Morena y el Partido Verde han pactado el primer quid pro quo de la sexagésima cuarta Legislatura. El PVEM obsequió cinco diputados a Morena para ser mayoría simple en San Lázaro y tomar, como corresponde, los órganos de gobierno legislativo; a cambio, Morena reculó en el Senado la negativa a Manuel Velasco para ser el primer senador-gobernador que va y viene a su antojo; o mejor dicho, acorde a su capacidad política para dar, recibir, vender y cobrar favores. Trueque puro y duro.
El martes, al mediodía, el Senado rechazó la solicitud de licencia del entonces senador, hoy gobernador, y en diciembre, otra vez senador chiapaneco, Manuel Velasco. La impresión pública fue de positivo asombro. La nueva Cámara Alta había cerrado las puertas al chapulineo sin más causa que el poder personalísimo. La cuarta transformación cobraba forma con una ética político-legislativa diferente. Pero no.
El mismo día, por la tarde, los mismos legisladores acataron una línea que nadie dio y menos recibió; cambiaron, como los sabios hacen, de parecer, lo que horas antes les resultó reprobable, la determinación caciquil de Velasco Coello que antes de solicitar licencia como gobernador, la semana pasada modificó la Constitución chiapaneca para poder ir y venir del Palacio de Gobierno al Senado de la República, con el don de la ubicuidad que otorga ser aliado del ganador, lo encontraron ya legítimo, apegado a derecho constitucional, del que gozan todos los senadores para solicitar licencia sin que sus motivos sean sujetos de reflexión.
En resumen, un acto de autoridad del Senado. Si alguien solicita licencia, se le da, no se le juzga. Punto. Cualquier otra interpretación es errónea, si al tiempo en San Lázaro, Mario Delgado, coordinador de los diputados de Morena, anunciaba la incorporación de cinco legisladores que dejaban la bancada del PVEM para sumarse a la suya y pasar de 247 a 256 legisladores; es decir, la mitad más seis y con ello tener derecho a reclamar para sí los principales órganos de gobierno del Congreso fue, aunque usted no lo crea, una coincidencia, una dinámica ajena. Una feliz concurrencia legislativa.
Lo que al mediodía convocaba a imaginar comportamientos diferentes, por la noche se incorporó al paisaje de viejas estampas legaloides, con las cuales los partidos políticos hacen y deshacen lo que sus poderosos en turno ordenan.
Manuel Velasco prometió terminar su sexenio; nunca dijo que no buscaría otro cargo de elección popular mientras fuese mandatario y ya se las apañó para estar allá y aquí, ir y volver; mostrar a los interesados quién manda en Chiapas. Y en el Congreso.
Exceso que debe mirar lo que viene. A partir del 1 de diciembre, varios otros senadores y diputados solicitarán licencias para incorporarse al gabinete legal y ampliado del presidente López Obrador. Usos y costumbres que cambian para que todo permanezca igual; pragmatismo funcional. A la antigüita.
Este artículo fue publicado en La Razón el 6 de septiembre de 2018, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página.