30-01-2025

La pausa con España es eléctrica

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El momento del mundo es complicado. La guerra en Ucrania significará cambios profundos e inciertos. Los primeros coletazos ya empiezan a sentirse en el precio de los combustibles y los alimentos básicos.

Pero hay otra esfera, tanto o más relevante, que es la de carácter político, la que consolida el papel que cada nación asumirá en el contexto de un conflicto en el que también están en juego las democracias occidentales y su futuro.

Por eso es absurdo el empeño del presidente Andrés Manuel López Obrador de tensar la relación con España, de insistir en la supuesta corrupción de los empresarios de ese país sin presentar ninguna prueba.

Lo de la pausa en las relaciones es una tontería desde el punto de vista práctico, pero tiene la utilidad, o el riesgo, de polarizar el discurso sobre el país europeo con el que tenemos más lazos culturales y económicos.

En nuestro país hay 7 mil empresas españolas que dan empleo a unas 300 mil personas de modo directo y a un millón de manera indirecta. España es el segundo socio comercial en importancia con México, después de Estados Unidos.

Cuartoscuro

Quizá en Palacio Nacional creen que el discurso sobre los agravios de España hace cinco siglos y apenas unos años, servirán para apuntalar lo que es el centro del litigio: la reforma eléctrica.

La propuesta es tan destructiva en lo que respecta a la competencia y protección del ambiente, que por ello ha generado alarmas entre los inversionistas del sector, quienes además temen que se cambien las reglas de modo arbitrario.

El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, lo dijo con claridad al señalar tres puntos decisivos: el pasado no se puede cambiar, las inversiones se realizaron de acuerdo con el marco legal vigente y los cambios en las leyes, a los que tiene derecho cualquier país, no pueden tener un carácter retroactivo que haga estallar por los aires los tratados y los compromisos con la Unión Europea.

Quizá por ello, durante su viaje por México se ha reunido con actores clave, en particular con su homólogo, el canciller Marcelo Ebrard, con quien se comprometió a acelerar la relación entre los dos países.

Esto choca con la posición pública de López Obrador, pero en las dobleces que ahora imperan, habrá que esperar para ver cuál de las visiones prevalece.

Es probable que continúen los ataques a España desde Palacio Nacional, pero al mismo tiempo se cuide la relación por lo que significa a nivel comercial e internacional. Dos caras, en efecto, pero así está planteada la relación con el mundo, con todos los riegos que ello conlleva.

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