22-01-2025

Las conjeturas de la juez Lydia Cacho y sus faltas a la ética

Compartir

Sin duda es criticable quien infama a la actriz Kate del Castillo cuando aún no se sabe si tuvo una participación delictiva en el caso “Chapo”-artistas. Los periodistas que lo hacen incurren en faltas de ética, pues no deben actuar como fiscales ni jueces.


Asimismo, hay quien juzga y condena a la autoridad, sin aportar pruebas de lo que afirma y defiende a ultranza a la presunta implicada; tal es el caso de la periodista Lydia Cacho, quien publica en la revista Proceso un extenso artículo: “El gobierno y el miedo a que Kate del Castillo cuente su versión”.


Cacho afirma, sin indicar cuál es la causa, que los medios y la PGR sufren de “rabia”:


“El caso de Joaquín Guzmán Loera ha desatado la rabia de la Procuraduría General de la República (PGR) y de los medios de comunicación: el escarnio, la ridiculización de una situación por demás grave, sumadas a la estrategia de la PGR y de la Secretaría de Gobernación para denostar a la actriz y productora Kate del Castillo en todas las formas posibles”.


En cambio, la periodista habla bien de la actriz y señala que no es una casualidad que ella, al igual que gente ligada al cine busque la posibilidad de conocer la versión del “Chapo”, dice: “para unirla a las muchas otras de víctimas y autoridades”.


Es decir, no se trataba de hacer negocio (como se evidencia en las grabaciones), sino de colaborar para un mayor entendimiento sobre el gran tema del narcotráfico y sus protagonistas.


Lydia Cacho pone el ejemplo de Julio Scherer con el “Mayo” Zambada, lo que está fuera de lugar, pues, a Kate se le investiga por una supuesta relación de negocios (como una posible transferencia de recursos a la empresa Tequila Honor) no por publicar la entrevista; pero le sirve de sustento a la periodista para su tesis.


Para respaldar lo que más adelante dirá, que la actriz no pensó en las consecuencias, Lydia se refiere a aquella cartita famosa donde Kate invita a “traficar con amor”:


“El lenguaje de Kate es directo, transparente, muestra la ingenuidad real de Kate, esa que ha trabajado durante diez años con organizaciones contra la trata de personas y como activista contra la violencia hacia las mujeres […]”


Y donde la periodista, al incluirse en la primera persona del plural, avala esa leyenda urbana de que existan curas para el cáncer que solamente los gobiernos y los ricos conocen:


“[…] le pidió que en lugar de drogas transporte medicamentos y las curas contra el cáncer y el VIH-Sida que los gobiernos nos ocultan o cuyo acceso se limita a las personas con recursos”.


Esa mujer de buena fe, dice Lydia:


“llámele ingenua o estúpidamente, creyó que el capo tendría un lado humano, que leyó el tuit y reflexionó sobre lo que ella le pide ‘sea el héroe, use su poder para el bien’, ella creyó que él en verdad querría contar su historia ya que estaba preso y no tendría mucho que perder”.


Todo puede ser; el caso es que no hablaron de “traficar” con medicamentos para los pobres ni de las famosas curas para enfermedades incurables (como todo puede ser, tal vez aún esté esa platica en grabaciones de la PGR).


Como lo dice Lydia, tal parece que el interés de atrapar al “Chapo” no era otro que impedir que contara terribles secretos:


“[..] ¿cómo pretendía contarle su historia a Kate del Castillo? Nunca lo sabremos porque la autoridad está decidida a impedir que esa película se haga.”


La articulista es incisiva en lo que respecta a que no será aceptado el dinero del narco (donde la periodista expone su protagonismo):


“PGR tiene en su poder los dos contratos que Kate y los productores llevaron a los abogados del Chapo (recordemos que todas las reuniones fueron sólo con los abogados excepto la única con el capo para la entrevista), en las comunicaciones intervenidas [cuando le conviene, sí le cree a la PGR] es claro que no habrá ningún intercambio de dinero entre las partes, esos documentos que demuestran que lo primero que hizo Del Castillo fue buscar asesoría legal para saber si no incurría en algún delito y para evitar hacerlo por ignorancia. Recuerdo cuando Kate, hace casi un año me contó que harían la película, me reiteró su obsesión porque el capo no invirtiera un solo centavo ‘deben ser puros inversionistas conocidos’ me dijo, yo asentí”.


