2024 será recordado como un año profuso en procesos electorales en todo el mundo -México incluido. Países poderosos, economías emergentes y la Europa comunitaria -su Parlamento-, entre otros, han presenciado comicios que revelan el sentir del electorado y le toman el pulso a las democracias más o menos consolidadas, aunque también a los regímenes autoritarios. Empero, de todos los procesos electorales celebrados o próximos a realizarse en 2024, los de Estados Unido son particularmente importantes, no sólo porque el vecino país del norte tiene un enorme poder que influye de manera considerable en el curso de los acontecimientos globales, sino también porque su democracia muestra preocupantes fisuras. Estados Unidos siempre ha defendido a la democracia, insistiendo en que es la mejor manera para disputar el poder de forma civilizada. Empero, en las condiciones actuales ha generado más críticas y numerosos detractores por la polarización social y política que se observa en su seno, y más porque uno de los contendientes, Donald Trump, apuesta a ganar dividiendo, no sumando, que es la principal diferencia que tiene respecto a Kamala Harris.
Las democracias hoy no mueren mediante golpes de Estado, aun cuando hay países donde todavía se observan dichas tendencias -por ejemplo, en la región del Sahel. En su famoso libro titulado “Cómo mueren las democracias”, Levitsky y Ziblatt señalan que el acta de defunción se expide en las urnas. Es mediante los procesos electorales que se logra legitimar acciones como la eliminación de órganos de rendición de cuentas y transparencia; se descalifica a los opositores; y se promueven los intereses de quienes ostentan el poder -y claramente no quieren perderlo.
La muerte de las democracias, según los autores referidos, tiene cuatro rasgos que la distinguen -atención con el check list-:
- Se rechazan o debilitan las reglas democráticas existentes, se les apoya cuando sirven a los intereses de sus promotores y se les defenestra cuando no les favorecen;
- Se desarrolla una mecánica de desinformación mediante noticias falsas y el control de los medios de comunicación, para generar narrativas que dan pie a “medias verdades” -que terminan siendo mentiras al fin y al cabo-;
- Se pone en duda la legitimidad de los adversarios políticos; y, no menos importante,
- Se desarrolla una creciente intolerancia y se convoca a la violencia.
Si bien en los diversos países del mundo, incluyendo los que se precian de contar con instituciones democráticas consolidadas, es posible observar algunos elementos de la lista anteriormente referida, en el caso de Donald Trump todos ellos estuvieron presentes en la campaña por la presidencia de 2016, en su gobierno entre 2017 y 2020, en los comicios presidenciales de hace cuatro años y, por supuesto, en la contienda actual. Se podría añadir la interferencia extranjera en las elecciones estadunidenses que incluye, por supuesto, a las guerras de (des) información orquestadas por países que buscarían favorecer a alguno de los candidatos -como ocurre con Rusia, quien ha desarrollado ataques contra la figura de Tim Waltz, compañero de fórmula de Kamala Harris, pero también con la interferencia -ampliamente documentada- de Moscú en las elecciones de 2016 y 2020. Empero es en el seno mismo de la democracia estadunidense donde las instituciones están bajo asedio por parte de Donald Trump, por lo que en las condiciones actuales y a juzgar por las tendencias que muestran las encuestas, el pronóstico es reservado sobre lo que sucederá el próximo martes 5 de noviembre.
Estados Unidos: algunos datos importantes
Estados Unidos es un país con una extensión territorial de 9 833 520 kilómetros cuadrados y con una población de 331. 8 millones de habitantes. La densidad demográfica es de 33. 6 personas por kilómetro cuadrado. Con un producto interno bruto (PIB) de 29. 163 billones (trillions) de dólares, es la 2ª economía a nivel planetario, sólo por debajo de la RP China y posee un ingreso per cápita de 86 601 dólares -medido en términos del poder adquisitivo. Es un país altamente industrializado que ocupa la 20ª posición en los índices de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Figura en el 2° lugar -en un listado de 141 países- en el índice de competitividad global del Foro Económico Mundial correspondiente a 2019 sólo detrás de Singapur. En el índice de libertad económica de la Fundación Heritage de 2024, Estados Unidos se encuentra en la 25ª posición. En el índice de percepción de la corrupción de Transparency International de 2023, Estados Unidos se posicionó en el 24° lugar entre 198 países. En el índice de paz global de 2024, Estados Unidos está en el 132° lugar -apenas siete escaños arriba de México- en una lista de 163 países.
