Carlos Loret dice que quienes votaron por Claudia Sheinbaum tienen motivos para celebrar. Es cierto, se trata de una obviedad o una tautología pero eso es innegable. El primero en festejar por el resultado de su voto, que valió por cientos de miles, es López Obrador.
Luego Carlos Loret señala que quienes no votaron por ella también debemos reconocer este momento histórico porque México tendrá a su “primera mujer presidenta”. Difiero por estas razones:
1. La competencia en el proceso electoral que está por concluir tuvo como principales protagonistas a dos mujeres. México habría alcanzado esa oportunidad luego de muchos años de lucha de ellas, en una estructura normativa construida junto con hombres sensibles a sus derechos. Fue una construcción civilizatoria, no una graciosa concesión.
2. Obvio: el 2 de junio ganaría una mujer. Ese hecho histórico es fundamental. ¿Qué mujer ganó? Ese es la cuestión.
3. Claudia Sheinbaum ganó gracias a una operación de Estado y a una serie de triquiñuelas montadas por Andrés Manuel López Obrador (un hombre cobarde que usó todos los recursos para amedrentar y dirigir la votación en el sentido que él quiso).
4. Lo histórico es que por primera vez una mujer recibió los beneficios del dedazo y que, si no construye puentes de diálogo, seguirá siendo ilegítima durante su administración. Es decir, lo histórico es la vergüenza con la que esta mujer accedió al máximo cargo del país para repetir lo que le dicta el presidente e incluso para hablar como él (así, con el tono tabasqueño).
5. Ganó quien quiso el presidente, así lo ordenó desde la falsa competencia interna de Morena. Políticamente ganó AMLO, no una mujer.
6. Esa mujer está dispuesta a aplicar las directrices de su creador: quiere la sobrerrepresentación, es decir, borrar a la oposición y acabar con el Poder Judicial de la Federación por citar dos ejemplos.
Nada hay que festejar ni reconocer.