Morena va a necesitar resolver muchos de sus problemas internos si no quiere llevarse uno que otro susto en el 2021.
No pareciera que vaya a perder la mayoría en el Congreso, pero no está claro lo que puede pasar en algunas gubernaturas y elecciones locales, porque por más que la omnipresencia presidencial esté en el imaginario colectivo, muchas cosas se dirimen y deciden en lo local.
Hasta estos escenarios no necesariamente llega la influencia presidencial, porque además López Obrador no estará en las boletas, por más que traten de meterlo y colocar espectaculares en donde estén las y los candidatos fotografiados con el tabasqueño.
Por más distancia que haya mostrado últimamente el Presidente hacia el partido, se ve remoto que se haga a un lado no está en su naturaleza.
Lo que queda claro es que López Obrador no está contento con el partido y lo ha hecho saber. Hace poco tiempo dijo que si no se arreglan los problemas “ay se ven”. A pesar de ello va a necesitar al partido para tratar de conservar la mayoría en el Congreso y poder consolidar su proyecto, el cual ya está caminando.
La gran ventaja que tiene el Presidente y su partido es que por más desgaste que pudieran tener por el ejercicio del poder no tienen enfrente una oposición organizada y cohesionada que pueda trascender.
Van solos en muchos sentidos. Sin embargo, López Obrador necesita a Morena, el cual ha ido perdiendo de manera fehaciente apoyo, en el mejor de los casos hoy alcanza a nivel nacional una intención del voto que no rebasa el 25%.
Una de las muchas preguntas y dudas que empiezan a plantearse es si el Presidente va a jugar un papel activo en el proceso electoral, tratando de buscar que el imaginario colectivo lo vea en las boletas.
Lo que es un hecho es que Morena va a pagar un costo por estos años en el poder. La popularidad del Presidente sigue siendo significativa y no hay indicios de que pudiera disminuir de manera importante. En las encuestas al Presidente le va bien, pero a quien no le va tan bien es a su gobierno que es cuestionado en materia de seguridad, economía y sobre todo por el desempleo.
Si nos atenemos a las encuestas de Consulta Mitofsky sobre los gobiernos del país, algunos de Morena no están siendo bien calificados, las excepciones son Chiapas, Ciudad de México y BC, en ese orden. Donde las cosas están mal es en Puebla, Veracruz y ese híbrido gobierno que es el de Morelos, estados en donde el padrón electoral es numeroso.
En este mismo sentido, no hay que perder de vista que algunos gobiernos del PAN y PRI están bien calificados, particularmente los del norte, lo que pudiera llevar a que en 2021 esta influencia sea determinante, lo que incluye las elecciones para gobernador (a).
Morena trae serios líos internos a lo que se van a sumar las batallas por participar en las elecciones entre sus militantes, tanto los que se la juegan por el partido como los que son de ocasión.
No pareciera que se puedan arreglar las cosas con una tómbola porque el partido ha crecido, gobierna y a querer o no se ha ido desgastando, al tiempo que se le han ido sumando inquietantes intereses.
Todo apunta a que Morena conservará la mayoría, la cuestión es el costo de la victoria y la posibilidad de que el partido sufra divisiones y que en algún sentido se rompa. El factor de cohesión es el Presidente y el poder.
La estructura de la organización sigue siendo endeble y se está acercando el día en que vuelvan a entrar en el laberinto de decidir quiénes deben encabezar el partido.
En lo inmediato deben resolver el caso Yeidckol Polevnsky, temas de dinero, grilla, intereses y de lucha por el poder.
El 2021 ya llegó. La primera batalla y punto de partida está en Morena, el Presidente lo sabe y ya va echando a andar su maquinaria a sabiendas de que el problema de Morena está en Morena.
RESQUICIOS.
A estas alturas algo tiene de razón la OMS. ¿A quién le hacemos caso al Presidente o al afamado vocero?
Este artículo fue publicado en La Razón el 16 de junio de 2020, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.