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martes 08 octubre 2024

¿El fin de la diplomacia del panda?

por María Cristina Rosas

El panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) es el animal no humano más carismático que existe. También es el más político, un genuino zoon politikon. Oriundo de la República Popular China (RP China) es una especie que ha fungido como embajador de Beijing en diversos países con los que el gigante asiático ha buscado mejorar las relaciones diplomáticas. Ha sido, igualmente, moneda de cambio en momentos de tensión, abriendo las puertas al diálogo y a la cooperación incluso en condiciones geopolíticas adversas. Es un bróker para cerrar negocios. En la era de Mao Zedong, los pandas simplemente eran estratégicos obsequios para aquellos países con los que se deseaba establecer relaciones diplomáticas -recordando que, tras el triunfo de los comunistas en 1949, la recién nacida RP China sólo era reconocida por la URSS y países de Europa Oriental. Tras la creación de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), nacida en 1975, se buscó la regulación del comercio lícito de vida silvestre. La RP China se unió a la CITES en 1981 y a partir de 1984 modificó la práctica de regalar pandas, por la de rentarlos a determinados países.

Especie endémica del centro de la RP China, reside sobre todo en las regiones montañosas de la provincia de Sichuan y el Tíbet, a alturas que pueden alcanzar hasta los 4 mil metros sobre el nivel del mar. Formalmente se le descubrió en 1869, aunque su existencia se remonta, por lo menos, a un millón de años. Se cuenta que el nieto del emperador Taizong de la dinastía Tang (618-907 de la era cristiana) regaló dos pandas a Japón como gesto de buena voluntad. En épocas más contemporáneas, esto es en el siglo XX, antes del triunfo de la revolución de Mao Zedong, se sabe que la esposa de Chiang Kai-shek inició la práctica de regalar “simpáticos pandas peludos blanco con negro.” Tras la creación de la RP China en 1949, el carismático mamífero fue empleado para fortalecer y/o consolidar los lazos políticos de Beijing con otras naciones, práctica que se mantiene hasta el momento actual, en lo que ha dado en llamarse la diplomacia del panda o pandaplomacy. En los años 50, la dirigencia china comenzó a regalar pandas a países aliados como la URSS y Corea del Norte. Entre 1972 y 1984, la RP China obsequió panditas a las naciones occidentales, destacando, por supuesto, Estados Unidos, en este caso, a partir de 1972.

Cabe destacar que la panda Xin Xin de 33 años, es la última residente de su estirpe en el Zoológico de Chapultepec en la Ciudad de México y, por ser descendiente directa de los plantígrados obsequiados por el gobierno de Mao Zedong a México en 1975, es mexicana. Pero si México deseara albergar pandas en Chapultepec en la actualidad, debería pagar la renta respectiva previa suscripción de un contrato de arrendamiento con Beijing.

A partir de 1984 y hasta 1998, los pandas pasaron a formar parte de la estrategia china de “puertas abiertas” a la inversión extranjera y Beijing los entregaba solamente en arriendo, de manera que los carismáticos animales eran “rentados” a aquellos países prioritarios para la política exterior de Beijing. El panda es un “tesoro nacional” celosamente preservado Para ello, se instituyó la firma de una especie de “contrato entre el prestador y el país beneficiario”, y si en el lapso en que el, la, o los panda (s) que reside (n) en el zoológico de algún lugar del mundo tuviese (n) un bebé (muchas veces nacen gemelos o hasta trillizos, como ocurrió en 2014 en un zoológico chino), entonces el (o los) pequeño (s) es (son) propiedad de la RP China.

Gracias a los panditas, la RP China no necesita amenazar a las naciones para obtener lo que desea de ellas. Los países a quienes les formula peticiones, suelen acceder a los deseos chinos, animados no sólo por las oportunidades comerciales y de inversión que les ofrece la segunda nación más poblada del mundo, sino también atraídos por la posibilidad de albergar, aunque sólo sea por algunos años, a una especie vulnerable, la que, pese a demandar amplios cuidados a un costo exorbitante –los pandas son el segundo animal más caro de mantener en cautiverio en los zoológicos, sólo superado por el de los elefantes-, reporta igualmente beneficios políticos y de imagen pública a sus receptores. Así, desde 2008 a la fecha, los pandas son entregados a países que a cambio ofrecen a la RP China recursos naturales y tecnología. En los casos de Australia, Francia y Canadá, la renta de mamíferos fue recompensada con la venta de uranio de estas naciones a la RP China. Los pandas entregados a Tailandia, Singapur y Malasia fueron la moneda de cambio para la suscripción de tratados de libre comercio entre estas naciones y Beijing. Es decir: antes, la RP China debía desprenderse permanentemente de un animal considerado como tesoro nacional. Hoy en cambio, se puede dar el lujo de imponer los términos, no sólo respecto a la manutención de este mamífero, sino, sobre todo, de otros temas y agendas que Beijing desea solventar con las naciones del orbe.

