Los acontecimientos de los últimos meses. Primero con la marcha del 26 de noviembre, después con la concentración en el Zócalo el 13 de febrero, y después con la efervescencia que surgió ante la pretensión de mutilar al Tribunal Electoral se demostró que la situación puede cambiar. Que nada está escrito. Que la fuerza está en los de a pie, en los de abajo, en las y los ciudadanos que nos hemos dado cuenta que nuestra voz cuenta y que nuestro voto será decisivo para el rumbo que tomará el país a partir de 2024. El mismo Presidente dijo en alguna ocasión que sólo el factor sorpresa puede cambiar la inevitabilidad de que su partido siga gobernando. Ese factor somos los ciudadanos. Por eso, importa mucho que se hagan este tipo de foros, de debates y de reflexiones. Porque tenemos la misión enorme de rescatar a la patria, de defenderla de tanto abuso y crueldad, de levantar la mira y colocarnos por encima de los intereses de las cúpulas partidarias, de apostarle por un gobierno de coalición, de que se abran espacios para quienes no militan en los partidos políticos opositores y, sobre todo, que en estos meses centremos la discusión en el método, en la forma en la que vamos a participar para definir quién será nuestro abanderado o abanderada en la batalla crucial que se avecina.
Sé que en una ánimo de inclusión en todo este proceso se ha invitado y dado voz a quienes han levantado la mano para ese encargo, pero creo que no está ahí el debate central. Es demasiado temprano y el partido en el poder nos ha metido en esa dinámica adelantada para desviar nuestra atención de los grandes y graves problemas nacionales. Pienso también que a la mejor no están todos los que deberían estar. Pero aquí nadie sobra. Su voz, su voluntad, sus recorridos por el país abonan para desmontar el mito de que estamos en el mundo ideal. Nuestra patria está ensangrentada. Se duele por tanta muerte y dolor. Se duele por la crueldad de las élites políticas y de quién nos gobierna que son insensibles ante la tragedia que día a día viven millones de familias mexicanas. Todas y todos los que queremos un verdadero cambio debemos ser lo suficientemente generosos para poner por delante los intereses del país, porque aunque desde pequeños lo aprendemos, hoy má que nunca hay que repetir que la patria es primero.
Hoy debemos poner en el centro la discusión sobre el método de selección, una especie de primarias, que tenga tanta fuerza y respaldo ciudadano que pueda ser aceptado por las cúpulas partidarias. Un método que de voz a las y los militantes de los partidos, a la sociedad civil, a los grupos excluidos por su preferencia sexual, el color de su piel, su religión u origen. Un método que escuche el clamor de las madres buscadoras, de los huérfanos de la pandemia, de las miles de familias enlutadas por su manejo criminal, indolente. Que avalen las y los que viven en territorios azotados por la inseguridad, dominados por la delincuencia, que escuche a todas y todos los que vivimos con miedo porque tememos salir a la calle, que se nutra de las y los jóvenes cuyas realidades son muy diferentes a la de hace unos años, que lo que menos quieren son dádivas, sino empleos dignos, educación, posibilidad de mejorar y sobre todo seguridad. Un método en el que nos sintamos representadas las mujeres porque somos víctimas de unas violencias sin precedentes, de un pacto patriarcal que lejos de irse atenuando, extinguiendo se ha fortalecido, porque todos los días nos matan, nos desaparecen, nos violentan. Un método en fin que sea reflejo de la pluralidad, de la diversidad, del crisol que es nuestro país, en el que todos se sientan incluidos y sepan que nadie se queda afuera.
Varias propuestas existen ya para avanzar por esa ruta. Las y los que han levantado la mano para contender están dispuestos a someterse a un mecanismo democrático porque eso es lo que les dará legitimidad y no los partidos de los que provengan, o aunque no pertenezcan a ninguno. La gente ya no quiere lo viejo, volver al pasado, aceptar la nominación de los partidos de las personas por las que van a votar porque son la única vía factible que hoy existe. Desean participar y aunque una coalición de partidos tenga que siglar al candidato o candidata, tienen que surgir de un proceso participativo que permita que se recorra el país por todas y todos los que deseen representarnos, que se llegue al territorio porque ahí están los votos, y ahí es donde debemos combatir los falsos datos y los deficientes resultados del gobierno. Porque un método participativo nos garantiza que se haga una precampaña que signifique un contrapeso a lo que ilegalmente han estado quienes utilizando recursos y su cargos públicos quieren encabezar el proyecto del partido oficialista. Una precampaña nos permitiría llegar hasta el último rincón de la patria e ir acumulando fuerzas para un batalla que será histórica. Una elección en la que decidiremos si continuamos por este camino de destrucción o si nos vamos a uno nuevo de reconciliación y paz.
