El programa clientelar estrella del gobierno no deja de ser un fracaso: del millón de beneficiarios del programa para jóvenes que ni trabajan ni estudian, sólo 15 mil han sido contratados en los centros de trabajo donde se capacitan.
Quiere decir que sólo el 1.5 por ciento ha sido contratado por las empresas, que son básicamente tortillerías, tiendas de abarrotes, papelerías, fondas, pollerías y cafeterías, a un gasto mensual para el erario de tres mil 600 por cada joven.
La cifra que demuestra el fracaso es de la propia secretaria del Trabajo, en una entrevista a El Universal, aunque aclara que durante este año todos los participantes recibieron al menos un pago de tres mil 600 pesos del presupuesto anual de 63.3 millones de pesos.
En realidad el programa se quebró desde el verano, pues la afiliación duró apenas ocho meses, porque el gobierno debió detenerlo luego de que el
IMSS detectó unas cinco mil empresas que pretendían ahorrarse la contratación de personal suscribiendo a “ninis”.
Según el director del IMSS, “a la persona que estaba contratada la daban de baja y le decían: ‘como te tengo contratado estás ganando menos, entonces voy a entrar al programa, te meto por ahí, te van a pagar más, no te pago yo’, y el empleador se ahorraba ese dinero.
O sea, que el programa clientelar estrella de la 4T, del cual se esperaba que, además de exitoso fuese inmaculado, resultó tocado por la corrupción que el actual gobierno prometió erradicar, pues no únicamente ha sido opaco en el tema de los dinero.
También dejó mucho que desear en cuanto a la imparcialidad al momento de apoyar a los jóvenes. Por ejemplo, son estados gobernados por Morena los más beneficiados, como Chiapas (con 124 mil 264 jóvenes), Tabasco (103 mil 255) y Veracruz (74 mil 749).
El caso es que, en el estreno de la 4T, el programa de ninis tuvo dos razones para que no pegara: una, que, por haberse venido abajo la economía y faltar dos años para las elecciones, no fue rentable para el gobierno; y dos, que se haya extraviado ante la impericia para gobernar demostrada por la 4T.
Y quizá de la banalidad. Ayer mismo, el presidente (a sólo cuatro días de haber inundado de temor al país avisando de un posible golpe de Estado, y a tres de la masacre de una familia estadounidense en Chihuahua) presumió un incremento del 20 por ciento de sus seguidores en Facebook y Twitter.
O el espectáculo del jefe de lo que era el principal espacio de inteligencia policial del país (Plataforma México), presentándose en público como gran cazador de críticos del mandatario en Twitter.
Un carnaval de fruslería.