Estados Unidos encarna a uno de los sistemas de salud con menor cobertura para el conjunto de la población. Es un sistema altamente fragmentado. Considerado como el más deficiente entre los países desarrollados por organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se ampara en programas de protección pública para los sectores más vulnerables. Empero, hacia 2022 Estados Unidos tenía la esperanza de vida más baja entre los países desarrollados (77 años), misma que se mantiene estancada por debajo de la imperante en 2019 antes de la pandemia. Además de los efectos del SARS-CoV2 en la población estadunidense -recordando que fue el país con más defunciones a nivel global-, el consumo de estupefacientes es considerado como uno de los problemas más graves de salud pública del país y se considera que es un aspecto central en el ya referido estancamiento demográfico. Los homicidios con armas de fuego no son un tema menor. Si bien la tasa de natalidad es de 1. 87 hijos por mujer, la inmigración hace posible que el vecino país del norte sea el de mayor crecimiento demográfico entre las naciones más desarrolladas.
En 2019, unos 60. 6 millones de personas o bien el 18. 5 por ciento de la población se declaraban de origen hispano. No hay un idioma oficial en Estados Unidos, pero se acepta que es el inglés, si bien el español es la segunda lengua más hablada en el país y en Puerto Rico. En total unos 43 millones de habitantes tienen al idioma español como lengua materna. A pesar de estos datos, la comunidad hispana en EEUU se encuentra desorganizada, fragmentada y polarizada, con la visible excepción de los cubano-estadunidenses.
Estados Unidos es una república federal presidencialista que se integra por 50 estados más el Distrito de Columbia. Dos estados, Alaska y Hawái, están separados físicamente del resto y en el caso de Hawái es la única entidad que no se encuentra en el continente americano. Adicionalmente EEUU cuenta con territorios que administra en diversas partes del mundo. También tiene una presencia militar global, con 173 mil soldados repartidos en 254 bases e instalaciones militares en todo el mundo. Es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y posee arsenales nucleares, los segundos del planeta, detrás de los rusos.
Sistema político estadunidense
El sistema político estadunidense se basa en un esquema de checks and balances donde el poder ejecutivo que reposa en la figura presidencial y vicepresidencial es “moderado” por el poder legislativo en la Cámara de Representantes y el Senado y el poder judicial, para la gestión gubernamental -aun así diversos especialistas consideran que la figura presidencial ha incrementado su poder en los últimos años a costa de los otros dos poderes.
La Cámara de Representantes posee 435 escaños y sus miembros son elegidos cada dos años y quienes hayan obtenido en las elecciones la mayoría absoluta son quienes se incorporan a la ella. En los comicios de 2020 donde obtuvo la victoria el demócrata Joe Biden, los demócratas se impusieron por 222 frente a 213 representantes del partido republicano. Para los comicios de medio término de 2022 la ecuación se invirtió y los republicanos ganaron 222 escaños frente a 212 de los demócratas -recordando que además hay tres vacantes. Ello explica por qué en sus dos primeros años de gobierno, Biden se anoto varios éxitos legislativos, tomó medidas para superar los estragos de la pandemia, impulsó la recuperación económica e hizo frente a la polarización política de su antecesor quien desconoció el resultado electoral de 2020 y convocó a sus huestes al asalto del Capitolio perpetrado el 6 de enero de 2021. Sin embargo, tras los comicios de 2022, Biden enfrentó una parálisis de sus políticas en la Cámara de Representantes y una renovada polarización donde los republicanos, muchos fieles a Trump, favorecieron un discurso de cuestionamiento de las instituciones, atribuyendo el aumento del gasto público federal al mal funcionamiento del gobierno. Defienden la austeridad fiscal, son partidarios del freno frontal a la migración y mantienen posiciones muy conservadoras en materias como los derechos sexuales y reproductivos, el racismo, la igualdad y equidad de género y la posesión de armas de fuego.