La mayoría de las propuestas que hasta hoy conocemos parten de la necesidad de un Comité Técnico integrado por gente honorable, cuyo compromiso con la democracia sea indiscutible y que hayan mantenido una actitud imparcial frente a cualquiera de los aspirantes. Personas que entiendan que el país está por encima de cualquier interés particular. Instalar este comité de manera inmediata es fundamental para iniciar este proceso y paa consensar con los partidos la mejor forma de ir cribando, seleccionando, porque no se puede llegar a una primaria con trece o más interesados. Digo más porque todavía puede haber sorpresas y ante tanta anticipación, algunos se quedarán en el camino, y otros tal vez se incorporarán. Considero que además de los debates o encuentros que se proponen y que en ellos las y los asistentes vayan calificando, se deben ponderar otros mecanismos como encuestas (levantadas de manera confiable), la presencia en el territorio a nivel nacional, y finalmente una elección directa bien cuidada. Una especie de marea rosa en las urnas que defina quién será la persona elegida. Los partidos deben comprometerse a respetar este resultado, aún cuando ya hayan manifestado a quién le toca proponer. Eso no está reñido con el procedimiento democrático. Un proceso similar debe realizarse en los estados en los que habrá elección para el gobierno estatal, particularmente en la ciudad de México, y en los distritos que se consideren vitales para ganar. Y sobre todo, los partidos deben estar abiertos a que ciudadanas y ciudadanos sin partido puedan ser postulados porque son más competitivos que algunas de sus cartas en ciertos espacios. Participar en estos términos es muy importante porque no se trata de apuntarse para obtener una plurinominal, para tener más prerrogativas, o para negociar un espacio cualquiera que éste sea. Es necesario estar a la altura y entender que lo que hoy está en disputa es la Nación.
Hoy México vive momentos de definiciones, las y los mexicanos merecen certezas, claridad, sentirse y formar parte de uno de los procesos más importantes, sobre todo aún más, frente al gran reto de la elección de la o el candidato a la presidencia en el 2024, sobre todo ante las heridas que el actual gobierno ha generado a nuestro amado México.
La ciudadanía será una pieza fundamental, clave para esta tan importante postulación, la sociedad civil debe de apropiarse, sentirse representados y representadas, en donde las causas las vean arropadas y genere la inclusión, la unidad y la reconciliación.
Que realmente vean, sientan que existe una alternativa que las y los defiende, no solo a semanas de su victoria, sino que la victoria se convierta en el gran legado de un gobierno que dejó un país en donde todos y todas puedan ejercer con libertad el pleno goce de sus derechos, una verdadera alternativa, sin cambiar de opiniones para ajustar conveniencias, no podemos permitirnos la mínima posibilidad que signifique cualquier atentado a la democracia.
La democracia se defiende con coherencia y congruencia con hechos, no con discursos.
Los partidos políticos deben, sin duda, seguir fortaleciendo la alianza o postura, pero siempre actuando de forma congruente, aperturando los espacios de participación política a hombres y mujeres que sí nos representen y que peleen incansablemente por las causas de nuestro país.
En las candidaturas, no exclusivamente la presidencial, se convierta como en muchas ocasiones ha sucedido en interés exclusivo de las cúpulas partidistas o de decisiones unilaterales en donde los simpatizantes y las y los ciudadanos no encuentran dónde defenderse.
Bien lo dijo Damián Zepeda. No se debe dar puñaladas por la espalda a las y los mexicanos.
Quiero cerrar diciendo, aquí no hay medias tintas, se está a favor de la democracia o se está en contra.
Nos encontramos en el momento más importante y trascendental para construir patria, el momento es ahora, el momento de las y los ciudadanos de construir un México que nos une y que tanto nos merecemos.