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jueves 26 diciembre 2024

Educando para la mediocridad

por Luis Gerardo Huerta Martínez

Todavía podemos escuchar los ecos desde Monterrey por los festejos del equipo local “Tigres” que se acaban de coronar en la liga Mx de futbol.  Sin pretender escatimar su logro conseguido a pesar de diversas circunstancias (como haber tenido 4 directores técnicos en 6 meses), cabe reflexionar las condiciones en que logró legítimamente este campeonato.

Iniciaré mencionando que el “campeonato” en nuestro país (yo le llamo semicampeonato) se consigue en poco más de 4 meses, a diferencia de las mejores ligas del mundo donde hay solo un campeón por año;  otro punto es que en nuestro país no es campeón el mejor, sino el que juega mejor los últimos 4 partidos de un minitorneo llamado liguilla al que algunos (como Tigres) llegan a través de un minitorneo llamado “recalificación”; por último, mencionar que a esta recalificación puede tener cabida el lugar 13 de la tabla de 18 equipos.

El caso concreto de “Tigres” fue el lugar 7 en la clasificación general con 25 puntos de 51 posibles (menos del 50%), con 7 partidos ganados y 6 perdidos; 20 goles anotados (1.1 gol por partido) y 17 recibidos.  ¿Acaso esto no es un claro ejemplo del triunfo de la mediocridad?

Pero la intención de esta colaboración no es hablar del futbol, sino de cómo la mediocridad es el medio en el que la sociedad mexicana se desenvuelve con una preocupante pasividad.  Y es que desde pequeños que comenzamos a ir a la escuela comienza este adoctrinamiento.  Planes de estudio y libros de texto que rayan en la mediocridad; sindicatos de maestros que se niegan a que sus agremiados nos sometamos a exámenes de actualización y capacitación, ya que muchas de las plazas han sido vendidas o heredadas.

Igual que en el futbol, el ciclo escolar si bien es de un año, está dividido en “campeonatitos” trimestrales, lo que permite al estudiante tener un segundo intento si es que fracasa en ese trimestre y no alcanza el mediocre 6 de calificación (en países desarrollados se exige el 7 como mínimo para aprobar la materia) mediante un examen de recuperación que viene siendo un “extraordinario chiquito”;  si aún así no logra aprobarlo, no hay ningún problema, la SEP le regala el 5 (independientemente del resultado obtenido) por lo que “echándole ganitas” y sacando un 7, su promedio es aprobatorio;  lo mismo sucede en el segundo trimestre.  

Aún así, si el estudiante no logra un promedio anual de 6 (la SEP por default ya le tiene asignados 15 de 18 puntos necesarios para aprobar), existe el examen extraordinario de recuperación el cual se puede presentar un infinito de ocasiones hasta que el alumno aprueba.  Y esto puede ser en 4 de las 10 materias que lleva por ciclo escolar.

Pero de la misma manera que el gobierno nos promete un sistema de salud “como en Dinamarca”, la SEP (y sus nefastos dirigentes como Delfina Gómez, delincuente electoral y Leticia Ramírez, receptora de documentos en la oficina de la presidencia) quiere implementar medidas como en Finlandia o Irlanda en donde los alumnos no pueden reprobar y no se les pone una calificación numérica; un primer mundo del que como sociedad distamos mucho.

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