El coronavirus va a provocar que la pobreza en el país crezca de manera significativa.
En función del estado de las cosas y las secuelas que va dejando el Covid-19 el país está entrando en lo que parece ser una larga crisis económica a la que no se le ven salidas en el corto y mediano plazo. Los dos últimos años fueron difíciles para la economía, pero está claro que con el coronavirus la descomposición se acentuó.
La sociedad va a enfrentar problemas inéditos en medio de la adversidad y habrá que estar claros en que no hay soluciones mágicas. Lo que vamos a necesitar, entre otras muchas cosas, son políticas públicas efectivas y entender que para revertir al menos lo que teníamos en la economía el año pasado vamos a requerir de tiempo y de una cohesión social que hoy no tenemos.
El coronavirus le está pegando a los sectores más desprotegidos de la sociedad. A la distancia resultan profundamente criticables las afirmaciones sobre que “los pobres no se contagiaban, porque es una enfermedad de ricos” o aquello de que “las clases altas son las que introdujeron el virus al país”; no había necesidad de plantear este tipo de elementos.
Se ubicó el problema bajo una perspectiva de clases sociales como si los sectores más desprotegidos no estuvieran tarde que temprano expuestos a un virus que ha alcanzado a todo el mundo, y como si el flujo sistemático de personas entre México y EU no hubiera podido ser ocasión de introducirlo al país.
Lo cierto es que la pandemia si a alguien empieza afectar con la mayor de las severidades es precisamente a los sectores con menos ingresos. Una buena cantidad de ciudadanos no puede quedarse en sus casas, tiene que salir a como dé lugar para poder vivir, estamos hablando de millones de personas que viven en el día tras día.
Una investigación del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM (CRIM) ha presentado una serie de datos que dejan en claro en lo que estamos y en lo que se viene. El 70% de las personas fallecidas son desempleados, tienen estudios básicos, pertenecen al sector público y al sector salud. Hay elementos suficientes para confirmar que la letalidad crece de manera significativa en los municipios más pobres del país.
El virus tiene una mayor presencia y afectación en las zonas urbanas, en las últimas semanas ha crecido sobre todo en áreas conurbadas donde la densidad de población es alta. Los contagios en las zonas rurales son menores en buena medida por el aislamiento que se vive en algunas comunidades; sin embargo, ya hay indicadores de su presencia.
Todo indica que a mayor nivel educativo menos contagio. Quiere decir que la variable educación pudiera ir de la mano del ingreso, lo que colocaría a sectores de la población con la posibilidad de no tener que salir de sus casas lo que lleva a una menor tasa de contagios.
Nos comentaba el rector de la Universidad Iberoamericana, UIA, que uno de los temas que tiene que atacarse en materia educativa es que el coronavirus está abriendo aún más las brechas y diferencias sociales, lo cual tarde que temprano afectará a la educación.
En la medida en que crezcan las dificultades económicas muchas familias tendrán que cambiar o sacar a sus hijos de las escuelas, incluso siendo públicas, al tiempo que como solución extrema podrían lanzarlos a las calles por el ingreso familiar.
Revertir el estado de las cosas es una tarea de enorme complejidad. La investigación de la UNAM, a la que se suman muchos otros trabajos, pronostican que la pobreza podría crecer entre 13 y 15 millones de personas.
Al Gobierno no le va a quedar de otra que rediseñar algunas de sus estrategias y hacer lo que no ha querido hacer; Covid-19 le cambió las respuestas.
RESQUICIOS.
Hoy llega la videoteca de Emilio Lozoya. Se asegura que son horas y horas de grabación en donde caben todo tipo de personajes, aunque algunos tendrán audiencia segura; todo cuenta sí queremos ver todo sin cortes.
Este artículo fue publicado en La Razón el 15 de julio de 2020, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.