Durante el pasado sexenio critiqué y fui editor de decenas de críticas a la corrupción tanto en la administración pública federal como en gobiernos de los estados, sobre todo en Veracruz, Coahuila y Chiapas. Cuestioné la impunidad, el derroche publicitario y tanto yo como el portal que dirijo, guardamos memoria de todos los periodistas agredidos y muertos en este periodo. Ninguna otra publicación en México lo hizo con tanta precisión.
Desde luego que también tuve coincidencias, las llamadas reformas estructurales por ejemplo aunque respecto de la educativa tuve reparos (una y otra vez afirme que, en sentido estricto, no era una reforma educativa sino administrativa); mostré toda la información falsa que estuvo a mi alcance, lo hice cuando ésta era contra la administración de EPN que cuando fue contra la oposición, en particular, contra López Obrador. Y, entre la cotidianidad, mostré los rostros del periodismo militante y oficialista (critiqué las gracejadas de algunos periodistas que desearon la muerte de AMLO, por ejemplo, y también los rumores que señalaban que EPN estaba enfermo).
No consideré un atentado contra la libertad de prensa la conclusión de un contrato entre MVS y Carmen Aristegui, primero porque la periodista usó a la empresa sin consultar para integrarla en una iniciativa política, segundo porque ya había sido difundida la Casa Blanca y MVS le refrendó un acuerdo millonario, más de 1 millón de pesos mensuales con todo y comisiones de publicidad junto con el regalo de una camioneta blindada, por ese precio. En cambio, mostré, junto con mis compañeros de etcétera, decenas de atentados contra la libertad de expresión. Los resultados del litigio están en el sitio de etcétera.
Ya me referí al derroche publicitario, para ser más preciso, critiqué el enorme dispendio del erario y los favoritismos, la falta de una ley que regule la asignación de publicidad y la falta de transparencia en varios estados para informar al respecto: Veracruz y Chiapas por ejemplo, cuando decenas de medios publicaban gacetillas de esos gobiernos: La Jornada, Excélsior y El Universal, por ejemplo.
Hice todo eso, diferir y coincidir, y en muchos más temas (estuve de acuerdo, lo estoy aún, en sus trazos principales, con la reforma de radiodifusión y telecomunicaciones), pero supongamos que no, que hubo decenas de temas que no abordé y que sobre todo coincidí con la administración pasada y no con esta. No ha sido así pero supongamos, señores fanáticos, troles y bots que programan. Tengo el derecho a decir lo que se me pegue la gana y ustedes no determinan mi calidad ética y moral, menos aún ustedes que defienden al mesianismo como piedra angular de un régimen autoritario, menos ustedes que apenas ayer gritaban contra el aumento de la gasolina y ahora esconden la cabeza o retan a preguntar en donde estábamos cuando ustedes luchaban contra el PRI en favor del viejo PRI.
O sea ustedes que ahora justifican el endeudamiento por la cancelación del NAIM en Texcoco, ustedes los oficialistas de hoy que justifican cualquier tontería del actual presidente, y vaya que dice muchas, o que están callados, ustedes sí callados, frente a las contradicciones de los secretarios de Estado y los ataques a los organismos autónomos que son contrapeso del enorme poder del Presidente. Ja, ustedes que saben lo que significa el culto a la personalidad, la demagogia y tener como ejemplo regímenes de otros países como Cuba o Venezuela.
Entonces ustedes que no tienen más que adjetivos o acusaciones para debatir, no tienen derecho, no se los concedo yo y quiero que mis lectores tampoco lo hagan, a venirme a decir a mí, a nosotros, que no podemos criticar a López Obrador porque antes no lo hicimos con el primer amo que le llamó a su perro “Solovino”.
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