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A pesar de que pudiera verse fortalecido en medio de gran cobertura y todos los reflectores que le acompañan en sus giras, los desplantes del titular de Gobernación contra algunos gobernadores, con los que indistintamente acuerda y desacuerda, no necesariamente serán de utilidad, está metido en terrenos en los que con relativa facilidad las cosas revierten.

En sus visitas a los Congresos de los estados en la búsqueda de convencer a las y los legisladores locales para que aprueben que las Fuerzas Armadas se queden en las calles hasta 2028, se ha dedicado a señalar a expresidentes, gobernadores, medios de comunicación, redes sociales y hasta se dio tiempo para proponer un programa cultural y musical como el de Hugo Chávez en Venezuela; el programa, por cierto, se fortaleció con Chávez, pero data de años atrás.

Desde el cargo que ocupa no viene nada bien que hable en el tono en que lo está haciendo, Felipe “el pequeño” o de “Samuelito”, y por más que le festejen no eleva el nivel del debate.

Más bien se desacredita sin argumentos en medio de presuntas gracejadas que tienden a ser efímeras y que tarde que temprano dan vuelta. Quizá esté buscando abrirse paso para ser conocido a nivel nacional, porque va pasos atrás en términos del conocimiento ciudadano de Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, en ese orden.

Es probable también que todo esté acordado con el Presidente. La lógica indica que así es, no sólo por la cercanía entre ellos, la cual se manifiesta en el uso de un lenguaje y códigos en común. Lo que está de fondo también son las concepciones sobre el país, la política, el partido y quizá hasta la vida misma.

Con la sucesión adelantada muchas cosas pueden pasar. Algunas de ellas ya están entre nosotros como es la confrontación mayor por el caso Layda Sansores-Ricardo Monreal, no se ve solución alguna ante un problema de raíz y poder.

En algún sentido estamos ante el banderazo de salida de confrontaciones mayores ante las cuales no parece que el Presidente vaya a intervenir abiertamente, en algún sentido, sin decir mucho, dejó establecida su opinión cuando habló del tema esta semana lo ejemplifica: “Layda nos ha ayudado mucho”.

Es difícil sacar de la ecuación a Claudia Sheinbaum. Por más que se quiera hacer a un lado la situación le pega, porque la estridente gobernadora ha repetido en varias ocasiones que ella está con Claudia, con todo lo que pudiera interpretarse, a lo que se vienen sumando muchos señalamientos la campaña que dicen que no es campaña de la Jefa de Gobierno.

El mensaje y el silencio que en lo general están teniendo los y las morenistas muestran los pocos apoyos internos de Ricardo Monreal y también termina todo por ser una definición.

Monreal trató de contestar vía Alejandro Rojas Díaz-Durán, pero todo indica en este caso la narrativa la dicta el Presidente, hablando y sin hablar, y el poder de la audioteca de la gobernadora campechana.

Quizá Adán Augusto López ha ido entendiendo cuál es su papel. Si las circunstancias lo ponen en el camino seguramente no va a cejar en su empeño de llegar porque la decisión vendrá del inquilino de Palacio Nacional.

Ante una posible decisión presidencial en que no esté directamente involucrado, ya sea porque se opta por Claudia o Marcelo, el tabasqueño se definirá por Claudia como todo indica lo viene perfilando su paisano.

La sucesión adelantada puede jugar en contra de Morena. Se viene el desgaste de las “corcholatas”, las cuales no terminan por despegar aunque desfilen el Día de Muertos, brinquen en el Zócalo o recorran el país arremetiendo contra los gobernadores de oposición; les andan comiendo las ansias.

RESQUICIOS.

Manuel Espino, quien ahora anda en cercanías y ofrecimientos con el Presidente, quiere dialogar con  las bandas delincuenciales, dicen que dos de ellas ya contestaron la propuesta. En el abrazo no balazos habría que preguntarles a las familias de miles y miles de asesinados por los cárteles si están de acuerdo.


Este artículo fue publicado en La Razón el 28 de octubre de 2022. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

Autor

  • Javier Solórzano

    Javier Solórzano es uno de los periodistas mexicanos más reconocidos del país, desde hace más de 25 años. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, cursó estudios en la Universidad Iberoamericana y, hasta la década de los años 80, fue profesor de Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana.

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