a Evo Morales.
Ebrard desaprovechó la oportunidad de rectificar su postura y equipararla a la de sus pares del mundo libre y de los organismos internacionales, OEA, UE, ONU, Estados Unidos, Canadá: un error de ponderación y contención política que no parece propia de un político de sus alturas de miras.
Una premura similar restó puntos a Monreal en la buena valoración que sin dudas tiene entre todas las fuerzas del Senado. Pero, en la votación que encumbró a la nueva Ombudsperson, se le cayó el sistema como a Bartlett en el 88 y a Evo Morales hace dos semanas.
La candidata del Ejecutivo no lograba la mayoría calificada que indica la legislación, pero durante la votación fueron sustraídos dos votos para que la mayoría calificada quedara en los 76 necesarios. Videos de la votación en urna transparente confirmaron que se apropiaron de un sufragio para llegar a 77.
Sí, el presidente arrasa.
Pero a cuenta de debilitar a los mejores de su gobierno.