Tegucigalpa, Honduras
Son las 12:30 de este sábado 25 de noviembre, es la XXXV Reunión Plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal). En el salón Claveles del Hotel Suites La Aurora, hay alrededor de 200 personas, cámaras y la mesa conferencista. El evento inició a las 9:00 de la mañana, ya pasaron por el micrófono distintos ponentes y se hicieron innumerables lecturas que coinciden con estas características: son populistas y mesiánicos.
Castro, Kirchner, Lula, Chávez, Maduro, Morales, Zelaya, son los nombres que se repiten y que provocan efusividad, hablan de todo y nada, generalidades que pocos de los presentes escuchan a menos de que en el micrófono suenen esos nombres, entonces aplausos y gritos otra vez. En el podio se leen acuerdos, eso, generalidades. “Exigimos el fin al bloqueo económico contra Cuba”, “Consideraos la ofensiva del gobierno de EU y las oligarquías locales para desestabilizar a los gobiernos”, “Denunciamos las pretensiones de la derecha regional para debilitar a los partidos progresistas”, y más. Luego sigue la votación y las manos atentas se levantan, los que no, ya después aplauden. Llega el último acuerdo, la lectura y aprobación del documento final de la plenaria, repiten lo mismo, aunque resalta el apoyo otra vez al chavismo, como el reconocimiento a la instauración de la Constituyente, la asamblea que México, la Unión Europea, Estados Unidos y otros países de Latinoamérica desconocieron por su imposición. Pero los miembros presentes lo ven como el fortalecimiento del gobierno de Nicolás Maduro para dar “balances de poder”. De hecho, el punto número uno de las 17 propuestas de la Alianza de Oposición es llevar a cabo una consulta popular para integrar una Asamblea Constituyente, que el Congreso Nacional se convierta en Constituyente y consultas para aprobar una nueva constitución.
Termina la lectura y el ponente expresa: “bueno, compañeros, no pueden hacer otra cosa más que aprobarlo por unanimidad (ríen) y se levantan las manos”. “Ya, ya, ya, el pueblo hondureño ya no resiste otra jodida. Ya, ya, ya, ya se les acabó el truquito, le han robado al pueblo…”, se escucha de fondo mientras el candidato opositor, Salvador Nasralla ingresa al salón. “¡Viva Salvador Nasralla!, ¡Viva Salvador Nasralla”, gritan, aplauden, sonríen, se amontonan y buscan la selfie las personas ahí reunidas.
Siguen las declaraciones y ya con micrófono en mano, Nasralla se proclama ganador: “Nosotros tenemos ganadas las elecciones según absolutamente toda la gente, los que deciden quién gana saben que tengo 67% de los votos, por lo tanto se van a tener que acostumbrar a quienes gobernaremos”.
La alianza confía en su triunfo y aunque el candidato dice que reconocerán los resultados no deja de mencionar la palabra fraude. El evento termina no sin la bendición al candidato, al estilo López Obrador, una señora se acerca, coloca su mano sobre su cabeza, él cierra los ojos y ella dice su oración. Sale Salvador Nasralla otra vez entre elogios y aplausos.