Registro varios ridículos recientes en la vida pública mexicana. No sé, por ejemplo, el tramafá que les da a los adversarios de Morena por el caso de la señora Eva Cadena y, al mismo tiempo, su actitud displicente frente a las grandes tropelías cometidas por militantes del PRI o del PAN cuando fueron funcionarios, o algunos en funciones, como el actual mandatario de Chihuahua que, según reporta El Diario de Chihuahua, integró a su gobierno a familiares suyos y lo mismo hicieron otros funcionarios del estado. En ese orden creo que uno de los más grandes ridículos es el que hace el presidente del PRI al exigirle la renuncia a AMLO de Morena, y lo es no sólo porque se trata de un desplante desproporcionado sino porque ese mismo dirigente no levanta así la voz frente a las transgresiones éticas y legales de muchos de sus correligionarios, en donde él está incluido.