Una de las lecciones que aprendió el grupo que ha acompañado las candidaturas de López Obrador, es que los medios de comunicación y muchos periodistas podían simpatizar con la postulación del tabasqueño, pero no plegarse a sus deseos, por lo que iniciaron una estrategia para contar con medios propios, por un lado, y desacreditar a los existentes, algo que continúa en estos días de conferencias mañaneras.
No soy yo, son ellos
La estrategia en contra de los medios de comunicación que no son partidarios al 100% del actual régimen sigue en marcha. Con el objetivo de minar su credibilidad y restarles influencia, se han puesto en marcha distintas acciones para lograr lo que se pretende.
En estas páginas se ha relatado cómo la publicidad oficial se ha convertido en un instrumento de control para los medios de parte del actual gobierno de México –gracias también a los propios errores de los medios y a la reducción de la publicidad del sector privado–, además de la propia competencia que representa el entorno digital y el reto que no ha sido atendido de la mejor manera por muchos de nuestros medios y periodistas.
Pero la estrategia no se agota en lo comentado en el párrafo anterior, sino que también busca la desacreditación de buena parte de los informativos, escritos y electrónicos, tanto desde el púlpito presidencial como desde la legión de fanáticos que apoyan al mandatario.
Lo que ha sucedido recientemente en las conferencias mañaneras, en las cuales un supuesto reportero pide investigar a activistas, es parte de esto, pues se ha visto como el propio presidente califica a los medios que publican algo negativo de su gobierno como conservadores, manipuladores o, de plano, mentirosos, metiendo en el mismo saco a los internacionales.
Pero también tenemos a presuntos periodistas que con sus preguntas buscan que el presidente vuelva al embate en contra de los medios, además de que a través de sus espacios en redes descalifican la labor de los demás llegando a emplear etiquetas como chayoteros y otros.
En esta línea se inscribe la difusión –una vez más– de la lista de medios que recibieron publicidad el sexenio pasado, con lo que se quiere demostrar –sin mayor prueba que la palabra de quien lo presenta– que se trata de actos de corrupción.
Cabe mencionar que directivos de algunos de los medios que han difundido dicha lista, se reúnen mensualmente con miembros del equipo presidencial de Palacio Nacional, lo cual explica la manera en que se está manejando este tema y por qué uno de estos medios que apareció el año pasado en dicha lista dejó de estar en la misma.
El cuadro se complementa, como se ha documentado en este portal, con la agresiva campaña de ataques en contra de periodistas, columnistas, articulistas, reporteros y todos aquel conductor de espacios informativos que critique al presidente, sus programas de gobierno y decisiones.
Que se haga con los mismos (disque) argumentos hace pensar que todo se trata de un esfuerzo coordinado, que va en la misma línea de crítica que ha establecido el propio presidente en sus mañaneras.
Asimismo, el surgimiento de medios afines al actual régimen –como el periódico El Soberano— y el apoyo que reciben youtubers y portales web de reciente creación, es otro paso más en la misma dirección.
Desde la campaña electoral de 2006, el grupo que ha apoyado al tabasqueño se dio cuenta que necesita crear su propio ecosistema de medios y líderes de opinión, es por esto que han surgido iniciativas como la que dio vida a SDP Noticias, Regeneración y otros más, así como el impulso que ahora les han dado a articulistas como Hernán Gómez Bruera, Gibrán Ramírez, John Ackerman, en particular en medios tradicionales.
Ya en el poder, colocar a incondicionales en medios públicos es parte de la estrategia, como es evidente en Canal Once.
Lo que hemos presenciado en las semanas previas es parte de las consecuencias de dicha estrategia, pues sembrar preguntas en las mañaneras, atacar a periodistas y desestimar las críticas es parte de las acciones acordadas.
Pero la pregunta que nos debemos hacer es si esto ha dado resultados para el presidente. En materia de aceptación/aprobación ciudadana es notorio el descenso que ha tenido en las encuestas que miden dichos indicadores, pero quizá deberíamos voltear hacia los sondeos de preferencias electorales en las gubernaturas que se renovarán en 2021, pues de 15 en juego en 13 Morena va adelante y parece ser que ese es el objetivo que busca el mandatario, como buen estratega electoral que presume ser.
Con una oposición partidista dispersa y debilitada, los medios representan uno de los pocos contrapesos que quedan, por lo que debilitarlos es necesario para que se cumpla la ruta electoral que se ha propuesto recorrer el presidente, de ahí que sea necesario su defensa pues no sólo está en juego la libertad de expresión, sino evitar la imposición de un sistema que busca entronizar a un solo hombre y que su decisión sea la única válida en el país.