Tan metido está López Obrador en el caso Félix Salgado que no hay día en que no arremeta en contra del INE. No ha reparado en el marco democrático que rige el proceso y ha remitido muchas de sus opiniones hacia una solución que pase por la decisión del “pueblo”.
Existe un proceso democrático el cual le da sentido, representatividad y organización a las elecciones. Puede gustar o no, pero no se le puede pasar por alto porque es lo que le da a la sociedad la representatividad a través del voto, a través del cual manifiestan los ciudadanos sus diferentes opiniones.
Es por ello que se hace de manera individual y es por ello también que al final esos votos son los que le dan ante la ley, bajo el Estado de derecho, la legitimidad a quien eventualmente triunfe. Las elecciones, recordemos, las organiza el INE con la participación de millones de ciudadanos quienes, de alguna manera, son los garantes del proceso.
Previo a esto hay un marco de organización, el cual ha sido acordado por los actores políticos que participan en democracia. Son los mismos actores que en ocasiones han aplaudido al INE por las decisiones que ha tomado, pero también ahora, algunos de esos actores, fustigan al instituto por decisiones que le son adversas o están inconformes con ellas.
Estamos ante un conflicto político que pasa por las leyes.
La democracia se convirtió en un juego de vencidas, el cual se desarrolla en las nuevas ágoras. Todo pasa por las redes, los medios de comunicación e incluso por las manifestaciones sin importar del tamaño que sean.
La propuesta del Presidente de hacer una encuesta telefónica abona poco o nada al problema. Más bien lo va a meter en un terreno todavía más complicado, como ha sucedido en las encuestas que en su gobierno se han hecho. Consultar vía telefónica si Félix Salgado debe ser el candidato rompe con un marco legal establecido pero, sobre todo, va a hacer a un lado a cientos de miles de personas que no tienen acceso al teléfono.
Todo indica que el problema se va a acabar resolviendo a través de interpretaciones legales vía un tribunal que cada vez parece estar más a modo con el gobierno. La relación entre el INE y el TEPJF se ha vuelto muy ríspida más que por interpretaciones legales por posiciones políticas. Bien podríamos decir que esta relación se ha convertido en otro de los escenarios del juego de vencidas.
Muy probablemente el guerrerense va a terminar siendo el candidato de Morena, va a participar del proceso, va a hacer campaña, va a recordarle al INE lo infructuoso que fue el hecho de que lo quisieran hacer a un lado para que al final, si nos atenemos a las encuestas, sea el gobernador de Guerrero.
No se ve que el TEPJF pudiera respetar la decisión del INE. Más bien desde que recibió la determinación del instituto sobre el caso fue quedando en claro por dónde estaba su decisión, independientemente de que algunos ministros tuvieran una posición en contra de que conservara Salgado Macedonio su candidatura, señaladamente Janine Otálora.
Como fuere, la determinación del TEPJF ya pasa de alguna u otra forma por un cuestionamiento del marco democrático establecido en las leyes, el cual está siendo interpretado de innumerables formas y lo más delicado es que cada quien lo hace a su manera.
El gobierno y su partido deben contemplar las consecuencias que puede tener para la democracia lo que está pasando. Es un juego de vencidas, el cual muy probablemente van a ganar, pero las secuelas de lo que están haciendo y por la forma en que lo están haciendo le va a pegar a la democracia en su corazón.
RESQUICIOS
En 100 días inician los Juegos Olímpicos en Tokio. En medio de los inéditos, se va a poder realizar la fiesta deportiva más importante del mundo. No esperemos grandes hazañas, porque los deportistas se la han pasado también entre la espada y la pared. Lo importante será el deporte, los atletas y la fiesta que buscará darle una pausa al mundo.
Este artículo fue publicado en La Razón el 15 de abril de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.