El 19 de marzo de 2002, los responsables de la inteligencia del régimen cubano intervinieron una conversación del presidente Vicente Fox con Fidel Castro que se hizo célebre, entre la picarezca y el énfasis desaforado de los medios, por la frase “Comes y te vas”, empleada por el mandatario mexicano para pedir al Comandante que acotara su participación en la Cumbre Extraordinaria de las Américas ocurrida en Monterrey, Nuevo León, para no enfrentarse con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Durante la charla el jefe de la revolución cubana se las ingenió para que el titular del ejecutivo le repitiera varias veces la solicitud y ya en la isla difundió y, claro, crítico la petición que en privado él mismo había aceptado.
Poco más de 14 años después Vicente Fox consideró que el Comandante “de manera artera” hizo público el intercambio: “Yo estaba en el supuesto de que las llamadas entre presidentes son privadas y que no tienen por qué salir al público, y sin embargo él, ocho días después, lo hizo pero además, editando la conversación”.
El quid es que en ese entonces no hubo medio de comunicación que condenara la grabación de aquella charla (entre las excepciones estuvo etcétera), más aún, en particular la prensa militante se refociló con ese material “explosivo” que evidenciaba la entrega del gobierno de México a su homólogo estadounidense junto con la conocida retahía discursiva y al unísono reconocían la gran experiencia del Comandante que, en efecto, salió de Monterrey tal y como él había aceptado.