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lunes 02 diciembre 2024

León Trotski, un símbolo del derecho a la disidencia – Segunda parte

por Marco Levario Turcott
Trotski es un símbolo del derecho a la disidencia, a pensar y actuar distinto y aunque fuera nada más por eso, es un personaje infaltable dentro de la revolución de octubre

Ya quisieran los fanáticos críticos de la izquierda tener al menos un atisbo del valor que tuvo Lev Davidovich Bronstein, Trotski, como el jefe del Ejército Rojo –obtuvo la victoria sobre 14 ejércitos extranjeros y sofocó la rebelión interna de una decena– y el interlocutor para lograr el acuerdo de paz Brest-Litovsk (aunque él no lo firmara por sus desaveniencias en el tramo final de las negociaciones), durante la Primera Guerra Mundial. Ya quisieran tener la vigésima parte de su cultura (si suponemos que la cultura es un referente para ellos), en particular su aprecio por el teatro, la literatura y la ópera, además del despliegue de sus ideas en al menos cuatro idiomas y su formación en matemáticas por sus estudios universitarios.

Trotski fue un hombre de convicciones; desde la adolescencia hasta su asesinato en México, un formidable orador y un periodista incansable (son memorables sus artículos publicados en Iskra, “El comienzo” y Pravda), crítico literario e incluso cronista además de sus textos para alentar a la organización del movimiento obrero. Integró al Partido Obrero Socialista de Rusia y fue parte del ala menchevique; en tal condición fue un temible opositor de Lenin, por ejemplo al cuestionar el centralismo democrático con el que Vladimir Ilich logró la dirección del Partido y, con ello, asestó un golpe durísimo a la existencia de corrientes y a la democracia como forma de convivencia dentro del partido.

Trotski es un símbolo del derecho a la disidencia, a pensar y actuar distinto y aunque fuera nada más por eso, es un personaje infaltable dentro de la revolución de octubre

@ArtofOkan

En esos albores del siglo XIX, la expansión de la economía capitalista dejó obsoleto el poder de los Estados-nación y en opinión de Lev Davidovich ello implicaba detonar el eslabón más débil para hacer posible la “Revolución permanente” –planteamiento hecho por Carlos Marx y Federico Engels en 1848 que, en la óptica de Trotski, implicaba que el proletariado fuera impulsor de la democracia, primero, y más tarde del socialismo, en los países con menos desarrollo económico, como Rusia–. Con estas convicciones, León Trotski formó parte del primer Soviet creado en 1905 en San Petersburgo y mantuvo sus diferencias con Lenin junto con Máximo Gorky y Rosa Luxemburgo –Lenin le llamó “El judas”– e incrementó su cultura al publicar en esos años en distintas revistas de Berlín y Viena.

León Trotski fue un libertario, en el más amplio sentido de la palabra, por ello nunca formó parte de ninguna secta (como lo demuestra su ruptura con el ala menchevique en 1917 y su acuerdo con Lenin para derrocar al gobierno provisional formado en febrero de ese año; en ese tiempo escribió el libro El derecho de las naciones a la autodeterminación y siete años más tarde Literatura y revolución). Con ese coraje y esa inteligencia, Lev Trotski condujo el Ejército Rojo e impulsó la industrialización de la economía junto con Lenin después de la Revolución de octubre. Esa forma de comprender la vida le llevó a ser expulsado en 1929 por una fracción del partido que se hizo del poder tras la muerte de Ilich Ulianov integrada por Lev Kaménev y Jósif Stalin; ya en el exilio León Troski y sus familiares fueron perseguidos por Stalin de una manera implacable.

Diego Rivera abogó por Trotski ante el general Lázaro Cárdenas y el revolucionario ruso pisó tierras mexicanas el 9 de enero de 1937, Frida Kahlo le dio la bienvenida en Tampico y juntos se trasladaron a la ciudad de México en el tren presidencial. Stalin ordenó su muerte y lo demás es harto conocido: en mayo de 1940 Trotski sufrió una balacera de 20 hombres entre quienes se encontraba David Alfaro Siqueiros de la que salió ileso pero tres meses más tarde, el 20 de agosto fue asesinado por Ramón Mercader, quien lo golpeó con un piolet en la cabeza mientras Trotski se disponía a revisar un artículo que este le llevaría; la fortaleza del jefe del Ejército Rojo aun era tal que tiró a Mercader y fue con su esposa Natalia Shedova a decirle la identidad de su ejecutor.

¿Qué saben de esto los actuales personajes opositores al sistema político mexicano? Creo que muy poco y no sólo porque son en esencia ignorantes sino porque carecen de referentes para la acción. De ello, claro, tampoco saben quienes desde su cómodo veredicto nada más denuestan a estos personajes que dieron buena parte del sentido que tuvo el mundo durante el siglo XX y no comprenden (ni quieren) su aporte.

Así como Antonio Gramsci fue víctima del fascismo, Trotski fue una víctima del fanatismo militante ruso y luego de la casta que tomó el poder en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, aunque al paso del tiempo la falta de valoración de la democracia, entre otras razones, hizo que la URSS colapsara y con ello una buena parte de la forma de comprender al socialismo. También fue víctima de una forma de asumir la militancia que niega al otro por “principios” e incluso a veces busca aniquilarlo como si esto fuera una forma de estoicismo o virtud revolucionaria; buena parte de la izquierda socialista en México se construyó con esos insumos y por ello igual que ocurrió en Rusia, sus expectativas de cambio son providenciales a las del derrocamiento del poder como vía de acceso para una sociedad mejor. El problema de esas franjas de izquierda es que abandonaron el ideario socialista y su esfera ideológica es fundamentalmente el Estado benefactor (ni siquiera es el cardenismo, como lo fue en los sesentas y los setentas); para ellos la aceptación de lo que opine el otro es sinónimo de traición, y además, nunca se equivocan, en todo caso son víctimas de una conjura (muchos stalinistas aseguraron que Trotski era un miembro de la CIA o que no existía el llamado “Testamento” de Lenin donde el máximo líder hizo una extraordinaria crítica a Stalin y revaloró el aporte de Trotski poco antes de morir).

Trotski es un símbolo del derecho a la disidencia, a pensar y actuar distinto y aunque fuera nada más por eso, es un personaje infaltable dentro de la revolución de octubre aunque, como alguna vez escribiera Milan Kundera, se borré la foto del personaje que alguna vez construyó el sueño que muchos jóvenes soñamos.

(Segunda parte)

Primera parte:Vladimir Ilich Ulianov, Lenin

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