El pasado 9 de agosto, López Obrador expresó que los magistrados del Tribunal Electoral que lo sancionaron por ejercer violencia política de género contra la senadora Xóchitl Galvez, actuaron en su contra con ‘malicia efectiva’, y aseguró que él también es un blanco de violencia política de género.
Estás declaraciones, no sólo reflejan una inmensa ignorancia en materia legal por parte del titular del poder ejecutivo, además, exhiben de nueva cuenta su visión machista y anclada al pasado.
El artículo 20 bis de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, señala que para que una acción u omisión sea considerada violencia política de género, debe que estar basada en elementos de género y buscar o resultar en la anulación o menoscabo del ejercicio de los derechos políticos de quien la vive.
Dichos elementos son considerados de género, cuando se ataca a una MUJER sólo por serlo, cuando a ésta le afecta desproporcionadamente lo hecho u omitido, o cuando se busca un impacto diferenciado en ella en comparación con un hombre.
La estrategia de victimización del presidente no es nueva, de hecho, su martirologio ha estado presente desde el inicio de su administración. En varios momentos, López Obrador se ha declarado EL PRESIDENTE MÁS ATACADO DE LA HISTORIA, asegurando que en más de un siglo, no se ha atacado e insultado tanto a un Presidente de la República como a él.
La victimización puede resultarle una herramienta poderosa para movilizar apoyo de sus simpatizantes y desviar la atención de cuestionamientos legítimos. Sin embargo, esa estrategia se ha convertido en una justificación indiscriminada y burda de sus expresiones machistas, eso ha desatado críticas de especialistas en el tema, y eventualmente generará descontento social, especialmente de las mujeres.
El presidente asegura ser víctima de ‘violencia política de género’ a pesar de ser hombre. Esta interpretación distorsionada del término, pretende equiparar su posición con la de las mujeres que enfrentan verdadera discriminación y violencia basada en su género.
La victimización del presidente al atribuir críticas a su forma de gobernar a la “violencia política de género”, no sólo es un intento de desacreditar a sus detractores, sino que también minimiza la verdadera importancia de abordar la violencia de género que sufren las mujeres. Esta apropiación abusiva de la terminología, trivializa las luchas por la igualdad de género y erosiona la credibilidad de su administración.
Al presentase como víctima injustamente tratada, López Obrador elude la responsabilidad que debe tener en su posición, e intenta crear un aura de impunidad y justificar sus dichos unilaterales y autoritarios
En el país que López Obrador dice gobernar, 10 mujeres son asesinadas diariamente y 60 son víctimas de violación, más del 90% de estos delitos quedan impunes. Más de 30 mujeres han sido atacadas con ácido y sólo hay un agresor sentenciado.
Desde hace varias semanas, el presidente está dedicado a agredir sin pudor a una senadora de la República; a violentar a una mujer cuyo único ‘error’ ha sido el alzar la mano para sucederlo en el cargo.
A pesar de todo esto, López Obrador se considera a sí mismo como una ‘víctima de violencia de género’, ¡ver para creer!
La verdadera lucha contra la violencia de género merece respeto y seriedad. La victimización del presidente en este caso, sólo es un pretexto conveniente para evadir las consecuencias de sus dislates y arrebatos, y de paso eclipsar el enorme fracaso de su gobierno.