jueves 21 noviembre 2024

¿Dónde quedó la oposición?

por Armando Reyes Vigueras

En fechas recientes y con diversos motivos, se ha visto a eso que muchos llaman oposición hacer pública su opinión, pero de manera tal que la preocupación de quienes no están de acuerdo con las acciones del actual gobierno no hace sino crecer. Defender políticas de anteriores gobiernos por el simple hecho de que son criticadas por López Obrador o contestar sus –en muchas ocasiones– desatinadas declaraciones mañaneras, no genera la confianza necesaria en momentos en que el país necesita una oposición inteligente.

Fuera de lugar

Empecemos por distinguir que hay varios tipos de oposición. La que hay en redes sociales es una, pero por desgracia no termina de crear o seguir una estrategia eficaz para enfrentar lo que –en muchas ocasiones exageradamente– llaman intento de dictadura.

En este terreno, la intención es tirar al presidente a tuitazo limpio, pero recurriendo a fake news, exageraciones y opiniones no siempre bien fundamentadas. Da la impresión que se trata de un movimiento que está en contra del lopezobradorismo por el simple hecho de que les cae mal el líder de dicho movimiento.

Además, este sector no escucha sugerencias –a veces, ni a ellos mismos escuchan– y creen que todo se resuelve con una gran cantidad de mensajes de denuncia, aunque no tengan el sustento necesario para convencer a un ciudadano que empieza a dudar.

Otro rasgo de esta “oposición” es que dedica buena parte de su tiempo a pelear en contra de los defensores de la 4T, y si aquellos tratan de justificar sin razón las acciones del gobierno actual, este grupo busca atacar sin bases sólidas.

Luego tenemos a la oposición política que se refugia en los partidos. El problema con este sector es que no terminan de digerir la derrota del 2018 y no salen del shock que les produjo perder en las urnas la presidencia y las demás posiciones legislativas.

Para efectos prácticos, no proponen gran cosa y cuando lo llegan a hacer, guardan los documentos como si fueran secretos de Estado y les dan escasa difusión, pero –eso sí– se dedican a contestar todo lo que venga de Palacio Nacional, incluso cometiendo errores que terminan dándole la razón al mandatario.

Ese fue el caso de la defensa a Eduardo Medina Mora –al igual que con otras decisiones que implican políticas de sexenios pasados–, en donde quedan como protectores de personajes que son vistos por una gran parte de la ciudadanía como emblemas de la corrupción.

Por esta razón, en redes sociales, algunos preguntaban cuando iban a empezar a defender a Romero Deschamps.

Los partidos políticos, además, no cuentan con líderes que puedan representar un contrapeso a López Obrador. Prueba de esto es que pocos conocen a los presidentes de los partidos de oposición, quienes cuando salen al escenario mediático lo hacen para reaccionar a las palabras del líder de Morena.

Para acabarla de amolar, como dicen en mi pueblo, siguen cargando con las sospechas de que fueron, y son, parte del sistema corrupto que hay que erradicar y ni siquiera se han preocupado por reflexionar acerca de un necesario cambio de imagen.

Luego tenemos a la oposición empresarial, la cual sí cuenta con recursos y voceros que le permiten hacerse escuchar. Es de los pocos sectores que puede plantar cara y responder, incluso imponer algún tema en la agenda de medios, para que el presidente les responda o escuche –un verdadero logro, si se toman en cuenta los antecedentes del actual mandatario–, pero que no logra que se concreten algunas de sus propuestas como se vio en el caso del Aeropuerto de Texcoco.

Sin duda, es el único sector de la oposición que pudiera dar la batalla en el mediano plazo, aunque queda la duda de si alguno de sus dirigentes tomará la iniciativa para encabezar una candidatura en las siguientes elecciones.

Finalmente, tenemos a la oposición periodística, esa que gracias a su influencia en amplios sectores sociales ha logrado servir de contrapeso al ejecutivo federal –de ahí la gran cantidad de ataques en su contra y la creación de nuevos medios para diluir su influencia–, gracias no sólo a sus opiniones, sino también a las investigaciones que han dado a conocer, en especial en temas como seguridad pública y corrupción.

No es casual que se trate de un sector castigado con el tema de la publicidad oficial –que ha puesto en graves predicamentos a muchos medios–, los cuales no sólo resisten esta situación, sino que enfrentan un ataque generalizado que cuestiona los motivos para ejercer una crítica que en cualquier otro país sería considerada normal.

Pero el problema para el país es que la oposición está dispersa, no logra tener una agenda común y no atina a coordinarse para alcanzar algún tipo de resultados, en parte porque se trata de sectores en los que predomina el egoísmo y no otro tipo de objetivos.

Y ante un presidente que no sabe escuchar a los demás, sólo a sus aduladores, una ciudadanía que empieza a desencantarse y preguntar cómo vamos, es necesaria una oposición inteligente y con propuestas, por eso la pregunta de dónde quedo la oposición.

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