Hubo una vez, hace no mucho tiempo, en que lo contestatario no significaba pretender acallar al otro ni situarse por encima de los demás. Esa vez significaba exigir la voz, exponer todas las miserias que también provoca el capitalismo, era las mujeres luchando por un sitio, y no la locura de creer que eso significa acallar al otro. En ese entonces la música fue una fuente de creatividad y le llamamos rock, también esa vez había que luchar por derechos y por ello ser contestatario implicaba persistir en que cada quien hiciera con su cuerpo lo que quisiera; fueron los años en que ser contestatario suponía denunciar la manipulación informativa, lo que implicaba un esfuerzo alternativo para hacer periodismo. Parece como si hubiera sido hace mucho tiempo pero no, y entonces había humor y risas aún contra las dictaduras incluso, y creo que por eso surgió Mafalda, un icono nacido del corazón latinoamericano de la pluma de Joaquín Salvador Lavado Tejón que hoy cumple 85 años:
“¡Sonamos muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!”
Y sí, el mundo cambió a muchos de los progresistas de antes por los tiranos de hoy que intentan acallar el que no piensa o actúa como ellos, que han perdido el sentido del humor, que tienen rabia y extraviaron la creatividad, y ahora, a lo mucho, promueven catecismos.