El Grupo Tabasco no cederá la candidatura para sucesión en Morena. Lo demostró en menos de una semana, con dos banderillas clavadas en seco: le ensartó a Ebrard la tragedia de los 39 migrantes; y embarró a Sheinbaum en el desfalco de Segalmex.
En dos segundos de una entrevista con Joaquín López-Dóriga, sin estrenar las glándulas sudoríparas, el tabasqueño secretario de Gobernación no sólo hundió a Marcelo Ebrard, sino que demostró que el canciller es de los que se traga el anzuelo sin chistar.
“Es Marcelo el encargado”, zanjó Adán Augusto, segundo del Grupo Tabasco, después del presidente; al señalar al responsable político de que fueran quemados vivos 39 migrantes en una cárcel de Ciudad Juárez. Fue un crimen, porque los dejaron encerrados.
A.A López mostró quién manda: Ebrard metió la cabeza bajo el ala. No importa que Migración, que detenga a los migrantes, que los deporte, que le paga a los agentes migratorios, que la cárcel dejara en letras inmensas “Secretaría de Gobernación”.
“Es Marcelo el encargado”, dijo. Y punto. Peor para el canciller, el presidente, que es el líder del Grupo Tabasco, no lo defendió y se echó un rollo salomónico:
“Es producto de las circunstancias, pero estamos juntos todos y vamos a seguir así”. Dejó sólo a Ebrard.
Con el desfalco en Segalmex ocurre algo parecido. A.A López tiene a su mando al que era director, durante el desfalco más grande de dinero del erario en la historia de México: Ignacio Ovalle, bajo cuya gestión se robaron 20 mil millones de pesos.
Pero mueve los hilos de manera que es el mismísimo presidente a quien le achacan ser tapadera de Ovalle y, peor aún: esta semana quedó embarrada en el desfalco la Jefa de Gobierno. Es A.A. López quien está cruzando el pantano sin ensuciarse las plumas.
Y resulta que la Jefa de Gobierno de la CDMX está involucrada en el desfalco de Segalmex, a través de un entramado financiero detectado por el Servicio de Administración Tributaria, que es dirigido por Raquel Buenrostro, operadora histórica del Grupo Tabasco.
Manchada, Claudia Sheinbaum tuvo que hacer lo mismo que Ebrard: tragarse el anzuelo sin chistar y meter la cabeza bajo el ala. Así que admitió que contrató a una empresa de Segalmex que resultó ser fantasma y le pagó 142 millones de pesos por nada.
La ingeniería financiera que admitió la Jefa de Gobierno consiste en el desvío de dinero del erario a la empresa “Carregín”, que tiene sólo siete empleados y que supuestamente vendía hielo y agua, pero compró toneladas de azúcar que nunca existieron.
¿Qué hace el presidente destapador mientras la corcholata paisana se come a las otras dos? Se lo permite.
Para que todo quede en el rancho.