Se calcula que existen unos 1 864 pandas en su entorno natural, y hay otros 300 en cautiverio, incluyendo los criaderos-centros de investigación como el que se encuentra en Chengdu –fundado en 1987-, en la provincia de Sichuan, en la RP China, donde se fomenta su reproducción, se traslada a aquellos pandas enfermos que son encontrados en las montañas para curarlos y posteriormente llevarlos de vuelta a su hábitat, y se intercambia información con especialistas de otras regiones chinas y del resto del mundo. Gracias a los cuidados que las autoridades chinas han puesto tanto en el hábitat del mamífero como también mediante la reproducción en cautiverio, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera que el plantígrado ya no es una especie amenazada sino vulnerable.

Las leyes chinas protegen al emblemático panda. Anteriormente solía verse amenazado por cazadores furtivos que querían su piel o comerlo. Actualmente, gracias a las penalizaciones que pueden ir desde la prisión hasta, en algunos casos, la pena de muerte se ha logrado proteger al mamífero de esas prácticas. Sin embargo, su vulnerabilidad persiste por otras causas. Dada su baja tasa de reproducción y el hecho de que la hembra entra en celo sólo una vez al año, es difícil que la población aumente en la vida silvestre. Su esperanza de vida es reducida, apenas 15 años en condiciones naturales, si bien en cautiverio y en los zoológicos pueden sobrevivir por 30 o más años. Los pandas son animales solitarios, lo que dificulta los encuentros para su reproducción. La urbanización es otro elemento que opera contra la supervivencia de la especie, toda vez que los ecosistemas son transformados por el crecimiento de las ciudades, reduciendo el hábitat en el que los pandas viven. Los fenómenos naturales también tienen consecuencias para ellos. Por si fuera poco, las enfermedades de las plantas, en especial del bambú que es su alimento principal, pueden provocar la muerte por inanición de los panditas, como efectivamente ya ha sucedido en otros momentos.

En los criaderos como el de Chengdu, la reproducción de la especie en cautiverio ha sido exitosa. En la vida silvestre suele ocurrir que una panda da a luz gemelos, pero para procurar su sustento, la madre protege y alimenta sólo a uno, al que tiene más posibilidades de sobrevivir. En Chengdu, en cambio, los cuidadores pueden ayudar a la supervivencia de gemelos o triates, gracias a que en ese lugar la especie se encuentra protegida y se le proporciona el sustento que requiere. Ello, empero, no están exento de problemas. El incremento de la población de pandas en cautiverio tiene enormes costos y los proyectos para reinsertar estos pandas a la vida silvestre no han funcionado. En algunos casos los pandas de criaderos llevados a la vida silvestre han sido asesinados por pandas salvajes o bien se han enfermado y no logran procurar su sustento ni supervivencia adecuadamente. La RP China ahora enfrenta el dilema de cómo enseñar a los pandas a “comportarse como pandas” en su hábitat natural, cuando toda su vida han dependido de los cuidados y el sustento que les dan los humanos en los criaderos.

Mientras Beijing resuelve esta encrucijada, es evidente que el arriendo del icónico mamífero le ha redituado en lo económico y en lo político y claro, le permite sortear la sobrepoblación de los plantígrados en sus criaderos. Los pandas son “arrendados” a diversos países por períodos de 10 años a 20 años, a un costo anual de un millón de dólares (aunque el zoológico de San Diego pagó dos millones anuales, por ejemplar) o euros. Lo anterior también significa que sólo los zoológicos mejor financiados del planeta pueden darse el lujo de albergar pandas en las condiciones descritas. Con Rusia hay una situación excepcional: la RP China no obsequió ni arrendó la pareja de panditas llamados Ru Yi y Ding Ding que el gobierno de Xi Jinping entregó al Zoológico de Moscú en 2019 con motivo del 70° aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Ru Yi y Ding Ding partieron en avión de Chengdu y llegaron a Moscú donde permanecerán por 15 años con fines científicos. Los pandas son un préstamo por el que el gobierno de Putin no deberá erogar un solo rublo. Es el único país del mundo a quien la RP China le ha prodigado semejante deferencia. Claro que la manutención, esa sí, que no es barata, recaerá en la Federación Rusa. Empero, los pandas son la principal atracción del Zoológico de Moscú y se han ganado la admiración y el cariño de moscovitas y visitantes. También envían el mensaje de la sólida amistad entre ambos países, en contraste con lo que ocurre en las relaciones entre Beijing y Washington.

Con Estados Unidos, la RP China mantiene una larga historia de desencuentros. Sin embargo, la diplomacia del panda ha ayudado a limar asperezas entre ambos gobiernos. Un ejemplo: en enero de 2011, el entonces presidente de EEUU Barack Obama ofreció una cena de Estado –la primera desde 1997- a su homólogo chino Hu Jintao. En esa ocasión imperó la camaradería. No se habló de los disidentes chinos, ni de la piratería ni de los productos apócrifos que produce el país asiático, como tampoco sobre los derechos humanos, sino de los valores que “comparten Estados Unidos y la RP China.” En vista del trato recibido, el presidente chino anunció, en medio de una nutrida ovación, que se había llegado a un acuerdo con el Zoológico de Washington para que siguiera contando con pandas gigantes.

