Se entiende el porqué buena parte de la discusión sobre la Reforma Educativa esté centrada en los temas administrativos y en la situación laboral de los maestros.
Las condiciones bajo las cuales han vivido a lo largo de años han sido adversas. Han sido mal pagados y cuando llegaban a recibir algún tipo de aumento, a duras penas les alcanzaba para medio equilibrarse.
Para lo que sí han sido utilizados a lo largo de años ha sido para la rentabilidad política. Cuando en el 2000 llegó Vicente Fox a la Presidencia se creyó que las condiciones para los maestros serían diferentes y alentadoras.
Sin embargo, lo único que cambió fueron las alianzas. La afamada profesora líder del SNTE estableció acuerdos con Fox y luego con Calderón, lo cual le duró hasta que de nuevo llegó el PRI, el mismo que la había ungido en tiempos de Salinas, que la metió a la cárcel.
Mientras todo esto pasaba, los maestros eran “conminados” por sus líderes, particularmente por la líder la cual está afanosa por regresar, para que apoyaran y se movilizaran a favor de candidatos que hubieran hecho alianzas con el sindicato; fue el caso de Fox, Calderón, y en algún sentido también el de López Obrador.
Los maestros han sido utilizados en infinidad de ocasiones. Insistimos, no son casuales las arduas discusiones sobre temas laborales y administrativos. Los profesores han sido defendidos de manera desigual por sus líderes, los cuales tienden a aprovecharse de su posición de fuerza y capacidad de decisión. Al final presionan e intimidan abajo y negocian arriba, tienen dos caras.
Decía el sociólogo estadounidense Wright Mills, que los líderes se encumbraban por el apoyo de los trabajadores, y que por lo general se mantenían en su cargos debido al apoyo que les proporcionaban los patrones, con quienes al final se acababan entendiendo.
En varios sentidos, muchos de los temas administrativos que ocupan y preocupan a los maestros han sido debatidos. No todo son las demandas de la CNTE, por más que quiera hacerse ver como interlocutor único o como si fueran sólo ellos quienes defienden a los profesores.
Pareciera que estos temas están siendo subsanados. La aprobación de la nueva Reforma Educativa y la abrogación de la “mal llamada”, en San Lázaro deja todo bajo una suerte de nuevo round para la discusión sobre las leyes secundarias. Habrá que ver qué se dice en el Senado, con todo y que se augura la aprobación.
Partiendo de que de alguna manera los temas laborales y administrativos caminan —lo de las plazas sigue siendo un enigma—, se debe pasar al verdadero eje de discusión: el contenido de la reforma.
Hay temas que por ahora no quedan claros. Las evaluaciones, por ejemplo, en todos los niveles siguen siendo un asunto controvertido. Es uno de los aspectos del proceso de enseñanza-aprendizaje que permite conocer el nivel de conocimiento y aprovechamiento que tienen los estudiantes en lo cotidiano y de un ciclo escolar a otro.
El diagnóstico sobre los alumnos se debiera tener en el día con día. Sin embargo, sin que se trate de meter a los estudiantes en procesos que pueden llegar a ser “traumáticos”, se requiere conocer de manera precisa en qué van bien y en qué van mal. Los evaluaciones sirven en buena medida para ello, todo depende del criterio en que se sustenten y cómo se hagan.
Éste es uno de los instrumentos de la educación que merece un gran debate, nos somos de la idea de que se haya dicho la última palabra al respecto.
La educación está en constante movimiento y transformación, ésta es una de sus condiciones que la definen.
En el debate de las leyes secundarias urge que se hagan otras tareas, y que aparezcan quienes realmente saben de educación; que se discuta sin atavismos y sin filias ni fobias.
RESQUICIOS.
Ahora resulta que para que no se beba tanta cerveza, una legisladora morenista-moralista propone que se venda tibia o caliente… qué le digo…
Este artículo fue publicado en La Razón el 26 de abril de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.