El día de hoy arranca la licitación de la banda de 2.5 GHz, tema que el año pasado quedó pendiente en la agenda del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y que resulta de gran relevancia para el fortalecimiento del segmento de servicios móviles en nuestro país, particularmente del mercado de servicios de banda ancha.
Se trata de un tema sobre el que en este espacio ya había expresado mi preocupación, ante la posibilidad de que Telcel, empresa que forma parte del agente preponderante de telecomunicaciones y que cuenta con 71% de la totalidad de accesos de banda ancha móvil en México, se hiciera de una mayor porción de espectro en la banda de 2.5 GHz, en la cual ya tiene presencia —a diferencia de sus competidores— desde abril del año pasado, cuando se le autorizó comprar 60 MHz que eran propiedad de la empresa Multivisión. Es decir, al momento de que se entreguen los títulos de concesión que se deriven de esta licitación, el preponderante le llevará una ventaja de no menos de año y medio a sus competidores en la explotación de este tipo de frecuencias.
Cabe recordar que, en el proyecto de bases de licitación que fue sometido a un proceso de consulta pública a mediados del año pasado, el IFT contemplaba la posibilidad de que Telcel pudiera competir por otros 40 MHz, lo que lo podría haber llevado a tener concesionados 100 de los 180 MHz que se podrán explotar en esta banda para accesos de banda ancha, algo verdaderamente contraintuitivo cuando hablamos de que lo que se pretende es nivelar el terreno de la competencia en el sector telecomunicaciones de México.
Con base en lo anterior, debe verse como un aspecto positivo que el IFT no haya sucumbido a la tentación de permitir que Telcel concentrara una cantidad mayor de espectro radioeléctrico, en detrimento de la prospectiva de competencia en el sector telecomunicaciones en el mediano y largo plazo, ante una eventual preocupación de que alguna porción de la banda de 2.5 GHz no fuera asignada en este proceso licitatorio.
Observo que la medida no fue del agrado en las oficinas del agente preponderante, pues algunos analistas afines a ese grupo han empezado a cuestionar el diseño de las bases de licitación. Es un signo de que este agente pretendía ir por mucho más espectro del que podrá —siempre y cuando los demás operadores no busquen obtener los 120 MHz objeto de la licitación—. En mi opinión, no es que se trate de espectro que le sea indispensable obtener para mejorar su desempeño, sino de espectro que pretendía obtener de manera estratégica para reducir o limitar relativamente la capacidad futura de sus competidores.
Hago votos para que esta licitación llegue a buen puerto y que el espectro que se pretende asignar quede en manos de los demás agentes económicos que participan en el sector telecomunicaciones. Será un buen signo para la reforma de telecomunicaciones.
Este artículo fue publicado en El Economista el 13 de febrero de 2018, agradecemos a Gerardo Flores Ramírez su autorización para publicarlo en nuestra página.