La cultura del obradorismo, llorar para no contestar, terminará por destruirlos

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Por décadas, un ejército de militantes nos han intentado colar la idea de que Andrés Manuel López Obrador es una pobre víctima de los poderosos intereses de los potentados mexicanos. AMLO ha sido el principal impulsor de esa narrativa: “La víctima soy yo”, y a eso sus corifeos responden al unísono: “La víctima somos todos nosotros”.

La estrategia le ha servido para evadir cualquier cuestionamiento. Que si encuentran al hermano del presidente recibiendo fajos de dinero de parte de un chalán de Manuel Velasco, pobrecito, el malo es Carlos Loret de Mola por exhibirlo; que si se descubre que es una mentira la austeridad franciscana de la familia de López Obrador y que su hijo mayor vivió en una mansión en Houston, de nuevo, los malos son los de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad y Claudio X. González.

Así vamos desde los casos más inocuos, hasta los casos más graves. Se cae la Línea 12 del Metro y deja como saldo decenas de muertos y heridos, en una obra que según los peritajes llevaron responsabilidad conjunta, y resulta que las víctimas son Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard por una campaña calumniadora. Aquí en etcétera presentamos las pruebas de los contratos que en tres meses Claudia Sheinbaum le adjudicó a los moneros de “El Chamuco”, y sale el “monero Hernández” a llorar y dice que él sólo se lleva 7 mil pesos al mes y que, como Andrés Manuel, tan sólo trae 200 pesos en la cartera el pobre.

No hay que confundirnos. En un sistema democrático no vale hacerse al tonto y la víctima para contestar acusaciones, a nadie le conmovió cuando Eduardo Bours y Juan Molinar Horcasitas se echaban la bolita después del incendio de la guardería ABC, para ver quién había sido el culpable de aquella trágica tarde. Entonces, ¿por qué se permite que los que ahora ejercen el poder tanto mediático como político, favorecidos con el dinero público y el poder real, le jueguen a la víctima?

¿Han pensado en las consecuencias a largo plazo de esta forma de hacer política? Cada que hay una acusación o en el caso del gobierno un escándalo, se ha optado por esta forma de contestar. En el fraude de SEGALMEX desaparecieron 11 mil millones de pesos y nadie fue a la cárcel; nadie fue a la cárcel por la caída de la Línea 12; nadie fue a la cárcel por la quema de migrantes vivos en un centro de detención en la frontera, lo único que ha dejado la cultura política de llorar para no asumir responsabilidades ha sido una impunidad rampante, más ahorcada incluso que la del PRI y el PAN, porque en aquellos gobiernos aunque sea para taparle el ojo al macho terminaron en la cárcel Granier, César Duarte, Javier Duarte, Rodrigo Medina, Roberto Sandoval, Fausto Vallejo, díganme, ¿quién terminó preso de Morena este sexenio?

No es que mágicamente muchos de los pillos del pasado que se cambiaron el membrete para seguir en el presupuesto se hayan convertido de la noche a la mañana en faros de luz, basta ver cómo uno de los gobernadores con más escándalos del sexenio pasado y líder del Partido Verde, Manuel Velasco, es ahora un aliado estratégico del obradorismo y ahora hasta busca ser candidato a presidente. Quizá no lo vean ahora, pero la cultura de mentir, hacerse la víctima e ignorar la verdad será lo que termine implosionando desde adentro a su propio movimiento.

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