(Primera de dos partes)
Los comicios electorales del 2017 tenían varios significados, por ejemplo, se votaba por gobernador del Estado de México, el más poblado y tierra del presidente Peña Nieto, y eran los últimos comicios antes de la presidencial y por ende tal vez la última que le tocará a Ricardo Anaya como presidente del PAN, y eso por mencionar algunos puntos. Aunque los resultados aún deben ser validados por los tribunales electorales, trataré de hacer algún balance de lo que vimos y de los resultados.
Inicio con Morena porque creo que fue el actor principal de la elección, es un partido nuevo pero que ya compite para la presidencia del 2018, ya tiene en la práctica candidato y este año competía por primera vez con posibilidades reales de ganar una gubernatura. Los resultados son decepcionantes en Coahuila y Nayarit, donde personalmente esperaba yo que se acercara a 20% y se quedó en niveles apenas superiores a 10%; en Veracruz, si bien obtiene importantes triunfos en Minatitlán, Coatzacoalcos, Poza Rica y Xalapa, se queda muy lejos de la alianza triunfadora PAN-PRD en un lugar donde buscaba demostrar más fuerza de la que tuvo el año pasado y no lo logró. Pero el interés estaba en el Estado de México y ahí, aunque el proceso no finaliza y vive la instancia de la impugnación y posiblemente se pida la anulación, en principio Morena se queda en la orilla, ya en otros espacios he analizado la parte numérica de los resultados pero aquí destaco el comportamiento poselectoral, no coincido con quienes le exigen a Delfina Gómez que acepte la derrota, un proceso electoral no finaliza hasta que se califica y se resuelven las impugnaciones, todos los partidos tienen derecho y a veces hasta la obligación de llegar hasta las últimas instancias legales y Morena así lo planteó, no es como algunos dicen la toma de Reforma, al contrario, es seguir la vía institucional tal como esperamos que hagan todos los partidos de la democracia, incluso en Coahuila una alianza opositora al PRI platea marchas para pedir transparencia al instituto electoral y no por ello debemos criticarlos, son movimientos válidos. Pero como resumen, creo Morena no es perdedor de la contienda, al contrario, demostró por qué es contendiente al 2018.
El PAN, aunque en los números sale fortalecido, ganando posiciones, tienen un problema, aun antes de sus festejos afloran sus diferencias, apenas se daban a conocer los posibles triunfos y cuando Ricardo Anaya se mostraba victorioso y sonriente por su avance, se le atraviesa en los medios Margarita Zavala para exigir su renuncia, llamarle fracaso por su resultado en Edomex (algo hay de razón), el tono ya era de franca confrontación, lo que no es una buena noticia para un partido que se ve fuerte para el año que entra, es obvio que la pelea es fuerte como acostumbra ese partido, pero ha escalado a niveles no vistos, cuando una jornada electoral como la del 4 de junio debió servirles como unión, terminó siendo un momento de pleitos que los podría llevar a una candidatura pírrica, que gane una contienda interna pero tan debilitados que pierda la presidencial.
El PRD, de nuevo lo salvó la alianza con el PAN, ya en el 2016 su logro fue ganar tres gubernaturas (Durango, Veracruz y Quintana Roo) con su aliado, y ahora en el 2017 de nuevo gana en Nayarit y en la mitad de los municipios de Veracruz. Sin ella, estuviéramos hablando de muy malos resultados e incluso de bajísimos porcentajes en Coahuila; analizando el discurso en la noche electoral de la presidenta del partido, parecería que ya claudicaron a participar solos, habló de la disyuntiva que tenían que resolver sobre aliarse con “las izquierdas” (léase Morena) o con el PAN, es decir, comprendieron que ése es su destino a corto plazo, aliarse para buscar triunfos. Llamar triunfo al tercer lugar obtenido por su candidato en el Edomex es absurdo, un partido que ha sido protagonista no puede sentirse contento porque logró crecer más allá de lo que se esperaba, pero que queda muy lejos de aspirar a un triunfo; a veces el silencio es mejor, sobre todo cuando el resto de la izquierda le reclamará haber sido el factor de la victoria del PRI. Para lo que sí le sirve el resultado es para encarecer la posible alianza, mostrar que es capaz de recoger votos en esta entidad, que es un activo para ello.
El PRI, no puede decirse que ganó, ponía en riesgo todo, tres estados y muchas alcaldías de Veracruz y pierde mucho, deja de gobernar a muchos ciudadanos; sin embargo, ante el escenario de que podía perder Edomex, su victoria, aunque sea por un estrecho margen le sabe muy dulce, es como un salvavidas a un náufrago que estaba a punto de hundirse, pero que no lo salva de hacer el saldo de la jornada donde pierde posiciones, a lo más que podemos llegar es a decir que sobrevivió, dándole por cierto al presidente Peña Nieto uno de los días más felices de los últimos tiempos, que su partido conserve su estado natal.
En el siguiente texto analizaré el saldo para las encuestas, los medios, las redes sociales y los institutos electorales, porque creo que no todo fue positivo y que tenemos mucho trabajo que hacer en todos los ámbitos.
Este artículo fue publicado en El Economista el 14 de junio de 2017, agradecemos a Roy Campos su autorización para publicarlo en nuestra página.