Como se recordará, tras los comicios de 2022, la elección del speaker de la Cámara de Representantes fue tortuosa. Kevin McCarthy fue elegido inicialmente tras 15 rondas de votación en medio de múltiples condicionantes. Sin embargo, en la primavera del año pasado, tras el acuerdo entre McCarthy y Biden sobre el techo de la deuda y del gasto federal, la bancada demócrata destituyó a McCarthy. Tras tres semanas de debate, se eligió como reemplazo al congresista republicano de Luisiana Mike Johnson quien actualmente preside la cámara baja.
Uno de los problemas de la segunda parte del gobierno de Biden, es que los republicanos en la Cámara de Representantes han dado más prioridad al control de dicha cámara que a la gestión de los temas nacionales. En este tenor se explica la iniciativa para promover el impeachment de Alejandro Mayorkas, titular del Departamento de Homeland Security a quien se responsabilizó de la crisis migratoria. Aun cuando la destitución era imposible que prosperara en el Senado -donde también debía ser aprobada-, el hecho en sí fue pensado para golpear a Biden. Un tema también ventilado por los representantes republicanos es el posible impeachment del propio Biden debido a los supuestos negocios turbios de su hijo Hunter Biden.
En lo que hace al Senado, que consta de 100 escaños, tras los comicios de 2022 los demócratas lograron controlar 51 de ellos frente a 49 de los republicanos. Para la elección de 2024 está en juego la renovación de 34 escaños donde los demócratas y aliados independientes defienden 23, incluyendo estados cruciales como Pensilvania y Arizona, además de Ohio y Michigan- en tanto los republicanos contienden por 11. Una tendencia recurrente en los procesos electorales recientes es que el partido que gana el voto presidencial obtiene igualmente la victoria en la carrera por la senaduría en los estados. Esto significa que una victoria de Kamala Harris daría un empuje a los demócratas que contienden por ganar los escaños respectivos en el Senado. Lo mismo se podría decir de una victoria de Donald Trump.
Por último, en lo que hace al poder judicial, éste descansa en su nivel más alto en el tribunal supremo que se integra por nueve jueces de los que seis son conservadores y varios de ellos accedieron al cargo gracias al apoyo que les brindo Donald Trump. Así, la corte ha aprobado decisiones tan controvertidas como revertir el derecho a la interrupción del embarazo; o bien la centenaria disposición imperante en el estado de Nueva York, de prohibir que las personas porten armas fuera de sus domicilios, la cual también echó para atrás.
Polarización extrema y posibles resultados
Tomando en cuenta que las encuestas no siempre son acertadas y que deben ser tomadas con todas las reservas del caso, se tiene a un Donald Trump en una buena posición, dado que ha mantenido el nivel de aprobación frente a una Kamala Harris cuya campaña ha sido tardía, pese a lo cual arrancó con buenas expectativas, aunque poco a poco ha visto la reducción de sus números.
Si, como se sugería líneas arriba, la elección presidencial suele ser predictiva respecto a lo que podría ocurrir en el Senado, una victoria de Trump empujaría a los republicanos a la mayoría y control de la cámara alta. Otro tanto se podría argumentar de una victoria de Kamala Harris. En el caso de la Cámara de Representantes la ventaja de más de dos puntos porcentuales que tenían los demócratas a principios de septiembre se ha reducido a 0. 5 por ciento, razón por la que el portal 538 (https://projects.fivethirtyeight.com/2024-election-forecast/house/) sugiere una victoria de los republicanos, porque también el estancamiento de Kamala Harris está teniendo un efecto desfavorable en los demócratas.
