A lo largo del año en Etcétera se han analizado las estrategias operativas de comunicación de 23 mandatarios populistas: nueve en América, seis en África, cuatro en Europa y cuatro en Asia. Ahora se analiza lo que les es común ya que, a pesar de las grandes diferencias en historia, geografía y cultura de la que provienen estos mandatarios, hay claros elementos que comparten.
En lo que hace a la estrategia de comunicación, no sólo es semejante sino igual, sin importar si se dicen de izquierda o de derecha. Entre ellos hay coincidencias totales y parciales; las primeras las comparten todos y las segundas sólo algunos. En esta ocasión proponemos las totales, y en un siguiente texto se presentarán las restantes.
Coincidencias totales
Producto del análisis, identifico 17, que son las siguientes.
- Capitalizar el malestar y la indignación ciudadana frente a la corrupción de los gobiernos anteriores y los altos niveles de inseguridad en sus países.
- Explotar un nacionalismo primitivo y emocional. Utilizan la historia patria aprendida en la escuela, y recurren a los héroes oficiales. Celebran el pasado mítico de sus países.
- Presentarse como los “salvadores” de su país, como líderes de una “revolución” que va a transformar las estructuras. Afirman que nadie más puede realizar esa tarea. Han sido designados por fuerzas superiores para cumplir esta tarea histórica.
- Anunciar el “glorioso” futuro que espera a sus países bajo su gobierno. Presentarse como los únicos garantes para llevar a su país a la grandeza que merecen.
- Hacerse pasar como hombres del pueblo. Vienen de él y a él se deben. Son sus únicos y verdaderos representantes: son su encarnación. Nadie más que ellos pueden gozar de ese privilegio.
- Hablar de que la nación y su proyecto de gobierno están amenazados y que es necesario defenderlos. Está en juego la identidad nacional.
- Culpar al pasado de todos los males. No asumir las consecuencias de sus actos. El pasado siempre es el responsable de cualquier mal.
- Polarizar a la sociedad con un discurso maniqueo de buenos y malos. Se promueve la confrontación entre los de “arriba” y los de “abajo”.
- Crear enemigos imaginarios, que supuestamente atentan contra su persona y proyecto. Los acusan de golpistas y atentar contra la patria.
- Acusar a la oposición de “traidora” y de servir “a oscuros intereses extranjeros”. Ellos no son verdaderos patriotas.
- Violentar sistemáticamente la libertad de expresión. Agreden y descalifican a los medios y periodistas que no piensan como ellos y que no apoyan su proyecto. Plantear el falso dilema de “si no estás conmigo estás contra mí”.
- Rechazar de manera sistemática la más mínima crítica de cualquier actor social. Son intolerantes. Presionar e incluso perseguir a periodistas, intelectuales, científicos, artistas, líderes de la sociedad civil e integrantes de la oposición.
- Relativizar la ley y ponerse por encima de la Constitución. Descalifican y minimizan a los otros poderes del Estado y a los órganos autónomos. Concentran el poder en su persona.
- Utilizar sistemáticamente la mentira o las verdades a medias. Tiene otros datos. Construyen una realidad alterna o paralela a la que realmente es.
- Ejercer un intenso “activismo mediático”, para siempre estar presente en los medios. Utilizar diversos mecanismos para tener una comunicación directa con sus bases sociales y simpatizantes. Uso intensivo de las redes sociales.
- Plantear que luchan contra la corrupción cuando algunos de esos países y gobiernos están calificados como los más corruptos del mundo. Hablan del éxito en esa lucha cuando es evidente su fracaso.
- Asegurar que luchan en contra de la inseguridad cuando la evidencia indica lo contrario. Algunos de estos países son reconocidos por sus altos niveles de violencia y crímenes dolosos. De una u otra forma está presente la violencia política.
El origen de las semejanzas
Diversos análisis señalan que los gobernantes populistas, sean de izquierda o derecha, comparten ciertas características de personalidad, como ser narcisistas y egocéntricos. En razón de eso se asumen como únicos y especiales, se ven como superiores a los demás, y son incapaces de aceptar la crítica. Que no se les reconozca los frustra y molesta.
Más allá de estas características de la personalidad, el populismo, como la democracia o las dictaduras, donde quiera que se practique tiende a ser semejante a otros. Hay una lógica interna al modelo que, una vez que se adopta, funciona bajo sus propias reglas. Independientemente de esta consideración de carácter general, quedan muchas preguntas por responder para explicar las semejanzas en realidades tan distintas.
Twitter: @RubenAguilar