El pasado 4 de julio, Estados Unidos celebró el 244 aniversario de la Declaración de Independencia de Inglaterra.
Desde su nacimiento como nación independiente, Estados Unidos tuvo claro el impulsar la innovación y la ciencia como el origen principal de su crecimiento económico, cimentado en la industrialización. Gracias a esa filosofía, el mundo goza de Internet, telefonía celular, correo electrónico, computadoras, aviones, entre otros muchos desarrollos tecnológicos.
Su sostenido crecimiento económico e innovación en infraestructura y comunicaciones durante el siglo XIX, le permitió como nación rebasar a otros países europeos y enfocarse en el fortalecimiento de su poder militar, lo que trajo como consecuencia el impulso de una industria armamentista basada también en investigación y desarrollo, que lo instó a seguir mejorando sus capacidades tecnológicas para entrar en la economía de guerra, misma que durante años, le ha garantizado el control y funcionamiento de su economía interna.
Otro gran ejemplo de la supremacía tecnológica de Estados Unidos se refleja en el avance de la aeronáutica. Los hermanos Wright, pioneros de la aviación, realizaron su primer vuelo en diciembre de 1903. No obstante, algunos consideran al brasileño Alberto Santos Dumont como el “Padre de la Aviación” por haber realizado el primer vuelo bajo supervisión oficial con su modelo
14-bis en París en 1906.
Cuando Estados Unidos ganó (junto con los países aliados) la Segunda Guerra Mundial, expatrió al ingeniero mecánico y aeroespacial alemán Wernher von Braun, junto con su equipo, para trabajar en misiles militares estadounidenses. Estos fueron los fundamentos científicos para posteriormente lanzar el primer satélite Explorer en 1958, en 1962 el Friendship 7, primer cohete tripulado por John Glen y más tarde, la misión a la luna en el Apolo 11 con Neil Armstrong y Buzz Aldrin en 1969.
La paradoja de la independencia
Uno de los pasajes más renombrados de la carta de independencia de Estados Unidos señala: “La vida, la libertad y la búsqueda de felicidad son derechos naturales e inalienables”.
La innovación científica y tecnológica forman parte de la esencia de Estados Unidos como nación. Instituciones gubernamentales y privadas invierten grandes sumas de dinero para el desarrollo y aumento de conocimientos científicos y técnicos en el país, contribuyendo así a su crecimiento social, comercial y de defensa nacional.
Con esta cultura basada en la innovación, no sorprende por qué la mayoría de las empresas tecnológicas más poderosas del mundo sean estadounidenses: Amazon, Apple, Google, Microsoft, Facebook, Qualcomm, IBM, Twitter, entre otras, y que compartan la misión de hacer del mundo un lugar mejor y más libre para todos.
Sin embargo, esta cultura digital en una sociedad ya globalizada nos ha demostrado que aún nos falta mucho por aprender sobre el uso y, a ratos abuso, de la tecnología. Es decir, entender bien el concepto de libertad y búsqueda de la felicidad que emana del documento de independencia de Estados Unidos.
Tenemos dependencia tecnología si al realizar nuestra vida cotidiana necesitamos de aparatos tecnológicos como un medio indispensable para comunicarnos en lo económico, social o político.
Para ello, compañías como Twitter, Facebook, Apple y Samsung, entre muchas otras, nos ofrecen tener una “independencia” basada en una especie de “esclavismo”, que consiste en que aceptemos sus reglas de privacidad y les compartamos el cómo, cuándo y cuánto tiempo utilizamos sus dispositivos y/o plataformas, así como nuestra información personal, bancaria, geolocalización, contenidos, etc.
Todos cooperamos mucho con nuestra dependencia digital cuando compartimos, minuto a minuto en redes sociales, contenidos sobre quiénes somos, o pretendemos ser, nuestro estado anímico, qué comemos, si somos felices o no con nuestra pareja, cómo gastamos nuestro dinero, y filias y fobias religiosas y políticas, por decir algunos ejemplos.
Estimado lector:
¿Eres dependiente tecnológicamente de tus dispositivos y de lo que los demás piensen de ti a través de lo que compartes en tus canales digitales?
Entonces quizá no tienes mucha libertad que celebrar.
Autor
Ingrid ha sido reconocida en varias ocasiones como una de las 100 mujeres más poderosas en los negocios por la revista Expansión, una de las 45 líderes de mercadotecnia por la revista InformaBTL, así como una de las mujeres más influyentes en el campo de la tecnología por el periódico El Universal.
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