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jueves 26 diciembre 2024

El Plan C, chamaco berrinchudo

por Rafael Hernández Estrada

El grupo en el poder intenta a toda costa hacerse del control de las elecciones en México, regenerando la manera en que el PRI, como partido de Estado, convirtió los comicios en una farsa y se auto garantizó largamente el triunfo en cualquier elección. Pero AMLO no logró su cometido ni con una intensa campaña de difamación y desprestigio, focalizada contra los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, pues el órgano electoral mantiene altos índices de aceptación y la ciudadanía obligó a los partidos de oposición a cerrar filas en defensa del INE. López Obrador tuvo que dejar de lado su Plan A; luego, abandonar su Plan B y anunciar a través de sus mandaderos un Plan C que tiene pinta de berrinche infantil.

El Plan A de AMLO era suprimir al INE, sustituirlo por un órgano bajo su control y trasladar el padrón electoral a los dominios de la Secretaría de Gobernación. Junto a ello, propuso regalar los tiempos fiscales a los concesionarios de radio y TV (para que Televisa y TV Azteca restablecieran su negocio de publicidad política) y legalizar la propaganda gubernamental durante las campañas electorales. También, quitar el financiamiento ordinario a los partidos (con el fin de inclinar la cancha de la competencia electoral a su favor), así como reducir el pluralismo en el Congreso de la Unión, las legislaturas estatales y los municipios (para construir un monopolio político, como el que existía décadas atrás), El Plan A está contenido en la iniciativa de reforma a 18 artículos de la Constitución, que López Obrador presentó formalmente en abril de 2022. 

Pero el intento presidencial se tropezó con el rechazo ciudadano y con la Marcha por la Democracia, realizada el 13 de noviembre. Esta gran movilización, además de lograr la participación de cientos de miles de personas en la Ciudad de México y otras 60 ciudades, empujó a un cierre de filas de los partidos de oposición en contra de esa reforma, lo que dejó a AMLO sin la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Y así fue como el Plan A del presidente terminó en naufragio. 

Fue entonces que el inquilino de Palacio Nacional anunció su Plan B. Después de despotricar contra los asistentes a la protesta del 13N (los llamó racistas y clasistas, además de hipócritas, conservadores, fifís y otras lindezas) dijo que, tan pronto fuera desechada en la Cámara su propuesta inicial, presentaría reformas a las leyes secundarias (que requieren solo mayoría simple) para que la designación de consejeros del INE y de magistrados electorales se sometiera a votación popular, se eliminaran los OPLES, se redujera el número de legisladores y el financiamiento de los partidos políticos. Los asesores presidenciales omitieron informarle lo improcedente de estas propuestas, dado que las leyes secundarias deben ser acordes al texto constitucional y no pueden llevar la contra a la Carta Magna. 

Así, el proponente tardó 10 días en comprender que su Plan B tampoco funcionaba. El 1 de diciembre, en pleno cuarto aniversario de su toma de posesión, el presidente utilizó su show mañanero para cancelar el Plan B. “Quédense con su INE, les falta pueblo”, sentenció ofuscado y por enésima vez acusó a los críticos de sus propuestas de ser defensores de la corrupción. En esta ocasión no se molestó en detallar su Plan C, pues esa tarea la dejó a sus mandaderos en el Congreso: en declaraciones por separado, los coordinadores parlamentarios del partido color sangre dieron a conocer retazos de lo que queda de la iniciativa de AMLO. Ese día, el diputado Mier da a conocer no una reforma político-electoral en toda forma, sino una mini reforma motivada por el desquite. Consiste en ahorcar presupuestalmente al INE, a los tribunales electorales y los OPLES, cercenar sus estructuras, menguar sus capacidades de fiscalización, de vigilancia y de sanción contra los infractores de la normatividad electoral. El Plan C de AMLO no es digno de un estadista, corresponde a la conducta de un chamaco berrinchudo.

Cincelada: Además de reprimir violentamente la protesta de los pobladores de San Gregorio Atlapulco, los granaderos de Claudia Sheinbaun hicieron destrozos en las casas de ese pueblo.

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