El Bronco prendió la ilusión por los candidatos “independientes” y será el mismo Bronco quien la apague incumpliendo sus promesas de campaña. O, en especial, la que le permitió ganar: meter en la cárcel al “corrupto” gobernador Rodrigo Medina.
Ayer fue la enésima ocasión en que le bajó dos rayitas a su bravuconada de campaña. Tras reunirse con el Presidente en Los Pinos, matizó: “Yo no soy quien mete a la cárcel a nadie, será la ley con base en las pruebas que tengamos”.
Y antes, dijo que sólo lo enviaría a prisión “si veía que había desfalcado a Nuevo León”, y luego le dio un abrazo y precisó que, bueno, lo “investigaría” por la compra de una casa en 13 millones de pesos, otra de 20 millones, un terreno en más de tres millones…
La verdad es que el electorado de Nuevo León se dejó arrastrar por la broncomanía: fenómeno que disfrazó de “independiente” a un priista de más de tres décadas de militancia y que, él mismo, fue acusado siempre de hacer lo que denunció en Rodrigo Medina, es decir, robar.
El Bronco priista fue señalado de ocultar 72 mil metros cuadrados de solares urbanos y 62 hectáreas de parcelas, y en su declaración patrimonial omitió incluir esas propiedades y, claro está, que obtuvo la titularidad o los derechos siendo funcionario estatal priista desde 2006.
Y de que se hizo de 38 terrenos; su esposa, Adelina, de 15; su hija Victoria de 12 solares, su hija Zoraida de otros 11 solares, su hija Silvia de 11 y su hija Valentina de cinco: la familia consiguió 70 mil 532 metros cuadrados listos para urbanizarse y nunca lo declaró.
Sin embargo, el incumplimiento de la gran promesa de campaña de El Bronco, será beneficioso para la democracia porque los ciudadanos entenderán que las candidaturas independientes deben ser ocupadas por verdaderos independientes, y no por políticos oportunistas.
Fueron éstos quienes sí entendieron la Reforma Político-Electoral que permitió las candidaturas independientes, y la están usando para presionar a sus partidos: si no les dan la candidatura, pues se van de “independientes”, cuando lo que son es el mismo perro, pero con diferente collar.
Estas candidaturas deben ser ocupadas por ciudadanos sin ligas partidistas: sí vinculados a la vida política, pero sin militancia en algún partido político. En ese sentido, un candidato independiente real sería José Woldenberg, por ejemplo.
En todo caso, deberían tener cinco años sin militancia política para poder aspirar a ser candidatos independientes, lo cual no se trataría de “discriminación” (como apunta el panista de nacimiento Manuel Clouthier hijo), sino de protección del ciudadano ante políticos aprovechados.
Porque, hay que insistir:
Si son como El Bronco, sólo son chapulines.
Este artículo fue publicado en La Razón el 30 de Julio de 2015, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página