El Premio Knight y el victimismo de Aristegui

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El pasado martes 15 de noviembre muchos medios dieron a conocer que la periodista mexicana Carmen Aristegui acababa de recibir el Premio Knight, que otorga The International Center for Journalists (ICFJ), organización norteamericana, con sede en Washington, que gestiona programas para involucrar a periodistas y ciudadanos con las nuevas tecnologías y las mejores prácticas periodísticas, a fin de elevar la calidad de vida de la población a través del ejercicio del derecho a la información. Esto al menos en la letra y según su discurso institucional.


Durante las tres décadas más recientes, ICFJ ha trabajado con más de 96,000 periodistas y medios de comunicación de 180 países. Se especializa en contactar “socios locales fuertes”.


El soporte fundamental de esta organización es la Fundación John S. y James L. Knight (de aquí el nombre del premio). También recibe “apoyo adicional” de la Fundación Bill y Melinda Gates. ¿Aprovechará Bill Gates sus acciones de capacitación filantrópica en materia de medios digitales para posicionar comercialmente a la empresa Microsoft? Por qué no. La filantropía también puede ser un buen negocio.


Llamó mucho la atención el hecho de que, durante la noche de gala para la entrega del Premio Knight, la cadena Cable News Network (CNN) contó con una notable presencia a través del famoso presentador Wolf Blitzer, como maestro de ceremonias. Quien sabe de protocolos, sabe que el maestro de ceremonias es una de las más importantes estrellas de un evento, porque modula y administra los tiempos y los sentimientos del auditorio. Casi nada.


Y, durante la ceremonia, también fue reconocida la Corresponsal Internacional en Jefe de CNN, Clarissa Ward. Casi nada.


Y no olvidemos que Carmen Aristegui también pertenece a la cadena CNN, empresa del magnate Ted Turner. Sí, ese mismo que, en el marco de la más reciente campaña electoral por la Presidencia de EEUU, le envió una carta pública “de un multimillonario a otro” a Donald Trump, para decirle sin ambages: “Hoy, orgullosamente ofrezco mi apoyo público a Hillary Clinton como próxima Presidente de los Estados Unidos”.


¡Fuck! Más claridad ni en el agua.


Y con esa misma claridad The New York Times, que tiene en Carlos Slim uno de sus principales accionistas, actuó abiertamente a favor de Hillary Clinton y en contra de Donald Trump. Y, no pocas veces, el ahora Presidente electo arremetió contra este diario, acusándolo de tendencioso, mentiroso y deshonesto. Las declaraciones son públicas, como públicas también han sido las críticas de Trump hacia la CNN, de Ted Turner.


Y tampoco debemos olvidar que Ted Turner, Bill Gates y Carlos Slim tienen intereses en común o convergentes dentro de EEUU y México.


Así, pues, ¿será que, en la gala de los Premios Knight, Carmen Aristegui habló como un “muñeco de ventrílocuo” de estos tres grandes magnates transfronterizos? Hay muchas coincidencias, aparte de la apuesta a favor de Hillary Clinton, aparte del discurso anti-Trump.


Si no han visto el video sobre el discurso de aceptación de Aristegui, aquí se los dejo:


https://www.youtube.com/watch?v=CbHsq0dO-5s


Carmen Aristegui se mostró muy teatral (más de lo normal) y exhibió una clara postura con respecto a Donald Trump; postura coincidente con la línea periodística dominante dentro de la CNN y The New York Times.


En el marco de su guión anti-Trump, Aristegui aprovechó para cargarle algunas piedras al gobierno mexicano, haciendo hincapié en que éste no tiene el tamaño para enfrentar el “enorme desafío” inherente a las bravuconadas de Trump. Vaya constatación: ¿cuándo hemos tenido poder económico-militar propio y suficiente como para enfrentar a los gringos? Sería bueno que se lo preguntara a su amigo e historiador Lorenzo Meyer.


Tras sus bravatas contra el magnate y próximo Presidente de EEUU, Aristegui pasó a algo que le agrada mucho: la auto-victimización, al estilo de otro de sus afines, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien siendo Jefe de Gobierno del Distrito Federal encontró en Carlos Slim a uno de los grandes inversionistas para la capital.


Y sale de nuevo Carlos Slim, a quien AMLO no suele mencionar cuando habla de los empresarios que forman parte de la “mafia del poder”, y eso que la mega fortuna de Slim creció descomunalmente durante y a partir del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), el capo de capos y el jefe de jefes, según AMLO. Cosas de la vida, ya saben.


