
Hay diferentes visiones sobre qué nutre al arte. Algunos creen que su sustancia proviene de vivencias de los creadores. Otros piensan que el arte es la fuente del arte. Estas dos posiciones llegan a confundirse con la idea tradicional de fondo y forma, aunque no se correspondan y, además, hay otras posibilidades. No es que todas las opciones sean válidas, sino que las diferentes concepciones apuntan a la diversidad del arte. Su origen lo mismo puede estar en experiencias extremas —como haber padecido los campos de concentración que los japoneses establecieron en Shanghái durante la Segunda Guerra Mundial—, que estar en el disfrute supuestamente apacible de la prosa de Stevenson. Borges mismo dudaría de la distinción entre vivencias y lecturas. Cierta neurociencia de nuestro tiempo tiende a darle la razón: en nuestra mente las experiencias del arte y de la vida no son ajenas unas de otras. Borges sabía posible hacer literatura a partir de la literatura. Sus lectores lo confirmamos. De manera semejante, el Festival Internacional de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México, FICUNAM, es un encuentro anual que apuesta al cine por el cine, desde el cine. Este año lo refrenda con su película inaugural: Días de Tsai Ming-liang.
Tsai, de 63 años, es de familia china, pero nació y creció en Malasia. Después ha vivido en Taipéi, capital de la isla nación de Taiwán, República de China, la China no totalitaria. Tiene la fortuna de sentirse ajeno tanto en Malasia como en Taiwán. En la décimo primera edición de FICUNAM se presentará buena parte de su obra: será posible ver la totalidad de sus largometrajes y algunos de sus cortometrajes; sólo faltarán sus películas para la televisión y sus documentales. El cineasta también ha hecho una pequeña selección de películas de otros autores para FICUNAM. Además, como parte del festival, impartirá el taller “La experiencia de habitar un cuerpo” y se ofrecerá una conversación entre Tsai y la antigua directora de FICUNAM —ahora directora del Festival Internacional de Cine de Viena—, Eva Sangiorgi.

En cierto sentido, Días es una película silente. La cinta no se encuentra subtitulada por lo innecesario de tal operación y por decisión estética. Ante contextos en que los productos audiovisuales dependen en exceso de los diálogos para su comprensión, Tsai ha optado por el desafío creativo de no apoyarse en ellos. Pero si las palabras son escasas, lo auditivo es sobreabundante: no estruendos ni énfasis artificiales, sino la permanente presencia de los ruidos, incluyendo la impresión de espacio que nos provocan. En Días hay un concierto de sonidos ambientales.

Caracterizar la narrativa de Tsai como lenta, considero, es poco útil. Efectivamente, la primera escena, una toma estática de un hombre que oye llover, que observa la lluvia, dura cinco minutos. Incluso podría decirse que el director se demora en revelar si hay alguna relación entre los personajes: un hombre joven y uno maduro. Esto no es radical, es llanamente lo que necesita la película. La cinta puede representarle un reto a públicos que buscan “buenas” historias y se distraen con elementos secundarios, porque de esa manera sus miradas están poco habituadas a descubrir el cine, paradójicamente, a través de la interacción del oído y la vista. Sin embargo, cualquier persona con la disposición de ver, encontrará un fluir incesante de objetos de interés, con la diferencia de que no serán los normalmente vinculados con la construcción de una historia común. Tsai está concentrado tanto en acciones cotidianas como en otras poco ordinarias, tanto en la dimensión audiovisual como en lo que ocurre a los personajes. Esto no es revelado en términos de sucesos o palabras, pero sí de expresividad: los ojos de un actor comparten una pena que un enredo argumental apenas tocaría.

Es fácil caer en las trampas del artificio y suponer que ingenios a lo Lynch sustituyen a la imaginación cinematográfica. En cambio, Tsai se permite la sutileza. Los reflejos y claroscuros llegan a estar presentes por cambios de luz apenas perceptibles, no por imitación de prestigiosos modelos. Si los diálogos son escasos, los lugares hablan. Está el color de las verduras, pero también el brillo de los plásticos. Las diferencias sociales son palpables, pero no como pretendido comentario político, sino como condiciones contrastantes. Queda en el público cualquier elaboración posterior.
Si hay alguna metáfora en Días quizá sea la de minuciosidad del masajista, que es la misma que la película exige a su público. Después del encuentro erótico entre los personajes, el hombre maduro le regala una pequeña caja musical al hombre joven. Los sonidos llenan la habitación y se vuelve reconocible la música de “Eternally”, compuesta por Charles Chaplin para su película Candilejas (1952). Esto es apenas un elemento más de lo que el director pone frente a su público: una exploración auditiva y visual, desde el cine, de cada fragmento de realidad que sus personajes ocupan. Así, a ojos y mentes atentas, pueden cobrar importancia elementos como una brizna colgante del techo de un espacio de cocina y los tenues rayos de luz que se filtran por rendijas. Perseguir temas en Días —homosexualidad, soledad…—, para darles preeminencia, como si meramente se estuviera planteando una adivinanza, sería perder de vista, y oído, lo que ocurre en la pantalla y, sobre todo, en uno mismo. Habiendo encontrado el cine, Tsai no puede crear filmes para quien no ha descubierto lo cinematográfico, el cineasta se ha sumergido en el cine para continuar en él.

La película Días inaugura FICUNAM 2021 en MUBI y estará disponible desde el primer minuto del 18 de marzo hasta el último del día 20. Por la pandemia, este año el festival se realizará en línea del jueves 18 al domingo 28 de marzo, con acceso gratuito en las plataformas Cinépolis Klic, MUBI y Cine en línea de Filmoteca UNAM. Más información en la página de FICUNAM y en las plataformas de exhibición.
Autor
Escritor. Fue director artístico del DLA Film Festival de Londres y editor de Foreign Policy Edición Mexicana. Doctor en teoría política.
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