Así, un escenario de carro completo para Donald Trump y los republicanos es posible. En contraste, si Kamala Harris se alzara con la victoria, no es tan claro que pudiera garantizar la réplica de su triunfo en las cámaras. Se pueden argumentar muchas causas del estancamiento de los números de Kamala Harris, desde la tardanza de Biden para declinar en el proceso electoral; la poca visibilidad y experiencia de la vicepresidenta, quien no ha tenido la oportunidad de mostrarse ante los votantes como una cara conocida como tampoco en la gestión de los asuntos públicos; su condición de mujer y afrodescendiente; la escasa popularidad de Biden; el desempeño de la economía y un largo etcétera.
Por si fuera poco, Trump, mediante sus múltiples escándalos y tropelías ha figurado en la agenda nacional estadunidense y en el imaginario colectivo por ocho largos años: los cuatro que correspondieron a su presidencia más los cuatro de la presidencia de Biden. En contraste, Kamala Harris, no obstante ser una buena polemista -como quedó de manifiesto el pasado 10 de septiembre en el debate donde se impuso a Trump- ha tenido poco tiempo para darse a conocer y ganar el favor del electorado. Ciertamente la moneda está en el aire y es buen momento para analizar las posibles consecuencias que podría tener el proceso electoral estadunidense. Antaño, la comunidad internacional podía esperar que ganara quien ganara, la institucionalidad prevalecería y que Washington se comportaría medianamente a la altura de los desafíos nacionales y globales, asumiendo las responsabilidades al igual que los costos de ser líder. Hoy, el mundo no solo presencia los comicios que podrían terminar con una mayor debacle de la Unión Americana en el planeta, sino que es factible que el vecino país del norte arrastre al mundo a una grave crisis al estarse convirtiendo crecientemente ,en fuente de inseguridad global.
Desde que Donald Trump llegó a la presidencia de EEUU, la consigna de hacer a Estados Unidos grande otra vez (también conocido como MAGA o Make America Great Again) parte de la idea de recuperar el excepcionalísimo que, según el controvertido empresario, destruyó Barack Obama -cuyo vicepresidente fue justamente Joe Biden. Hacer a Estados Unidos grande otra vez evoca al nacionalismo, al aislacionismo, al conservadurismo en terrenos como lo social, al racismo, al rechazo a la otredad, a denostar la cooperación para la gestión de los desafíos nacionales y globales y además influye en el espectro político de diversas naciones -en América Latina se tienen casos como el Jair Bolsonaro, Nayib Bukele y Javier Milei, si bien no son los únicos.
El gran desafío estriba en si la muerte de la democracia estadunidense está próxima a producirse. Si ganara la elección presidencial Kamala Harris, ¿Donald Trump aceptaría su derrota? ¿Qué acciones emprendería? ¿Se podría esperar algo similar a lo del 6 de enero de 2021 o quizá mucho peor? Si Donald Trump ganara -no se debe olvidar que tiene 78 años de edad-, y, sin dejar de lado los diversos lapsus que ha mostrado y su percibida inestabilidad mental, J. D. Vance podría convertirse en presidente de Estados Unidos. Esta posibilidad ha sido menos analizada pero no deja de ser preocupante, considerando el perfil ultraconservador de Vance. Se opone al aborto, al matrimonio entre personas del mismo sexo y al control de armas de fuego. Considera que las familias sin hijos son sociópatas y ha señalado que los padres [de familias con hijos] deberían tener más derechos políticos que quienes carecen de descendientes. Además, es una celebridad con millones de seguidores y adeptos.
Así las cosas en la contienda presidencial de Estados Unidos en este 2024. Será una elección cerrada de pronóstico reservado y de la que México y el mundo estarán atentos debido a que lo que ocurra en el vecino país del norte cambiará el curso de los acontecimientos globales, para bien o para mal.