Ah, claro, y también se trata del mismo Slim que vio manchada su reputación empresarial por el deshonroso caso de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México. Un caso que, por cierto, ha sido cubierto tangencialmente por Carmen Aristegui y su equipo de periodistas. ¿Protegiendo a Slim, Ebrard y Mancera? ¿Generará mejores dividendos el tema de los nexos entre Peña Nieto y el Grupo Higa?


 


En fin, el asunto es que Aristegui se tiró al drama. Ya saben ustedes: el sistema la persigue y la acosa judicialmente. El “vendaval autoritario”.


Para el efecto, Aristegui sacó a colación la reciente sentencia con respecto al Juicio Ordinario Civil con número de expediente 455/2016, emitida el 28 de octubre de 2016 por el titular del Juzgado Quincuagésimo Séptimo de lo Civil del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.


Si no han leído la sentencia, aquí se las dejo:


https://es.scribd.com/document/330434693/SENTENCIA-455-2016#from_embed


En este contexto, resulta molesto y grotesco, desde el punto de vista periodístico y jurídico, el victimismo soez de Carmen Aristegui, porque cuando hace referencia a dicha sentencia dice lo siguiente: “Un juez me sentencia, cito textual, por hacer uso excesivo de la libertad de expresión y de información al escribir el prólogo del libro La Casa Blanca de Peña Nieto” (véase del minuto 4:10 en adelante del video arriba citado).


¿Por qué Aristegui no cita bien al juez? ¿Por qué “edita” las palabras del juez a su espuria conveniencia? ¿De ese tamaño es su seriedad como persona, como periodista, como ciudadana, como profesional de los medios?


Yo citaré a cabalidad al Juez Odilón Centeno Rendón. El impartidor de justicia dice lo siguiente, y esto consta en el Resolutivo Segundo, que consta en la foja 40 de la sentencia en cita:


SEGUNDO.- Se declara que MARÍA DEL CARMEN ARISTEGUI FLORES excedió su libertad de expresión y de información causando un daño a los derechos a la personalidad, honor y prestigio de JOAQUÍN VARGAS GUAJARDO, en las apreciaciones contenidas en el prólogo del libro intitulado “LA CASA BLANCA DE PEÑA NIETO”.


¿Notan ustedes la trampa, el victimismo, la deshonestidad y el cinismo de la Aristegui? ¿Notan la manipulación del texto de la sentencia en su intervención durante la entrega de los Premios Knight?


Para entender este asunto, comencemos citando el párrafo primero del artículo 6º de nuestra Constitución:


Artículo 6º. La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado.


Pues bien, en su prólogo al libro La Casa Blanca de Peña Nieto, la periodista Carmen Aristegui afectó el derecho al honor del señor Joaquín Vargas Guajardo, al imputarle a éste conductas deshonrosas jamás demostradas por la periodista (véase la sentencia referida).


Como persona, como ciudadano y como empresario, el señor Joaquín Vargas Guajardo vive en gran medida de su prestigio, de su honorabilidad. Sus negocios, sus inversiones y sus planes dependen en gran medida de esa honorabilidad.


Y por supuesto que debe ser sancionada cualquiera imputación calumniosa no demostrada sobre su persona, porque queda afectado su honor, sobre todo por su calidad de empresario.


¿Tantos años en los medios y Carmen Aristegui no sabe que el “honor” es un bien jurídico tutelado dentro del Derecho?


Así, pues, el juez de la causa, Odilón Centeno Rendón, resolvió conforme a Derecho, con base en las disposiciones de la Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal, una ley muy deficiente en muchos sentidos, pero vigente al fin y al cabo.


Por supuesto que a Carmen Aristegui le conviene presentarse como una “perseguida” por razones políticas, cuando en realidad es una conculcadora del Derecho, por haberle imputado a otra persona, sin prueba alguna, una conducta deshonrosa.


¡Pero qué mejor que quedar cómo una mártir!


Concluyo con una excelente cita en relación con este asunto:


“(…) en el Derecho mexicano existe una garantía constitucional que permite formular críticas y opiniones acerca de cualquier tema; es muy importante recalcarlo: críticas y opiniones. Lo que no se puede impunemente es ?por ser ilícito? imputar hechos o datos falsos, ya que la situación jurídica es diferente, puesto que los primeros (sic) no están sujetos al principio de la veracidad en tanto que los segundos deben ser producto de la verdad o de una realidad objetiva” (Salvador Ochoa Olvera, La demanda por daño moral, México, Montealto Editores, 2010, pp. 326-327).


¡Qué decepcionante resulta que una persona, una periodista, se pronuncie a favor de las libertades y no entienda el alcance de las mismas!

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