En varias ocasiones, el presidente López Obrador ha dicho de sí mismo que es necio —muy necio, ha insistido—, incluso su esposa le cantó una canción que se llama precisamente “el necio”, pero no se trata de una virtud como pretende creer el mandatario, sino de uno de sus peores defectos, uno que no le permite admitir errores o corregir el rumbo ante los señalamientos que vienen de fuera de su círculo de aduladores.
Necedad totalmente Palacio
Que alguien sea perseverante es algo que se debe reconocer, también si es obstinado en algo positivo, pero cuando lo que se mantiene es la necedad a pesar de la evidencia de que se está cometiendo una equivocación hablamos de otra cosa, estamos ante algo bastante negativo.
En el presente sexenio se ha querido vender la palabra “necio” como una virtud, como si ser aferrado a algo sea positivo sólo por serlo, así sea no atendiendo las opiniones o la evidencia de que no se recorre un sendero que lleve a algo bueno.
Así, esa necedad que podría ser inofensiva en asuntos menores, se convierte en un problema cuando quien la práctica es el encargado de llevar las riendas de la nación, incluso las definiciones que se pueden encontrar en un diccionario de dicha palabra implican ignorancia e insistencia en errores.
Tenemos algunos ejemplos de que se trata de algo negativo que ya nos está costando a los mexicanos.
Avión presidencial
Partiendo de la mentira de que era más caro que el transporte aéreo del presidente de los Estados Unidos —el famoso Air Force One—, López Obrador apuntaló su campaña electoral en 2018 bajo la premisa de que iba a vender una aeronave demasiado lujosa y que no era necesaria.
La realidad se ha encargado de desmentir dicho discurso, pues su valor no se acerca a lo que otros mandatarios han pagado por sus aviones, pero además, en el contexto de la pandemia, utilizar el Boeing 787 José María Morelos hubiera sido lo más recomendable.
Y es que cuando se necesitaba repatriar a connacionales en otros países al inicio de la crisis sanitaria por la Covid-19 hubiera sido más sencillo y económico si dicho avión se utilizara, al igual que el transporte de insumos médicos desde China, en lugar de rentar los servicios de una aerolínea comercial.
Al final, ni se ha vendido, ni se le ha dado otro uso que beneficie al país. La Fuerza Aérea Mexicana lo podría utilizar en el traslado de personal y material médico, pero la necedad presidencial prefiere que esté guardado en un hangar como un símbolo.
El Aeropuerto de Texcoco
Otro pilar de la campaña de 2018, sólo que en este caso para alimentar el discurso del combate a la corrupción. El problema es que la cancelación tuvo un costo económico, por la terminación de los contratos y lo que implica desmantelar lo ya construido, además de que no se tiene noticia de alguna carpeta de investigación en la FGR por actos de corrupción relacionada, ni algún arresto de algunos de los especuladores inmobiliarios que tanto se denunció.
El proyecto que estaría a punto de ser finalizado fue cancelado y en su lugar tenemos un cuestionable aeropuerto en una base militar, que va a operar con riesgos a la seguridad aérea, pero que ayuda a mantener el discurso de que se va a inaugurar un simi-aeropuerto que mantenga la palabra del presidente en un cuestionable proyecto.
El uso de cubrebocas
Muchos especialistas recomiendan usar cubrebocas como una medida para disminuir los riesgos de contagio de un virus que ya ha causado, al momento de escribir estas líneas, más de 171 mil muertos en México.
En otros países es parte de la estrategia para contener la pandemia, pero aquí el presidente —pese a su contagio— se niega a utilizarlo y no pone el ejemplo, pues afecta su imagen, esa que ha sido tan utilizada por los candidatos de su movimiento que a falta de cualidades propias, sólo pueden presumir su foto junto al líder.
Pemex como palanca del desarrollo
Pese a las pérdidas, la baja en la producción, el declive en los yacimientos, el hecho de que Estados Unidos ya no importa petróleo y la tendencia cada vez más creciente a desarrollar energías alternas, el presidente insiste en que Pemex será la palanca de desarrollo.
Esta idea, incubada en su cabeza desde su juventud, podría ser una buena idea… pero en la década de los años 70; actualmente, se trata de meter dinero bueno al malo, apoyando a una empresa demasiado endeudada, sin un plan que ayude a sacarla del hoyo en que se encuentra y, para colmo de males, recibiendo recursos que podrían estar mejor invertidos en salud o equipamiento de hospitales.
Se acabó la corrupción
Repetidamente, el presidente ha dicho que la corrupción ya se acabó porque él ya no da permiso para cometerla, que las escaleras se barren de arriba hacia abajo y que con su ejemplo de honradez basta y sobra para terminar con este flagelo.
Sólo que el mensaje no ha sido recibido por algunos cercanos al mandatario, como su prima Felipa, o algunos funcionarios de la actual administración, como la carta de renuncia de Jaime Cárdenas demostró.
Pero como de lo que se trata es de dar discursos para esconder la terca realidad, seguiremos escuchando que la corrupción se acabó y quejas porque algún periodista descubre otro acto de corrupción de un gobierno que no entiende del ejemplo del presidente.