Cuando las personas ven solo lo que quieren ver, son presa fácil de catequistas religiosos o políticos; a esas personas les llamamos fanáticos y forman legiones. Una de esas legiones quiso ver que esto que se difundió en las redes sociales el pasado domingo era cierto:
“AMLO: 'Hackers rusos fueron contratados por el gobierno corrupto para intervenir en las elecciones a la gobernatura del estado de México'”.
Quiso ver que era cierto o quiso aparentar que era cierto. Es distinto. Un asunto es la torpeza de los usuarios y otro asunto el interés de los usuarios contratados para difundir versiones falsas. Unos y otros a veces se entrelazan y propalan ampliamente esos bulos. Éste tuvo el epicentro de cuenta apócrifa de Twitter: “Chairistegui Online”, y suscitó el entrecruce entre la encomienda para esparcir, el mismo día de la jornada electoral, una mentira, y la tontería que lo creyó. Y el bulo creció cuando la cuenta de Joaquín López-Dóriga que tiene más de siete millones y medio de seguidores, lo replicó, vamos, le dio RT (es muy probable que alguno de sus operadores fuera quien incurrió en la pifia, pero el responsable es el periodista); ya luego desde la cuenta oficial de Aristegui le hicieron notar el enorme error, López-Dóriga agradeció y retiró el tuit correspondiente.
Errores como este ocurren asiduamente pero el que menciono me parece representativo no solo de la falta de educación digital sino de la ausencia de escrúpulos para la difusión de noticias falsas y eso no es menor, estoy seguro, porque empobrece la calidad de nuestro intercambio público. Ello, además de que en tan breve tiempo, Joaquín López-Dóriga ha incurrido en una pifia más.