La primera caravana, la hondureña, tuvo en su paso por la frontera sur mexicana un buen número de problemas, acompañados de hechos violentos. A las autoridades del país, hasta cierto punto, las tomaron absurdamente desprevenidas.
Como si no funcionaran las comunicaciones y los servicios internos de las embajadas mexicanas en Centroamérica. Pareciera que de repente se dieron cuenta de que 2 mil 500 migrantes querían cruzar el país para llegar a EU.
Que se supiera con anterioridad no iba a cambiar el objetivo de los migrantes, pero sí hubiera sido diferente la reacción de las autoridades mexicanas. Lo que acabó pasando derivó en hechos violentos, sin duda evitables, sin alcanzarse a saber de quién fue la responsabilidad: de las fuerzas de seguridad guatemaltecas o mexicanas; o de las dos.
Ha ido prevaleciendo la sensatez y el respeto a la libertad que tienen los migrantes de circular por el país. Si bien ha habido diversas caravanas migrantes, los elementos que componen las actuales tienen tintes inéditos.
Así como cuando los migrantes trataban de entrar al país, hace algunas semanas, todo fue confusión y acciones violentas, al paso de los días las cosas han evolucionado. Se cambiaron las estrategias, entendiendo y recordando que nuestra historia en materia de política exterior tiene en la solidaridad y el derecho de asilo, piezas clave de una definición con convicción.
Lo importante ahora es lo que viene. No va a ser fácil, porque todo indica que la mayoría de los migrantes continúan con el objetivo de llegar a EU. Lo que queda es respetar su decisión y, sobre todo, ayudarles y hacerles saber con claridad lo que el gobierno de Trump está instrumentando en la frontera de su país. Quiere evitar a toda costa su entrada.
Los ejercicios militares que se llevaron a cabo ayer en el puente internacional con México van siendo prueba de lo que Trump puede ser capaz de hacer. Es un enigma lo que termine pasando, sin soslayar que se haga lo que se haga, nos va a afectar como país, lo que va a obligar a una seria reacción diplomática.
El presidente de EU no está acostumbrado a los lances diplomáticos; no se entiende con ellos ni les concede importancia. Está acostumbrado a negociar a su manera y a pasarle por encima a los demás.
Después del resultado de las elecciones del martes en EU, es un enigma cómo va a actuar Trump ante el triunfo demócrata, quienes se quedaron con la llamada “Casa de Representantes”, la Cámara Baja. No le va a quedar de otra que negociar, cuestión que no se le da; o de plano, pasársela peleando, lo que en este caso, como en pocos, no le va a servir de nada.
Estamos en medio de un escenario del que no podemos, ni debemos, aislarnos; estamos, además, siendo juez y parte.
Podrían estarse trasladando los campamentos del Estadio Jesús Martínez “Palillo” a la frontera norte, lo que no es tan sencillo como parece. Hay que contemplar que los cerca de 12 mil migrantes, según cifras oficiales, estarían recorriendo la otra mitad del país en medio de las desaforadas exigencias de Trump para que las fuerzas de seguridad mexicanas los detengan.
Reiteramos: hasta ahora es mínimo el número de migrantes que se quieren quedar en nuestro país.
La otra variable a considerar es que es casi seguro que el problema, en sus intentos de definición, ya le va a tocar a López Obrador como formal Presidente de México. El tabasqueño va a conocer a un Trump diferente al que ha sido el del club de elogios mutuos.
Hay que irse preparando para el inminente “día después” del campamento del “Palillo” Martínez.
RESQUICIOS.
No es que uno quiera pelea, pero para lo que expresaron los empresarios, imaginábamos una defensa del NAIM seria y profesional. No es sólo esto; también es lo que les dijeron. A los empresarios no les quedó de otra o les ofreció un nuevo negocio el mismo personaje que les dijo corruptos e integrantes de “la mafia del poder”.
Este artículo fue publicado en La Razón el 8 de noviembre de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.