La violencia no cesa. Tampoco las mentiras sobre ella. Las del presidente López Obrador y las del ex presidente Calderón. Y tampoco cesan los errores: sobre las definiciones –genérica y específicas- de “la guerra” contra las drogas y el narco y sobre las fechas respectivas. La creencia más compartida es que todo empezó en el sexenio calderonista, y hay periodistas que hace unos meses “conmemoraron” el año 14 del “evento”. No de una versión o etapa sino de “la guerra” misma y en general. Esto supone que antes de 2008 no había ni “guerra” ni prohibición de drogas, ni corrupción ni violencia correspondientes. ¿Fue así?
Permítaseme contestar con una introducción: soy un analista y un liberal; hago análisis sobre política, sobre politología (más conocida como Ciencia Política) y sobre liberalismo, todo lo cual lleva a análisis sobre las relaciones empíricas y normativas entre lo político y lo económico, jurídico e histórico; uniendo esos análisis he propuesto –desde hace trece años- la legalización/regulación de drogas, con otro análisis específico en medio: el de “la guerra”. Por eso puedo responder que no: esa “guerra” no empezó en 2008.
Actualmente se olvida, por muchos motivos, entre la sociedad y los medios, pero la “guerra contra el narco” y por tanto contra las drogas existe en México desde hace muchas décadas. Y la década de los ochentas del siglo pasado es importante en esa historia, ya que alberga varios puntos de inflexión. Para comprobar que en esos años estaba declarada y en vigor “la guerra”, vayamos a las palabras con que pretendían aplaudirse a sí mismos los gobernantes. Cito a Miguel de la Madrid, presidente de México de 1982 a 1988 y jefe de Sergio García Ramírez:
“Durante el periodo en el que sirvió García Ramírez con el cargo de procurador general de la República, ya existía el problema de una creciente delincuencia derivada o conectada con el narcotráfico, debido al incremento del consumo en los países de alto nivel de ingreso. Por ello califiqué la lucha contra esta delincuencia como asunto de Estado en un discurso que pronuncié el 6 de mayo de 1987 ante la Suprema Corte de Justicia. Con esta expresión quise señalar el gran peligro que para la seguridad del Estado mexicano representaban los delitos contra la salud y la organización criminal para realizarlos.
La acción de la Procuraduría apoyada por las Fuerzas Armadas tuvo una gran intensidad. En ese periodo, se destinó la mitad del presupuesto a esta lucha, y se dedicó casi una tercera parte de su personal a las tareas”.
Es lo que dijo el ex presidente De la Madrid en su texto “Sergio García Ramírez, Procurador General de la República” incluido en el libro Liber ad honorem. Sergio García Ramírez, publicado por la UNAM en 1998 (páginas 23 a 26).
Como recordé en otro texto para Etcétera, el procurador García Ramírez llegó al exceso de calificar al narcotráfico como “delito de lesa humanidad”. Veo en su periodo la intensificación jurídica de “la guerra”, como se refleja en el texto de Juventino Castro, funcionario de la PGR de García Ramírez, publicado en las páginas 7 a 22 del libro citado. También hay que recordar que en los años delamadridistas ocurrió el asesinato del agente de la DEA “Kiki” Camarena, caso en el que siempre sale a relucir Manuel Bartlett, entonces secretario de Gobernación. Ese asesinato es una cima de la prepotencia y la violencia narcas de la época.
Antes de 2008 había violencia de narcos, “guerra” contra (algunos de) ellos y corrupción asociada, porque había Prohibición, es decir, porque de algún modo preexistía un 100% de mercado negro o ilegal para drogas que no fueran tabaco y alcohol. Felipe Calderón es indefendible, pero no por haber iniciado “la guerra” sino su guerra: por haber iniciado la intensificación de la violencia estatal armada o la mayor intensificación militar que hemos visto; el sexenio calderonista fue una nueva versión y una peor etapa de lo que ya existía. Peor, entre otras razones, por sus efectos de violencia, de la cual 2008 es otro punto de inflexión. El gran problema es que hoy día, como desde hace décadas, “la guerra” sigue. Es otra versión y está en otra etapa, pero es “la guerra” genérica. Tan conservadora como destructora y tan fracasada e irracional como siempre.
*Un complemento: https://latinoamerica21.com/es/al-capone-y-el-chapo-el-fracaso-de-la-prohibicion/