Nadie, excepto una mayoría de magistrados, duda que el presidente Andrés Manuel López Obrador se meterá en la elección.
El mismo titular del Ejecutivo ha señalado que le quieren coartar su libertad de expresión. Es más, en Morena defienden que siga con sus arengas de las mañanas y en las giras. No hay matiz alguno.
Esto puede poner en aprietos la calidad de la elección y por ello, el INE solicitó al propio López Obrador que se abstuviera de hacer declaraciones que pudieran vulnerar la neutralidad a la que está obligado por el Artículo 134 de la Constitución.
El INE estableció algunas pautas que la Sala Superior del Tribunal Electoral consideró indebidas. El centro del debate es la tutela inhibitoria, que es una medida cautelar para evitar que se cometan afectaciones a la propia contienda.
Tenían argumentos los consejeros, sustentados en conductas reiteradas y en la hipótesis, por demás factible, de que los ataques a la oposición continúen desde Palacio Nacional, una vez que inicien las campañas y cuando la ley es más restrictiva respecto a la comunicación que hacen los gobiernos.
¿Qué pretendía el INE? En términos sencillos, que los servidores públicos se limiten a hacer su trabajo y no opinen de la elección, porque ello puede poner en riesgo los principios rectores del proceso electoral. En el fondo se trataba de un recordatorio de lo que la propia Constitución señala.
¿Era mucho pedir? ¿No es lo que exigieron por años los que ahora gobiernan? Tiran por tierra años y años de reformas y dejan claro que la ley solo les importa cuando les beneficia.
El Tribunal Electoral, al rechazar lo acordado por el Consejo General del INE, le está abriendo la puerta a un verdadero tsunami, que en los hechos hará estallar los cimientos que rigen la comunicación política en una contienda.
Esto es grave, porque aumentará los litigios y ensombrecerá muchos de los resultados. ¿Qué harán si la violación a la ley es flagrante? Quizá es lo que quieren algunos, porque saben que pueden ganar en la mesa lo que no obtengan en la urnas. Pronto lo sabremos.
Así iremos a la elección, en un momento por demás complicado por las condiciones que persisten. Ojalá la reserva democrática sea suficiente para contener tanto disparate.