En dos ocasiones en una semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que ya no lee la revista Proceso desde que murió Julio Scherer. Y en cada una de ellas, hizo señalamientos hacia este semanario por diferentes razones e incluso advirtió que los seguirá haciendo aun cuando le manden recomendaciones desde la ONU.
El pasado 22 de julio en su conferencia de prensa matutina, el mandatario polemizó con el reportero de Proceso, Arturo Rodríguez García luego de reprochar que esta publicación “no se ha portado bien” con él. Nunca aclaró con toda precisión los motivos que lo llevaron a tal conclusión, pero todo empezó cuando Rodríguez le preguntó su opinión en torno al reportaje donde se implica a Ricardo Salinas Pliego en operaciones financieras irregulares de la empresa Fertinal.
López Obrador negó que hubiera una denuncia al respecto. “Si no hay denuncia en lo judicial, no podemos nosotros descalificar a nadie”, apuntó. Y ahí mencionó por primera vez que ya no leía el semanario desde la muerte de Scherer.
La segunda vez ocurrió seis días después, el día 28, durante una gira por Veracruz. El presidente arremetió de nuevo contra Proceso, aunque esta vez aludió a la publicación de una entrevista con el exdirector del Coneval, Gonzalo Hernández Licona, quien cuestionó la intención del mandatario de desaparecer dicho organismo y afirmó que de hacerlo, cometería un grave error, opinión que obviamente no gustaron al presidente.
“Hoy me dijeron, porque ya no leo esa revista, pero me entero -no la leo desde que falleció su director, porque se volvió muy conservadora esa revista, Proceso– hoy viene un reportaje, una entrevista al que estaba de director del Coneval”, fueron las palabras del presidente.
Sin embargo, una breve revisión de tuits y declaraciones de prensa de López Obrador revelan que no es verdad que haya dejado de leer Proceso desde la muerte de Julio Scherer, ocurrida el 7 de enero de 2015. En cambio, es cierto que aun estando vivo emitió señalamientos contra el semanario por contenidos que publicó y que por alguna razón le molestaron.
El 13 de abril de 2015, tuiteó: “Los medios de información, casi todos, salieron a defender a Chong sin argumentos sobre su lujosa casa en Las Lomas. Luego callarán”. ¿A qué se refería? A un reportaje publicado por Proceso dos días antes, en donde se le atribuía al entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, la propiedad de una lujosa residencia en las Lomas de Chapultepec, en Paseo de las Palmas 1380.
El 6 de septiembre de 2015 escribió: “En Proceso, Zhenli Ye Gon dice que de los 205 millones de dólares que le confiscaron, 100 eran de la campaña de Calderón. El “haiga sido…”. Aquí alude a una entrevista que el empresario de origen chino concedió a la cadena Univisión y que retomó Proceso. En ella afirma que parte del dinero que le decomisaron lo destinó a campañas políticas y que fue testigo del “fraude electoral” de 2006.
El 8 mayo de 2016, dijo en Twitter: “Proceso habla de vilezas de EPN-Calderón en contra nuestra. Ante eso, la frase de Juárez: el triunfo de la reacción es moralmente imposible”. Este mensaje tiene que ver con la publicación en las páginas del semanario de un extracto del libro “El Amasiato” de Álvaro Delgado, en donde éste presume un supuesto acuerdo entre Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto para hacerse cada uno de la Presidencia de la República, en perjuicio de López Obrador.
Esto es, en cuanto a tuits se refiere. Pero también hubo declaraciones a la prensa como la que hizo el 14 de marzo de 2015 durante una gira en el Estado de México. Al referirse al conflicto entre MVS y Carmen Aristegui señaló: “Los cinco espacios libres e independientes son el de Carmen Aristegui, el noticiario de radio de Jacobo Zabludovsky, el semanario Proceso, así como los periódicos Reforma y La Jornada. Este último es el más independiente y cercano al pueblo”.
Todas estas referencias del hoy mandatario hacia Proceso, se dieron luego del fallecimiento de Julio Scherer. Ahora bien, en vida de su fundador, López Obrador tuvo declaraciones no precisamente amables hacia el semanario. El El 19 de octubre de 2014, escribió el siguiente tuit: “Mala leche de Proceso. Creen que todos somos iguales y como en el 2006 y 2012, con sus ‘reportajes independientes´ le ayudan al régimen”.
Su molestia fue por el reportaje de Rosalía Vergara sobre la tardía reacción de López Obrador en torno al caso Ayotzinapa. En él se mencionaba que el tabasqueño había evitado pronunciarse sobre su relación del execretario de salud guerrerense Lázaro Mazón Alonso, señalado por él para ser candidato de Morena al gobierno de Guerrero, junto con el depuesto edil de Iguala, José Luis Abarca, ambos personajes implicados en la desaparición de los 43 normalistas. Asimismo se recuerda que el 8 de junio anterior, en Acapulco, López Obrador elogió a Mazón Alonso al asegurar que era una persona honesta.
Varios años atrás, en mayo de 2009, Proceso publicó un extracto del libro Derecho de Réplica, de la autoría del empresario Carlos Ahumada, artífice de los llamados videoescándalos que desembocaron en el desafuero de López Obrador como jefe de Gobierno en el año 2005.
Su molestia fue tal, que envió una carta al semanario en la que manifestó: “El propósito de estas líneas es expresar mi desacuerdo con la actitud de los duendes que existen en la redacción de la revista Proceso. Obviamente, no generalizo, no incluyo a don Julio Scherer, a Carlos Monsiváis, a Miguel Ángel Granados Chapa, a Enrique Maza, a Enrique Semo, a Naranjo, ni a otros que enaltecen cotidianamente el oficio del periodismo. Mi crítica va dirigida a quienes, invocando una supuesta pluralidad, nos calumnian para complacer a la derecha. A ellos atribuyo aquella portada de Proceso (1539), durante la campaña electoral de 2006, en plena guerra sucia, donde se me inventó la afirmación ‘La estrategia soy yo’.
Esto es, el reclamo de López Obrador fue por partida doble: por el capítulo del libro de Ahumada y por un antiguo reportaje de tres años atrás en donde se señalaba la proclividad de López Obrador a no escuchar a sus asesores de campaña en 2006 y centralizar las decisiones en su persona.
Además de estas contradicciones, la mayor paradoja de López Obrador hacia Proceso consiste en que de las filas de este semanario salieron dos de los funcionarios más allegados a él; por una parte, el Consejero Jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, quien formaba parte del Consejo de Administración del semanario y por otra, Jenaro Villamil, presidente del Sistema de Radiodifusión del Estado Mexicano.