Los partidos políticos iniciaron ya sus campañas para obtener el voto en las elecciones intermedias de este año (aunque con esa simulación ridícula de nuestra clase política se les llame eufemísticamente pre-campañas), que definirán el rumbo que seguirá el país en el mediano plazo. Un triunfo de Morena que le permita seguir contralando la Cámara de Diputados -y con ello el presupuesto y su supervisión- implicaría un grave retroceso democrático e institucional, ya que el presidente López Obrador seguramente seguiría concentrando más poder con miras a un proyecto transexenal de control político. Algo no visto en nuestro país desde el destierro de Plutarco Elías Calles por Lázaro Cárdenas. Aun así, las campañas de la oposición son de una deplorable tibieza. Por tener cola que les pisen o por simple cobardía o mezquinos cálculos políticos, son incapaces de estructurar una propuesta que recuerde al electorado los gravísimos errores de esta administración, sus constantes mentiras y contradicciones, y al mismo tiempo hacer propuestas respecto del rumbo que debe seguir nuestro país. Se contentan con frases huecas y ridículas carentes de significado.
La oposición no se puede quejar del amplísimo material que la ineptitud de la cuatroté les regala todos los días, desde las siete de la mañana y hasta el día siguiente. Parece olvidar que el capricho de AMLO nos hizo pagar el costo total de un aeropuerto para no tener aeropuerto; que en su ineptitud dejó de comprar gasolina a los Estados Unidos y nos mantuvo en un desabasto de meses sacándose de la chistera el cuento del combate al huachicol; la centena de personas en Puebla que ante el desabasto de gasolina murieron en llamas al tratar de obtener un poco de combustible; el desabasto de medicamentos fruto del rencor, los prejuicios y un absoluto desconocimiento de la industria farmacéutica y sus complejidades logísticas, que golpeó de manera inmisericorde a los niños con cáncer; la eliminación del Seguro Popular para sustituirlo con… nada; la arbitraria cancelación de la planta cervecera de Constellation Brands en Mexicali y cuyo monto de indemnización se nos ha ocultado; la errática y mentirosa actuación del gobierno frente a la pandemia del Covid-19: que hay que salir y abrazarnos, que no pasa nada, que el cubrebocas no sirve, que las estampitas nos protegen, que los muertos no son muertos, que tenemos muchas camas disponibles pero mejor muérase en su casa, que ya tenemos las vacunas pero mejor se las regalamos a los países pobres porque somos humanistas, que ya no tenemos vacunas porque los países ricos las acaparan mientras nosotros somos tan generosos que las regalamos…; que los apagones de CFE son culpa del periodo neoliberal pero también son culpa de los gringos que no nos quieren vender el gas al precio que en su inmensa sapiencia y soberanía decidió el licenciado Bartlett; que somos tan soberanos que destruimos el plan para crear en México capacidad de almacenamiento de gas porque el gas es fifí y es más prieto el carbón y así nos gusta… Y si quieren, me sigo.
Nada de lo anterior se alcanza a ver en los vomitivos spots de los partidos políticos de oposición. Unas pocas frases contundentes y algunas imágenes reales de esas que circulan en las redes podrían demostrar la verdadera medida de ese gigante con pies de barro que es el presidente López Obrador y su camarilla de aduladores interesados en un hueso para roer.
Este artículo fue publicado en El Economista el 17 de febrero de 2021. Agradecemos a Gerardo Soria su autorización para publicarlo en nuestra página.