Si la PGR con todo y su “rabia” no encuentra nada en las cuentas de kate y sus socios, entonces, ¿por qué tanto escándalo por la investigación? También insiste en totalizar al gobierno en la fuga “Mientras esto sucedía las autoridades ayudaron a Guzmán Loera a darse a la fuga.”; no dice: varios funcionarios federales.


Lo que siempre funciona para lograr el efecto deseado en el lector; poner en entredicho el actuar de la justicia:


“Por otro lado un informe de inteligencia de la Marina revela que los abogados que contactaban a la actriz intermitentemente se veían también con los dos hijos de Guzmán Loera y que se sabía que la familia entera estaba en Sinaloa (eso lo supe yo misma cuando estuve en Sinaloa el pasado diciembre), viajaban entre Mazatlán, Los Mochis y la sierra en la que el padre del capo les enseñó a cultivar amapola y mariguana a las 15 años. ¿Por que (sic) no lo detuvieron entonces? […]).”


No se entiende cuál es la pregunta. ¿Por qué no detuvieron a los hijos o al padre? La periodista olvida que a mediados de octubre se le intentó atrapar cuando agentes estadounidenses interceptaron llamadas telefónicas que indicaban que el “Chapo” se escondía en un rancho en Cosala, Sinaloa. Hubo un enfrentamiento de donde pudo escapar el criminal herido en una pierna, según se informó. Pero esa pregunta lleva una tendencia, de que hay algo oculto y por eso se le permitía seguir en libertad.


Hay preguntas igualmente ingenuas como los planteamientos de la artista:


“La autoridad sabía que el conductor del vehículo, como nos ha revelado Sean Penn, era Alfredo Guzmán, hijo del capo y operador del cártel ¿por qué los dejaron ir?”


Cualquiera podría deducir que, si ya llevaban tiempo espiando a los involucrados, no iban a echar a perder los planes de la captura agarrando a un pez menor: ¿de qué serviría atrapar a Alfredo? Por otro lado, intentar capturar al hijo pondría en riesgo la vida de kate y de Sean Penn, lo cual podría acarrear un conflicto internacional. Pero esa pregunta alimentan el ya de por sí tenebroso imaginario popular.


Lydia contrapone esa versión con la que dice la PGR de que tuvo en la mira de un rifle al criminal pero no disparó porque cargaba a un niño.


También hay una Kate utilizada sin retribución, y le escatima el mismo esfuerzo a Penn, porque la periodista señala que:


“El mismo Penn en su frívola crónica narra cómo presionaba a Kate para conseguir la información de pertinencia periodística, Kate había pedido a Sean Penn que la incluyera como coautora de la crónica, después de todo la que de verdad se había arriesgado como una buena reportera era ella, Rolling Stone y Penn se rehusaron a darle el crédito merecido, la usaron como si fuera una fuente cualquiera y ser mexicana le impedía tener el estatus para aparecer como autora de tan reconocida revista americana”.


Cacho olvida que kate también es norteamericana. Como periodista, Lydia sabe que no es ético firmar un texto si no se participó en la elaboración. ¿Por qué critica eso? Y lo de, arriesgarse “como una buena reportera”, es inaceptable.


La periodista tiene razón cuando señala: “La forma en que se ha ridiculizado a la actriz no es nueva, el sexismo es notable en todos estos casos”. Es cierto, también habría que ver en cuántos casos famosos donde se ridiculiza a otras actrices o mujeres famosas lo ha denunciado.


Hasta ahora no hemos visto qué sabe Kate por lo cual el gobierno teme que hable. Tal vez será asunto de racismo, porque, afirma que los otros productores no los toca la PGR


“Todo parece indicar que para las autoridades esos tres hombres mucho más poderosos que la actriz, y por cierto ninguno de nacionalidad mexicana […]”.


