Ante el fracaso del voto en 2018, México se instaló en el cómodo asidero de culpar a la pandemia del descalabro en que se sumió desde la elección de 2018. Incluso, los más críticos se obligan a endulzar “no es que las cosas estuvieran perfectas antes, pero…”.
En su primer año, sin pandemia, este gobierno repartió entre sus bases sociales la mitad del colchón que acumularon los anteriores, por si México enfrentaba emergencias graves, que no fueran desastres naturales, pues para eso ya había otros fondos.
Era el Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios, que el corrupto gobierno anterior recibió con 17 mil millones de pesos, y lo dejó en su punto más alto, con 300 mil millones de pesos, en 2018. Pero el austero gobierno actual se lo chutó en pocos meses.
No olvidemos tampoco que, antes de asumir el poder, este gobierno canceló el aeropuerto que estaba avanzado ya en un 30 por ciento en construcción en Texcoco. Por aquella decisión, el país está pagando 331 mil 966 millones de pesos en indemnizaciones.
Aún no aparecía en una sopa de un mercado en China el murciélago del Covid-19, cuando este gobierno canceló el nuevo aeropuerto y dejó una deuda a la nación, que continuará hasta después de muerta y enterrada la generación de políticos que gobierna hoy.
Este gobierno recibió el PIB en 2.5 de promedio de crecimiento anual. Y en su primer año de gestión, sin pandemia a la vista, lo tiró hasta cero.
También sin pandemia, este gobierno eliminó 109 fideicomisos que sumaban 68 mil millones de pesos provenientes de nuestros impuestos y de la empresa privada, para enfrentar desastres naturales o enfermedades catastróficas, mujeres golpeadas.
Aquellos fideicomisos permitían a México una notable flexibilidad para el manejo de esos recursos, pues no formaban parte de la discusión política del presupuesto de cada año. Había montos para proyectos científicos, guarderías infantiles, personas amenazadas…
Antes de la pandemia, este gobierno tuvo ingresos menores a los que esperaba y, además, regaló a sus seguidores el dinero que recibió en ahorros de los gobiernos anteriores, de acuerdo con su Reporte de Finanzas Públicas. La pandemia no tiene culpa.
Lo admitió el propio gobierno, cuando ante los diputados de Morena, el defenestrado secretario de Hacienda Arturo Herrera advirtió que para 2020 “se acabarán los guardaditos del país”. Lo que pasó fue que la pandemia exhibió el desastre: eso nomás.
Afloraron el desabasto de medicinas, falta de quimioterapias para niños con cáncer, jergas de zacate en el que era uno de los cinco aeropuertos más visitados del mundo y por eso había que construir uno mejor, el precio de las gasolinas mayor al precio de antes…
La pandemia vino después.