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Conocí el I Ching, el libro de las mutaciones chino, uno de los documentos más antiguos del mundo, por mi interés en conocer más del psiquiatra y psicólogo suizo Carl Jung, discípulo de Freud en sus inicios y al que debemos propuestas tan interesantes como la del inconsciente colectivo o sus destacadas aportaciones en el análisis de los símbolos y los arquetipos. Al estudio del I Ching, ese perturbador oráculo ancestral, dedicó este autor una buena parte de su vida. 

‘Ming Yi’. Hexagrama 36, el oscurecimiento de la luz, también llamado “el resplandor herido”.

Intentando hacer un resumen de lo que luego se llegaría conocer como la “sincronicidad jungiana” podríamos decir que después de sus reflexiones, Jung concluye que todo lo que nos sucede parece a simple vista una casualidad, pero forma parte de un entramado que no es accidental y que significa algo importante, aunque en ese momento no seamos capaces de entender el mensaje.

Cuando de pronto nos topamos con una frase que nos impacta, o con una persona a la que hace tiempo no veíamos, o escuchamos determinada canción sin buscarla, de acuerdo a esta teoría, existen en estas aparentes coincidencias mensajes importantes para nuestras vidas. Así, cuando se pregunta algo al I Ching, el milenario libro contesta con un contenido invariablemente simbólico que te ayuda a clarificar tus dudas. 

El ‘Oscurecimiento de la luz’ es lo que responde el I Ching cuando pregunto temerariamente que tiempos estamos viviendo. Nada más esclarecedor y cierto.

En las últimas semanas hemos vivido en nuestro país momentos no solo oscuros, diría negros: la tragedia de Ciudad Juárez, que deja 40 personas fallecidas, no más —a decir del presidente— porque “se fue el señor que traía las llaves para abrirles” y evitar que murieran atrapados por el fuego. ¿Qué pasó? nadie sabe, nadie supo y los responsables de este crimen de Estado no pagarán por ello; o la muerte de cinco jóvenes en Nuevo Laredo no más por la equivocación de algunos soldados que no sabían bien a bien a quien estaban matando ni por qué. Y que podemos decir del “ya chole” del primer mandatario cuando un grupo de personas en Fresnillo le exigen respuesta por sus familiares desaparecidos, indignante, pero hay más.

La rotunda declaración de AMLO al proclamar que “el INAI no sirve para nada” (al fin ya tenemos la mañanera) y su negativa a que se nombren los dos consejeros faltantes para conseguir así que la opacidad y la falta de rendición de cuentas sea absoluta. La corrupción a todo lo que da. 

O volteamos los ojos a la lamentable presencia de la ministra Yasmín Esquivel, cómodamente aferrada a su asiento en la SCJN. No podemos olvidar el ominoso silencio de la UNAM y la Universidad Anáhuac que más de tres meses después no se deciden a revocar los títulos de la plagiaria. 

SEGALMEX y sus más de 15 mil millones de pesos desaparecidos misteriosamente, la violación diaria de la Ley Electoral por parte de las llamadas corcholatas, en fin, creo que el oscurecimiento de la luz queda más que bien documentado.

Tiempos difíciles, tiempos revueltos, pero nunca está más oscuro que cuando va a amanecer. ¡Ojalá! 

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