A pesar de que no se habla de que la investigación a kate sea por alguna publicación o la entrevista, sino por supuestos negocios con el “Chapo”, la periodista insiste en el tema:


“El cine como el periodismo están protegidos por las leyes de Libertad de Expresión y Libertad de información, pero de eso nadie habla.” Y han hablado mucho y defendido esa libertad.


Para que por fin quede claro al lector, de nuevo afirma que no hubo dinero y, como no se ven bolsas donde se pudieran trasportar las pacas de billetes, entonces no hay delito:


“El problema para la PGR es que ni en las fotografías que le tomaron desde le (sic) primer día que la siguieron, ni en los intercambios de mensajería y correos electrónicos con los abogados, ni en sus estados financieros aparece una sola transacción ni una sola fotografía en que ella salga con maletines, bolsas o cualquier otra cosa que haga creer que le entregaron dinero.”


Y si tampoco se encuentra nada en las cuentas investigadas, la actriz estará libre de toda culpa. Sólo resta esperar. No dictaminar cuando aún no existen todos los elementos para ello.


Pero antes, vamos a curarnos en salud:


“Ignoramos si el narcoabogado detenido haya declarado algo contra ella, en tal caso habrán de determinar si el testimonio de un solo delincuente tiene mayor validez que el de una ciudadana que pecó de ingenua al querer hacer una película como muchos otros antes las han hecho. No sería la primera vez que un solo testimonio sin evidencia permite a la PGR perseguir injustamente a alguien.”


Es decir, si el “narcoabogado” no dice nada contra kate, será decente y honrado, pero si declara en su contra, entonces su testimonio no vale y, como la PGR luego persigue inocentes, es posible que a Kate…


En su larguísimo texto, Lydia dice cosas de las que, como periodista, debería presentar pruebas de su aserto:


“Lo que sabemos está sobre la mesa, lo que no sabemos es lo más pertinente de investigar ¿qué cree la PGR que El Chapo le reveló a Kate en esas seis horas de entrevista? ¿creerán que les contó sobre sus vínculos con Televisa, esos de los que ya había hablado Carmen Aristegui?”


Lo que se infiere de lo anterior es que Televisa tiene o tuvo tratos con el “Chapo” y, como la procuradora es alguien cercana a los altos círculos de la televisora, por eso la PGR está muy preocupada por lo que pudiera decir la actriz. Pero los intensos datos que podría poseer kate (que ni a su amiga Lydia le ha contado, porque ya serían del dominio público porque seguramente Lydia los publicaría) podrían ser mayores, ya que involucraría a, por lo menos, cinco presidentes de la República. Sigue la periodista.


“Acaso temerán que se sepa cómo funciona el sistema de inversión de dinero del Cartel en las elecciones de diversos estados, o sobre su relación con los presidentes de México durante los últimos treinta años; acaso sospechen que el capo dijo cosas que ningún periodista hubiera sido capaz de extraer de un asesino como Guzmán Loera, tales como las estrategias para trazar sus rutas internacionales.”


Aunque Lydia también lo duda, lo que hace obsoleto el título de su artículo:


“Yo dudo que el Chapo hubiese hablado demasiado, después de todo habían acordado que en ocho días se reencontrarían en otro lugar para que él les diera la entrevista completa, pero la autoridad lo impidió.”


Es probable, entonces que el mundo se haya perdido las más impresionantes revelaciones, y todo por la maldita PGR, a la que no le importaba atrapar al “Chapo” por su crímenes y porque hizo a este gobierno burla internacional, sino, todo era un plan para impedir que el criminal le chismera a la kate, por eso, la entrevista pactada no pudo ser porque “la autoridad lo impidió”.


Para Lydia, la investigación a Kate es “una persecución de Estado” que “nos hace sospechar que hay algo más detrás de esta historia, algo que la autoridad no quiere que preguntemos.” Y, ¿qué le impide a la periodista preguntar? ¿No es amiga de kate? Como periodista puede preguntar también a la PGR…


Finalmente, terminamos el artículo y no contamos con algo tangible. Sólo hallamos la apología de la presunta implicada; una supuesta persecución por unos supuestos datos que la misma Lydia no cree que existan; suposiciones, insidia, señalamientos sin sustento y la condena del juez en que se convierte la periodista.

Autor