El relevo de la máxima autoridad electoral de nuestro país, será un paso muy importante para un ejercicio de escrutinio público, frente a la oportunidad de refrendar que la democracia en México es real y de las más sólidas democracias del mundo.
Debemos retomar la historia reciente de la institución pública encargada de organizar los procesos electorales, la reforma constitucional de 2012 posibilitó la existencia de candidaturas independientes. Sin embargo, este avance en materia de participación democrática aún no se garantizaba de forma absoluta que los ciudadanos que optasen por buscar un cargo de elección popular pudieran competir en condiciones de equidad con los candidatos postulados por los partidos políticos.
Y para el caso de las mujeres, no se tenía una presencia igualitaria en la vida política, lo cual evidenció la necesidad de establecer reglas para obligar a que en el proceso de nominación de candidatos dentro de los partidos políticos se nos incluyera de manera absoluta, pues este ha sido uno de los principales obstáculos para el ejercicio pleno del derecho a la representación política de las mujeres.
En aquel entonces, la democracia mexicana tenía múltiples fortalezas: el Insituto Federal Electoral (IFE), se encargaba de organizar las fases operativa y logística de los comicios. También, se encargaba del proceso para emitir la credencial de elector a los ciudadanos era llevado a cabo de forma confiable.
No obstante, en el año 2014 las fuerzas políticas, consideraron la oportunidad de continuar actualizando el sistema electoral para mejorar la calidad con la que se organizan los comicios federales y locales. Aunado a que se pretendía ampliar las reglas para fomentar la participación ciudadana.
Por ello en aquel histórico año, se publicó la Reforma Constitucional en Materia Política-Electoral, con las nuevas normas generales, como fueron la Ley General de Delitos Electorales, Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, y Ley General de Partidos Políticos, así como las modificaciones a la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos.
Este conjunto de ordenamientos, modificó la relación entre Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como la manera de interacción entre esos poderes y la ciudadanía.
Se logró la transformación del INE en el Instituto Nacional Electoral (INE). Modernizando las instituciones del régimen político para fomentar un mayor equilibrio, facilitando el diálogo y los acuerdos, así como para consolidar una democracia de resultados y también se transformaron las instituciones y las reglas de la competencia electoral para fortalecer la participación ciudadana y brindar mayor certidumbre a los comicios tanto locales como federales.
Como consecuencia de esta reforma político – electoral, en el reformado Instituto Nacional Electoral, se vio inmerso en un proceso de designación de sus Consejeros, siendo el cargo más importante el de Consejero Presidente, mismo que le fue encargado a un joven doctor en derecho, catedrático e investigador.
También, históricamente la ciudadanía ha participado en la realización de los comicios, realizando actividades inherentes a las de funcionarios de casillas durante cada elección, lo que siempre ha asegurado la imparcialidad a la hora de recibir y contar los votos. En México las elecciones desde hace muchos años han sido absolutamente ciudadanas.
Hoy estamos ante la historia de la participación política de las mujeres en la vida institucional de la democrática, la designación de la nueva presidencia del INE, es un gran reto para las mujeres que luchamos por las mismas condiciones de participación. Más allá del método de selección y de la falta de acuerdos de una mayoría calificada, tenemos una gran oportunidad de participación de la mujer.
Se requiere de un INE que mantenga a las elecciones en México como elecciones ciudadanas y democráticas.
En mi opinión será la historia la que refrendará esta gran oportunidad de una mujer al frente del principal organismo de organización de elecciones en el país.
Se requiere de una Instituto Nacional Electoral a la altura de los nuevos tiempos.
Se requiere de un Consejo en el INE, a la altura de la democrática de nuestro país. Es el tiempo de las mujeres.