Al PRI le urge definir el futuro de su presidente. Las consecuencias de no hacerlo empiezan a dirigirse de manera grave al partido y también a la alianza Va por México y su futuro.
Lo que queda del PRI está confrontado, sin que aparezca alguna corriente al interior del partido que pudiera sustituir al actual Comité Ejecutivo, no hay ni caballada.
Las cosas no se mueven, porque no hay quién pueda encabezar algún proyecto alternativo, una cosa es que critiquen al afamado Alito y otra muy distinta que existan cuadros que puedan emerger para poderlo sustituir.
Alejandro Moreno lo sabe y por eso los confronta. Si a Alito se le aplica aquello de que el pasado lo condena igual ha de suceder con casi todos y todas quienes están todavía en el partido. No hay quien pueda hoy hacer a un lado al presidente del tricolor, lo que va a terminar quitándole el cargo está más bien en la suerte que pueda correr respecto a las acusaciones que se le han venido haciendo y lo que siga presentando en su audioteca la gobernadora de Campeche; anoche, todo indica, presentó un capítulo más de las correrías de Alito.
Layda Sansores no actúa sola. No se ve por dónde el Presidente no esté al tanto de lo que está haciendo la gobernadora, el propio López Obrador ha reiterado que está enterado de casi todo y sería materialmente el colmo que una gobernadora de su partido, que al mismo tiempo es algo así como su fan, no le hubiera informado de algo tan importante como son sus grabaciones y sus estrategias.
A Alito, todo indica, no le va a quedar de otra que renunciar. Lo están cercando por todos lados, por una parte, está el aspecto legal bajo el cual de manera desaseada la Fiscalía de Campeche mandó detenerlo en el aeropuerto, lo cual confirma que van tras él, ya sea para intimidarlo o para detenerlo, lo que en términos políticos parece ser lo mismo en función de los escenarios políticos.
Por otro lado, Morena ya se echó andar, o ya la echaron, en la Cámara de Diputados buscando la manera de quitarle el fuero a Alito para que eventualmente pudiera ser detenido. No vemos cómo el Presidente no pueda estar enterado, o quizá más bien está dirigiendo el tránsito en todo este asunto.
Al PRI le está pegando el escándalo en lo que le queda de corazón, pero donde más le está afectando es en la alianza que tiene con el PAN y el PRD de cara a las elecciones del año que entra y, sobre todo, las del 24.
El papel que puede jugar el PRI en las elecciones presidenciales puede ser de importancia para la alianza, no tanto por lo que hoy es el partido, sino por las muchas herencias que tiene a lo largo del país las que pueden redituar en votos; es un poco de lo que le queda al partido a estas alturas.
El Presidente lo sabe y es muy probable que por ello ande soltando los brazos en asuntos como el de Peña Nieto, por más que sea un sí, pero no, y el de Alejandro Moreno y con todo lo que tenga que ver con el pasado, a estas alturas hasta Ernesto Zedillo está en la lista.
El PRI está contra las cuerdas y no se ve cómo pueda zafarse del gran problema que tiene y se le viene. Lo han venido cercando, lo que puede ser un mecanismo para abortar la alianza y que al final pueda sobrevivir a través de una insignificante alianza con Morena.
El Presidente tiene al PRI y su pasado en la mano. Fue paciente estos años hasta que llegó el momento, el cual pasa por razones políticas, pero también por elementos estratégicos que inevitablemente tienen que ver con las elecciones, junto con factores distractores, los cuales son del gusto y estrategias del Presidente.
López Obrador no sólo destapó “corcholatas”, ya es el estratega y jefe de campaña, lo cual son sus terrenos naturales.
RESQUICIOS.
Veremos en el corto y mediano plazo si las buenas intenciones de ayer en Washington se cumplen. No esperemos que las cosas cambien de manera sustantiva, para que esto suceda se requiere de tiempo. Lo bueno fue la reunión, los resultados son un enigma.
Este artículo fue publicado en La Razón el 13 de julio de 2022. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.