El gobierno mexicano ha sido claro al no condenar en la OEA la represión de los dictadores Maduro y Ortega. Su negativa a reprobarlos indica que piensa hacer lo mismo con los opositores aquí, y no quiere que luego lo sancionen por ello.
Fue lo que pasó ayer en la CDMX: la policía golpeó a opositores frente al Congreso local. Eso mismo sucedió en Caracas, el 10 de enero de 2020: Maduro usó del Ejército para impedir el ingreso de los opositores al Congreso. Y México no lo condenó en la OEA.
Porque no es cierto que México no los deplore por no intervenir en asuntos de otros países. México acaba de condenar a Israel en la ONU. Y a Estados Unidos, por el embargo a Cuba. Y al gobierno interno de Bolivia por echar del país, en 2019, a Evo Morales.
En cambio, hace un mes se rehusó a condenar “inequívocamente” en la OEA al tirano Daniel Ortega por el arresto, acoso y restricciones arbitrarias a los precandidatos presidenciales; y a exigir la inmediata liberación de todos los presos políticos.
Peor todavía, el gobierno mexicano declara oficialmente que quiere que desaparezca la OEA, al considerar que sus condenas son un acto de intervención en otros países. Lo reiteró el sábado el canciller Marcelo Ebrard.
Es decir, el gobierno mexicano no sólo se niega a condenar la represión de opositores por parte de sus gobiernos aliados, sino que buscar desaparecer al organismo multilateral que lo denuncia. La OEA es un “instrumento de intervención”, dice Ebrard.
Son malas noticias no sólo para los opositores en México: también para las instituciones, los organismos autónomos y la organizaciones de la sociedad civil. Pero muy en especial para los procesos electorales en México.
Porque el gobierno de México firmó una carta para desconocer las misiones de observación de la OEA en los procesos electorales de los países miembros, y se negó a condenar en la OEA a Maduro por organizar elecciones sin organismo electoral, ni transparencia.
Y, después, el presidente de México anunció que una reforma para eliminar al INE “porque está podrido y es enemigo de la democracia”. Dice eso, mientras apoya que Maduro organice elecciones sin organismo electoral autónomo, ni transparencia.
Por eso, para entender lo que hace en el patio la actual administración mexicana, hay que observar sus votaciones en la OEA de apoyo a la represión a los opositores políticos, y en contra de los organismos electorales autónomos.
No las condena para que, si decide hacerlo aquí, exista el precedente de que nunca las condenó y, por lo tanto, está curado en salud diplomática.
Por eso ayer empezaron los palos en la CDMX.
Donde manda la candidata.