Por más de 50 años, los pandas han sido el instrumento que hermanó a dos países antagonistas que, pese a sus diferencias, mostraban que tenían un interés común, el bienestar de los simpáticos mamíferos, venerados por los residentes de la capital estadunidense y alrededores. No debe sorprender entonces la tristeza y el enojo de los estadunidenses hoy ante la repatriación ordenada por Beijing en el presente año de los plantígrados no sólo del Zoológico Nacional de Washington, sino de otros. Los pandas que se encontraban en los zoológicos de San Diego y Memphis, ya volvieron a la madre patria. El último grupo de cuatro ejemplares que reside en Atlanta, será repatriado en 2024. Pero también, los pandas de otros países anglosajones como el Reino Unido y Australia dirán adiós a los zoológicos de Edimburgo y Adelaide, el mes entrante, en el primer caso, y posiblemente en 2024 en el caso australiano. ¿Qué es lo que sucede? ¿Llegó a su fin la diplomacia del panda?

La guerra comercial decretada por Washington desde los tiempos de la administración de Donald Trump y que su sucesor Joe Biden mantiene contra Beijing, ha generado una ola de sanciones y represalias mutuas que han enturbiado el clima político de la relación. A ello se han sumado los dimes y diretes sobre el origen de la pandemia del SARS-CoV2; las acusaciones sobre violaciones de los derechos de propiedad intelectual; las amenazas de Beijing contra Taiwán; la situación de los derechos humanos, y, por si fuera poco, el espionaje, ilustrado en un enorme globo que a principios del año en curso sobrevoló el espacio aéreo de Estados Unidos, desde Alaska hasta las Carolinas, incluyendo su paso por zonas donde la Unión Americana alberga instalaciones nucleares. El globo fue derribado con un misil arrojado por un avión estadunidense F-22.

Hay que añadir a lo expuesto la creación de una alianza militar con la participación del propio Estados Unidos, el Reino Unido y Australia (AUKUS), diseñada para contener la amenaza china en Asia-Pacífico. AUKUS fue anunciado el 15 de septiembre de 2021 y consiste en el suministro de submarinos de propulsión nuclear que recibirá Australia de parte de Londres y Washington. Cabe destacar que esto creó una crisis en los vínculos entre Canberra y Francia toda vez que existía un acuerdo previo para que París proporcionara estas tecnologías a los australianos. AUKUS también busca mejorar la ciberseguridad de los participantes. Subsiste, sin embargo, una controversia acerca del suministro de tecnología nuclear a Australia, en especial de, posiblemente, uranio enriquecido, toda vez que todos los países involucrados en este esquema son signatarios del Tratado de No-proliferación de Armas Nucleares, el cual prohíbe la proliferación horizontal de tecnología nuclear con fines bélicos, como parece ser el caso con los submarinos que tendrá el país de los canguros. En cualquier caso, no debe sorprender que Beijing esté molesto con este acuerdo y que, sin mayores explicaciones pida la devolución de los panditas asentados en los zoológicos de esos países. Es la manera en que la RP China usa su leverage reduciendo el nivel de la relación diplomática bilateral con estas naciones.

Como nota al calce se sabe que el presidente de México, López Obrador, participará en la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se lleva a cabo en San Francisco y se ha confirmado que sostendrá encuentros bilaterales tanto con su homólogo estadunidense Joe Biden, como con el mandatario chino Xi Jinping. A propósito de la longeva panda -de 33 años de edad-, la última que reside en el Zoológico de Chapultepec, la negociación de los términos y condiciones para traer pandas a la Ciudad de México se enfrenta no al problema geopolítico que tienen EEUU, el Reino Unido y Australia con Beijing. Si bien las relaciones diplomáticas entre México y la RP China no están en uno de sus mejores momentos, no hay reticencias de parte de Beijing para rentar -sí, rentar– panditas a México. Entonces la diplomacia del panda, para el caso mexicano y otros países menos hostiles a la RP China, sigue vigente. Por ejemplo, a la luz de las relaciones cada vez más intensas de la RP China con países árabes, Qatar recibió de cara a la Copa del Mundo, dos pandas en arriendo que le abrieron a Beijing la puerta a jugosos contratos para la industria de la construcción en esa nación. En el caso de México, se ha hablado de traer un solo ejemplar, pero un zoológico público como Chapultepec no podría sufragar el monto de la renta, por lo que se busca que la Cámara de Comercio México-China y el sector privado en general, coadyuven a financiar la estancia del simpático plantígrado. Para la CDMX es imagen pública, es una manera de atraer visitantes y turistas, de mostrar a la capital mexicana como involucrada decisivamente en la protección y conservación de especies, si bien el tema de la llegada de nuevos pandas a la ciudad no está por ahora en la agenda de la reunión López Obrador-Xi. Sí lo está, en cambio, el espinoso tema del fentanilo.

Epílogo: seguramente quienes lean estas líneas se preguntarán si no sería mejor que el presidente mexicano aproveche su estancia en San Francisco para arreglar las cosas con Perú. Pero esa es otra historia y tampoco parece figurar en la agenda.

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